Libertad provisional 'in vitro'
La excarcelación de la etarra Elena Beloki, condenada a 13 años, para un tratamiento de fertilidad contrasta con el rigor aplicado en el 'caso De Juana'
La Audiencia Nacional es un cajón de sorpresas. Si el 19 de diciembre del pasado año un tribunal presidido por la magistrada Ángela Murillo enviaba a prisión a 46 de los 52 procesados del macrojuicio de Ekin por formar parte de "las entrañas de la banda terrorista ETA" y organizaba todo un operativo de detenciones previas a la lectura de la sentencia por existir un "elevado riesgo de fuga" -tres de ellos se escaparon-, seis meses después otro tribunal presidido por Félix Alfonso Guevara ha dejado en libertad bajo fianzas simbólicas a cinco de ellos -condenados a penas que oscilan entre 9 y 13 años de cárcel- por padecer depresión, apnea de sueño o ¡para recibir un tratamiento de fertilidad!
La fiscalía ha advertido del "elevadísimo" riesgo de fuga
La noticia es chocante en sí misma. Elena Beloki, natural de Areta (Álava), de 47 años, quiere ser madre y por ello ha solicitado un tratamiento de fertilidad en el Hospital de Cruces, en Vizcaya, por el procedimiento de la inseminación in vitro de su compañero Juan María Olano, el máximo responsable de Gestoras pro Amnistía, cuyo juicio concluyó el mes pasado.
El problema es que Beloki, que ya pasó cuatro años encarcelada en Francia hasta que fue expulsada del país, estaba en prisión porque fue condenada por la Audiencia en diciembre del año pasado a 13 años de cárcel, como responsable de Xaki, el aparato internacional de ETA, es decir, por su condición de dirigente de la organización terrorista. Olano, a su vez, está pendiente de la sentencia del caso Gestoras, en el que el fiscal reclama para él otros 13 años como dirigente de la banda.
Ambos estaban en libertad en 2007 y podrían haber recibido entonces el tratamiento. Además, Instituciones Penitenciarias ya ha facilitado en otras ocasiones la concepción de bebés en la propia prisión. Seguro que el lector recuerda las tentativas del más famoso recluso del centro de mujeres de Brieva: el corrupto ex director de la Guardia Civil Luis Roldán.
Así que, en principio, el querer ser madre no parecía motivo suficiente para que una dirigente de ETA con una condena de 13 años de cárcel, aunque recurrida al Supremo, fuera puesta en libertad. Así lo entendió la fiscalía, que se opuso a la medida, incluida la prisión atenuada, por existir otras alternativas en prisión. La fiscalía recordaba la gravedad de la pena impuesta a Beloki, el "elevadísimo" riesgo de fuga y que la propia legislación penitenciaria dispone de mecanismos (traslado de centro, permisos, etc.) para compatibilizar la necesidad de garantizar los fines del proceso -la prisión- con el tratamiento de fertilidad de la condenada.
Pero el tribunal accedió a la libertad bajo fianza de 6.000 euros de Beloki porque un informe facultativo instado por la defensa destacaba "la necesidad tanto de disponibilidad clínica de la solicitante durante el precitado tratamiento, cuanto la concurrencia de circunstancias atinentes a unas condiciones psicológicas adecuadas, entre las que no se encuentra la actual situación de privación de libertad". Vamos, que estar en prisión no es psicológicamente adecuado.
Más llamativo aún si cabe es que el presidente del tribunal que la ha dejado libre es el implacable Guevara. Aquel que encabezó una revuelta en la Audiencia para impedir la prisión atenuada del etarra Iñaki de Juana Chaos, que llevaba 79 días en huelga de hambre y del que el informe médico decía que de seguir como estaba podía padecer "una situación irreversible con resultado de muerte o graves secuelas".
Guevara, gran trabajador y con influencia en la Sala, movilizó a la mayoría de sus compañeros y recabó firmas para avocar el caso al Pleno (16 jueces) y así poder darle la vuelta a la decisión del tribunal al que correspondía el asunto -integrado por los magistrados Ángel Hurtado, Manuela Fernández y Paloma González Pastor-, que ya había deliberado y decidido la prisión atenuada del etarra. De Juana ya había cumplido su condena como autor de 25 asesinatos y en ese momento había sido condenado por amenazas vertidas en dos artículos de prensa, pero Guevara consiguió que siguiera en prisión y se le alimentara forzosamente.
Como lo que no evoluciona, muere, Guevara parece haberse abonado ahora a esa máxima que dice que "la puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta". El tribunal que preside, con informes siempre contrarios de la fiscalía, ha dejado libres en el último mes y medio a Juan Mari Mendizabal, condenado a 13 años como dirigente de ETA y aquejado de apnea de sueño, hernia de hiato e hipertensión; a Javier Salutregi, penado con 12 años como dirigente de ETA, afectado de depresión crónica; a Juan Pablo Diéguez, condenado a 11 años por integración en organización terrorista y que padece apnea de sueño; a Olatz Altuna, con una pena de 9 años por colaboración con banda armada y con síndrome ansioso depresivo, y a Elena Beloki. Todo un récord.
Lo de estar en la cárcel siempre es un engorro y desde luego hay causas menos justificadas para una depresión.
Esperemos que no se escape ninguno, porque ¿se acuerdan de lo que ocurrió con los magistrados que la víspera de Navidad de 2001 pusieron en libertad bajo fianza de 30.000 euros al presunto narcotraficante Carlos Ruiz Santamaría, El negro, antes de ser juzgado, por padecer problemas psiquiátricos, como trastorno bipolar y tendencia al suicidio? La respuesta, después de la publicidad.
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