Berlusconi explica ante Zapatero su trato con prostitutas y 'velinas'
El primer ministro italiano niega haber pagado por sexo y ataca a EL PAÍS
Silvio Berlusconi acaparó ayer todo el protagonismo de la cumbre hispano-italiana al convertir la rueda de prensa con el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, en una andanada contra los medios de comunicación, y en particular contra el diario EL PAÍS, y en una catarata de comentarios de corte machista. A su lado, Zapatero asistió al desahogo de su anfitrión con gesto de circunstancias, mientras las ministras españolas de Economía, Elena Salgado, y Defensa, Carme Chacón, no ocultaban su estupefacción.
El primer ministro italiano había había explicado personalmente a ambas que sus declaraciones de 2008, en las que afirmaba que el Gobierno de Zapatero era "demasiado rosa", por tener tantas ministras como ministros, no podían ser ofensivas. "¿Cómo pensáis que se puede decir algo negativo de las mujeres en la patria de Casanova y los playboys?", argumentó.
"Soy el mejor presidente de la historia de Italia", dijo Berlusconi
"Los diarios pierden tirada y publicidad. EL PAÍS sabe algo de esto", añadió
El tono bromista de Berlusconi durante la conferencia de prensa cambió cuando contestó a una pregunta de EL PAÍS, acordada con el resto de los periodistas españoles, sobre si se había planteado la posibilidad de dimitir para no perjudicar la imagen de su país con los escándalos privados que le han salpicado en los últimos meses. Tras descartar de plano la dimisión y autocalificarse como "el mejor presidente que ha tenido Italia en sus 150 años de historia", apostilló: "Podría añadir muchas cosas sobre lo que escribe su periódico, pero deben ustedes abrir los ojos y no ser facciosos. Los periódicos están perdiendo tirada y publicidad y se arriesgan a la quiebra empresarial. Creo que EL PAÍS sabe algo de eso".
Después calificó como "calumnias" las informaciones que señalan que algunas de las prostitutas y velinas (azafatas de televisión) que han frecuentado sus residencias oficiales fueron promovidas a candidatas de su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL). "Hicimos un curso para convertir a señoritas licenciadas en asistentes de candidatos europeos. Tres de ellas fueron elegidas para optar a los escaños [del Parlamento Europeo]. Todas son apasionadas y cultas y lo harán estupendamente. Lo demás son sólo mentiras de los periódicos que usted lee, La Repubblica y L'Unitá" (ambos de izquierdas).
Sobre las declaraciones del empresario de Bari Gianpaolo Tarantini, quien confesó que se había encargado de llevar a las mujeres, muchas de ellas prostitutas, a 18 fiestas, reconoció que efectivamente le llevó chicas a su casa diciéndole que eran amigas suyas, pero negó saber que algunas cobraran luego dinero, como ha declarado éste ante el juez. "Eran mujeres bellas y siempre es agradable cenar con personas que no están alejadas de la estética", afirmó tras asegurar que nunca ha pagado dinero por mantener relaciones sexuales, pues su mayor placer, dijo, es conquistar a las mujeres.
El tono se endureció aún más cuando se refirió, sin citarla, a Patrizia D'Addario, la prostituta de lujo de Bari que pasó una noche con él en el palacio Grazzoli y sacó fotos y grabó conversaciones. "He sabido que los cuatro delitos que ella cometió suman 18 años de cárcel, pero todavía no he decidido si la denunciaré", advirtió. Sí ha llevado a los tribunales a diversos medios de comunicación por informar de sus fiestas y escándalos: "He interpuesto causas contra la libertad de prensa (sic), para tratar de poner fin a la libertad de calumnia y a la desinformación", dijo. "Muchos periódicos citan frases mías que no he pronunciado y eso demuestra que la realidad de los periódicos es distinta de la de los políticos. ¡Pobre Italia con esta información!", exclamó.
El principal resultado de la cumbre fue el acuerdo para que la Unión Europea asuma como propia la política de inmigración; lo que significa compartir el coste económico y repartir entre los veintisiete cupos de solicitantes de asilo, además de liderar las negociaciones con los países de los que proceden los inmigrantes.
La comparecencia causó estupefacción entre los asistentes y, más aún, cuando las respuestas de Berlusconi fueron jaleadas con aplausos. El presidente Zapatero optó por estar callado. Sólo intervino cuando Il Cavaliere le pidió perdón por la duración de su intervención. "Está interesante", dijo Zapatero. Después, guardó silencio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.