Benedicto XVI lanza un mensaje contra el aborto y la eutanasia
El Papa pide a los jóvenes que no se avergüencen y muestren su identidad cristiana
Fue un alegato implícito, sin recurrir directamente a los conceptos concretos que quería criticar. Pero el mensaje quedó dicho. Benedicto XVI aprovechó el acto de bienvenida de los asistentes a la Jornada Mundial de la Juventud para arremeter -aunque sin nombrarlos- contra el aborto y la eutanasia. Ante los cientos de miles de jóvenes que abarrotaron la madrileña plaza de Cibeles en la tarde de ayer para aclamarlo, el Pontífice se refirió a los que "creyéndose dioses" desearían "decidir por sí solos qué es verdad o no, lo que es bueno o es malo, lo justo o lo injusto (...), quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias". Después animó a los asistentes a no sucumbir a esas "tentaciones". Porque conducen "a una existencia sin horizontes", a "una libertad sin Dios".
Benedicto XVI ataca a quienes "deciden quién es digno de vivir o es sacrificado"
Animó a los jóvenes católicos a exigir el "debido respeto" a sus creencias
Ratzinger fue recibido por los Reyes, Zapatero y cargos institucionales
El cristianismo es "clave" para entender España, dijo don Juan Carlos
Horas antes, al mediodía, el Papa había sido recibido en Barajas por un amplísimo grupo de representantes institucionales, militares y religiosos encabezados por los Reyes y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
La agenda de Joseph Ratzinger, cuadrada al milímetro, incluye ocho discursos en los cuatro días que dura su visita. En el primero, lanzado en el mismo aeropuerto, pidió respeto para la identidad cristiana. "No pocos jóvenes, por causa de su fe en Cristo, sufren en sí mismos la discriminación que lleva al desprecio y a la persecución abierta o larvada (...). Se les acosa queriendo apartarlos de Él, privándolos de los signos de su presencia en la vida pública", afirmó Benedicto XVI antes de volver su mirada hacia los 2.000 peregrinos que habían acudido a Barajas a recibirle: "Que nada ni nadie os quite la paz, no os avergoncéis del Señor".
El creciente laicismo de España y la rápida disminución de los creyentes (representan el 71,7%, diez puntos menos que hace una década) preocupa enormemente al Vaticano. Hace algo más de un año, entró en vigor la nueva ley del aborto que permite la interrupción del embarazo hasta la semana 14 sin dar explicaciones. Quizá por eso, España es el primer país que acoge por segunda vez este encuentro mundial y trienal concebido por Juan Pablo II en los años ochenta y que el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, considera "valiosísimo instrumento de la nueva evangelización". La edición de 1989 se celebró en Santiago de Compostela. Y la que empezó a mediodía es la tercera visita -en este caso pastoral- de Joseph Ratzinger a España desde que inició su pontificado, en 2005. En su discurso de bienvenida, el Rey le agradeció esta "distinción".
Tras aterrizar con puntualidad suiza, el Papa habló desde el aeródromo a los cientos de miles de jóvenes reunidos en Madrid para escucharle. Les aseguró que "no están solos" y les animó a "vivir sin ocultar su propia identidad cristiana, en un clima de respetuosa convivencia con otras legítimas opciones y exigiendo al mismo tiempo el debido respeto a las propias". Unas afirmaciones que se podían entender como una referencia genérica al "acoso" que según la Iglesia padecen los cristianos. O a los incidentes de anoche tras una manifestación de laicos que protestaban por los gastos del viaje papal.
María Sánchez, de 25 años, logró una invitación para el acto del aeropuerto en el sorteo de la parroquia del Buen Suceso y estaba "encantada", aunque no era nueva en esto ya que, desde la Jornada Mundial de la Juventud de Toronto, en 2002, no se ha vuelto a perder una cita. Estuvo en Colonia, Sidney y ahora en Madrid.
Concluida la recepción oficial, Ratzinger se dirigió, en papamóvil, a la Nunciatura, donde se aloja con parte de su comitiva. Por todo el camino fue vitoreado por peregrinos que le lanzaron serpentinas y globos blancos y amarillos (los colores de la bandera vaticana), le aclamaron y gritaron: "Sí, sí, sí, el Papa ya está aquí".
La Jornada Mundial de la Juventud, que empezó el martes, alcanza su punto álgido con la presencia del papa Ratzinger, que describió la cita como "una ocasión privilegiada" para que los jóvenes católicos pongan "en común sus aspiraciones", intercambien "experiencias", se animen "mutuamente en un camino de fe y de vida", un camino en el que, dijo, "algunos se creen solos o ignorados en sus ambientes cotidianos". Un evento para arroparse y reafirmar su identidad cristiana que ha llenado las calles de Madrid, céntricas y periféricas, de grupos de jóvenes cristianos.
Por la tarde, el Papa se trasladó de nuevo en su vehículo hasta el centro de la ciudad. Entró simbólicamente en la villa a través de la Puerta de Alcalá, donde recibió las llaves de Madrid de manos del alcalde, Alberto Ruiz Gallardón. Pese al intenso calor, cientos de miles de personas llenaron Cibeles y aledaños. Su discurso ahí fue pastoral. Animó a los fieles imitar la conducta de Cristo, a ser "pobres de espíritu, hambrientos de justicia, misericordiosos de corazón, amantes de la paz". Saludó en varias lenguas y advirtió contra la tentación de "edificar sobre arena, tal vez en un paraje paradisíaco, pero que se desmorona ante el primer azote de los vientos".
Horas antes, Benedicto XVI había insistido a los jóvenes en que "sin Dios" sería arduo afrontar los muchos desafíos que les plantea el mundo actual. "Ven la superficialidad, el consumismo y el hedonismo imperantes, tanta banalidad a la hora de vivir la sexualidad, tanta insolidaridad, tanta corrupción. Y saben que sin Dios sería arduo afrontar esos retos y ser verdaderamente felices", dijo.
Durante esta semana Madrid se ha convertido en el centro de catolicismo mundial. Una ciudad que el Rey describió como "una de las capitales europeas más abiertas y hospitalarias", un lugar en el cual "nadie es forastero, sino hermano", en palabras del presidente del Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco. Don Juan Carlos recordó, como ya hizo en Barcelona a finales del año pasado, que "la aportación artística, cultural y religiosa del cristianismo resulta clave para entender la personalidad de España".
Rouco, también arzobispo de Madrid y organizador de la otra Jornada celebrada en España, mencionó en Cibeles otra vez (como hizo en la misa de bienvenida a los peregrinos) la "bimilenaria tradición cristiana". Y se refirió a España como una "antigua nación (...) que inició su andadura histórica con la escucha y abrazo de la predicación apostólica".
En su primer discurso, el Papa también se refirió al problema más acuciante de la juventud española: el desempleo, que entre los españoles menores de 25 años ronda el 46,12%, según la Encuesta de Población Activa del INE, una tasa inédita desde 1994. "Muchos jóvenes miran con preocupación el futuro ante la dificultad de encontrar un empleo digno, o bien por haberlo perdido o tenerlo muy precario e inseguro", afirmó.
Poco antes, en declaraciones a los periodistas a bordo del avión de Alitalia que le trajo desde Roma (regresará en uno de Iberia), recalcó que la actual crisis económica "también tiene una vertiente ética". El Papa recomendó lo siguiente: "La economía solo funciona bien si lo hace en un modo humano y en el respeto de los otros. Sin una dimensión ética la economía no funciona".
Palabra de Papa
- Benedicto XVI mostró ayer su preocupación por los jóvenes en paro y dijo que "la economía no se puede medir por la regla del máximo beneficio". Antes de descender del avión que le trasladaba a Madrid, el Pontífice declaró: "la crisis económica actual es también una crisis de ética, sin ella la economía no puede funcionar y el hombre tiene que ser el centro de la economía y no al revés".
- En su primer discurso en España pidió respeto para los católicos: "No pocos jóvenes, por causa de su fe en Cristo, sufren en sí mismos la discriminación. Se les acosa, queriendo apartarlos de Él, privándoles de los signos de su presencia en la vida pública".
- Con respecto a la Jornada Mundial de la Juventud, dijo que "es una cascada de luz y muestra el coraje de ser creyentes".
- Los jóvenes que han oído la voz de Dios "ven la superficialidad, el consumismo y hedonismo imperantes, tanta banalidad a la hora de vivir la sexualidad, tanta insolidaridad, tanta corrupción".
- "Que nada ni nadie os quite la paz; no os avergoncéis del Señor".
- En el discurso vespertino, el pontífice criticó implícitamente el aborto y la eutanasia: "Hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o es malo, lo justo o lo injusto, decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias, dar en cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso en cada momento. Estas tentaciones siempre están al acecho. Es importante no sucumbir a ellas porque, en realidad, conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios".
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