Andaluces a destajo y sin contrato
Sergio, de 23 años y electricista de profesión, suele pasar las vacaciones en el campo. No descansando, sino trabajando, porque cuando llega la vendimia no hay nadie que se salve de ayudar en las viñas que su familia posee en Llanos del Caudillo (Ciudad Real). A su lado, seis jornaleros granadinos se apresuran en cortar racimos. Cobran a destajo, y ganan unos 65 euros cada nueve horas, mientras sus niños juegan en los alrededores. María Victoria, de 37 años, reconoce que no tienen ninguna relación contractual con el empleador. Sí han firmado un contrato con otro agricultor, el mismo que les ha cedido una casa sin cobrarles alquiler. Recurren al pluriempleo para volver a casa con los bolsillos llenos.
UGT, que envió una delegación a Castilla-La Mancha para inspeccionar la vendimia, ha denunciado la "precariedad y marginación" que sufren los jornaleros andaluces. Sólo desde la provincia de Jaén se han trasladado 3.500 personas a Castilla-La Mancha. "Hemos visto familias enteras que trabajan sin ningún tipo de relación contractual", destacó el sindicato. CC OO considera que, si tampoco se respeta la ley cuando el temporero es español, las patronales agrarias "no pueden alegar que la irregularidad es una consecuencia de las trabas burocráticas para contratar inmigrantes".
Faustino -nombre ficticio- apura un cubata en un bar de Llanos antes de regresar a su campo, donde trabajan seis bolivianos, "ni uno" con papeles. "Eso lo hace mi vecino, éste, el otro... Es que encontrar a españoles es imposible", se defiende. María Victoria, en cambio, se queja de que los patrones prefieren a inmigrantes, "que cobran menos". En su pueblo, Guadahortuna, "hay más de cien parados dispuestos a vendimiar".
El delegado del Gobierno responsabiliza de la situación a las organizaciones agrarias, que eludieron tramitar los permisos con tiempo. Máximo Díaz-Cano, eso sí, está convencido de que el año que viene será distinto: "Todo el mundo es consciente de que no se puede seguir fuera de la legalidad". Asaja, tras la polémica que se ha generado, admite la necesidad de "hablar entre todos" para solventar el problema. Pero la tensión no se ha disipado: el viernes, los sindicatos se manifestaron para protestar por la muerte de dos inmigrantes en el tajo. La patronal agraria respondió: "El campo no está para provocaciones".
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