Adiós a Casas Viejas
Dos jóvenes 'okupas' se encadenan en un túnel subterráneo para evitar el desalojo de un popular centro social de Sevilla
Desde las ocho de la mañana los vecinos del sevillano barrio del Pumarejo se despiden del Centro Social Casas Viejas, un edificio okupado que en los últimos cinco años se había convertido en un referente cultural. Allí se organizaban conciertos, charlas y clases de malabares o lectura para los vecinos.
Unos 60 efectivos de la Policía Nacional, Antidisturbios, Grupo de Operaciones Especiales y bomberos tuvieron que romper la puerta de entrada al inmueble y usar las cizallas para liberar a cuatro miembros del centro que se habían encadenado. Las personas que se encontraban en el interior no opusieron resistencia activa, al igual que el centenar de simpatizantes que organizó una cacerolada frente al edificio.
A estas horas, bomberos y policía aún trabajan para sacar a otros dos okupas, encadenados en un túnel subterráneo que construyó la asamblea de resistencia del centro social. Los propios okupas distribuyeron a la policía un protocolo de actuación ya que "la vida de estas personas podría correr peligro si los sistemas de ventilación fallasen o se desplomase el techo", explicaron. Los portavoces del centro aseguran que la llave de las cadenas la tiene "alguien en el exterior".
A lo largo de la mañana los simpatizantes trataron de cortar al tráfico varias calles adyacentes y recorrieron diversos puntos de la ciudad donde se registraron cargas policiales con dos heridos leves. Los portavoces del centro explicaban el motivo de la resistencia: "Aunque no sea algo legal, creemos que es lo justo; estamos demostrando que es posible la resistencia y desobedecer los procesos económicos injustos".
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