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Reportaje:Empresas & sectores

Cerco al aceite de oliva

Países consumidores desarrollan medidas impositivas y técnicas para frenar las importaciones desde la UE y a favor de las producciones propias

El aceite de oliva, por razones alimentarias y de salud, así como por motivos económicos por la bajada de los precios, está de moda en el mundo. Esta circunstancia ha hecho que en la última campaña España batiera todos los récords de exportación con más de 800.000 toneladas. En países como Estados Unidos, el crecimiento supera anualmente los dos dígitos, situación que se repite en otros como Japón o Australia, mientras se están abriendo vías de entrada en más de un centenar de países entre los que destaca el continente asiático.

Este comportamiento del mercado del aceite de oliva en el mundo y, sobre todo, sus perspectivas de crecimiento futuro, han dado lugar al desarrollo en diferentes países de estrategias encaminadas a frenar esa ofensiva exportadora del aceite comunitario, especialmente español e italiano, donde España coloca casi la mitad de sus exportaciones, fundamentalmente de graneles. Estos serían los casos de países como Estados Unidos, donde, con un consumo de 260.000 toneladas, la producción se eleva a solo 6.000 toneladas, o de Australia, con una demanda superior a las 40.000 toneladas y una producción en aumento, pero que no supera las 20.000 toneladas.

EE UU y Australia hacen valoraciones y cambian normas sobre calidades
España acepta el 'panel test', pero pone condiciones al control del aceite

Ante el auge de la demanda de aceite y el hecho de que haya solo unos pocos países, especialmente España, que dominen los mercados mundiales, desde países importadores se han adoptado medidas en los últimos tiempos, y se han aplicado y se mantienen estrategias para frenar las importaciones y apoyar el consumo propio en un momento de bajos precios en los mercados mundiales marcados por España.

De acuerdo con las condiciones climatológicas de cada país, en muchos de ellos se han desarrollado planes de cultivo pensando fundamentalmente en atender las necesidades de su demanda interior, aunque fuera con unos costes de producción más elevados que en los países tradicionalmente productores. Pero, el hecho de que en los últimos tiempos hayan bajado los precios está suponiendo un problema para los productores de aceite de esos países. Eso ha provocado la adopción en los mismos de medidas en defensa de la comercialización de sus producciones.

Los ataques al aceite comunitario, y fundamentalmente al español, se han producido y se mantienen tanto a través de medidas arancelarias, acusando el producto comunitario de operar con dumping con las subvenciones que recibe de la UE, como desprestigiando su calidad frente al aceite propio.

Australia impuso, y tuvo que eliminar por decisión de los tribunales, una tasa al aceite de oliva comunitario que aplicaba bajo la acusación de estar subvencionado. Argentina siguió en su día el mismo camino y mantiene, según los datos manejados por la Asociación de Exportadores de Aceite de Oliva, Asoliva, una tasa de un dólar por kilo solo para aceites comunitarios. México mantiene una tasa variable en función del precio final del producto en frontera, política que aplica igualmente Perú con una tasa de 1,07 euros kilo. Estados Unidos tiene una tasa de 0,35 centavos por kilo.

Junto a estas acciones a través de tasas y precios para frenar la entrada, especialmente, de aceites españoles o italianos, en los últimos tiempos se ha desarrollado una estrategia basada en la realización y divulgación de estudios sobre la calidad de los aceites que se comercializan en algunos de esos países, así como con un cambio en las denominaciones de los aceites. Para José Pont, presidente de Asoliva, el único objetivo de todo ello es desprestigiar la calidad de los aceites importados frente a los producidos en ese país.

El sistema para determinar la calidad del aceite según sus condiciones organolépticas (olor o sabor) es el denominado panel test, por el que un grupo de catadores catalogados y reconocidos por el Consejo Oleícola Internacional (COI), hace la valoración de un aceite. Un estudio de la Universidad de Davis, en California, del que se hicieron eco muchos de los medios de comunicación más importantes de Estados Unidos, afirmaba que el 69% de los aceites de oliva virgen extra importados no cumplían esas condiciones, frente al 10% de los aceites del país. Ello dio lugar a una demanda donde se acusó de fraude a los importadores y distribuidores por comercializar aceites de inferior categoría a la indicada. En una línea similar, las autoridades australianas están modificando los tipos de denominaciones para los aceites que se comercialicen en ese país.

Para los responsables de la organizacion patronal Asoliva, se trata de una ofensiva en toda regla para frenar las ventas españolas de aceite, al acusar a los exportadores comunitarios de vender un producto que no responde a su etiquetado. Desde Asoliva se considera que el panel test como base para determinar la calidad organoléptica de un aceite puede ofrecer dudas teniendo en cuenta que, a la postre, se trata de la cata de unas personas con sus gustos. Sin embargo, se acepta el sistema siempre que las catas para valorar un aceite se hagan a la salida de la industria, en cuanto el producto se deteriora con el tiempo. Igualmente se pide que en la etiqueta del envase se contemple también una fecha de consumo preferente en el producto exportado.

Embajador en 150 países

El aceite de oliva constituye uno de los principales productos agroalimentarios españoles, tanto por el volumen de sus ventas como por el valor y la evolución de las mismas. España ha pasado de unas exportaciones medias de unas 600.000 toneladas en la última década a la cifra récord de 806.000 toneladas en la campaña anterior, un volumen que en los años ochenta era la producción total de aceite.

Sobre ese volumen de ventas en más de 150 países, prácticamente la mitad se coloca en el mercado italiano, especialmente en forma de graneles. Junto a otros países comunitarios como Francia, Reino Unido o Portugal destacan las más de 50.000 toneladas que se comercializan directamente en Estados Unidos y el desarrollo de los mercados en Asia y en los países árabes.

El tirón actual de las ventas de aceite de oliva en el mundo respondería a dos razones, una coyuntural y otra de fondo.

La razón coyuntural es consecuencia de la bajada de los precios en todos los mercados, donde marcan la pauta las cotizaciones españolas de 1,70 euros por kilo para el aceite de oliva en origen y de 2 euros por kilo para los aceites vírgenes. A menos precio se ha disparado la demanda, sobre todo de graneles.

Pero la razón de fondo, y la más importante, que impulsa de forma permanente las ventas de aceite de oliva en el mundo responde a la calidad del mismo y a su condición de ser un producto alimentario saludable. Esta imagen del aceite virgen y virgen extra se está logrando en los últimos años gracias, en una parte muy importante, a los trabajos desarrollados por diferentes equipos de investigadores, sobre todo en Estados Unidos, para calificar el aceite de oliva virgen como producto saludable frente a las grasas trans. En esa calificación del producto, las autoridades norteamericanas utilizaron igualmente los trabajos desarrollados en España por los equipos de los doctores Pedro Mata, de la Fundación Jiménez Díaz, y Francisco Jiménez, del hospital Reina Sofía en Córdoba.

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