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Reportaje:

Las compañías se apuntan al gallego

La Fundación Galicia Empresa promueve que las industrias potencien el uso de su lengua

Miguel Ángel Noceda

La virtud de la palabra también llega a la economía. O al revés. "Hay que pensar que la economía es un arma indispensable para la normalización lingüística y el gallego no estará normalizado hasta que sea normal en todos los niveles de las empresas gallegas". Resulta curioso ligar el uso de una lengua a las empresas ubicadas en un territorio determinado, y sobre todo cuando está sometida a la preponderancia de otra (el español), pero la Fundación Galicia Empresa (FGE) tiene ese empeño desde hace tiempo. Las palabras que comparten su presidente actual, Benito Fernández, y su secretario de siempre, Xavier Suárez-Vence, definen la razón de ser.

La Fundación nació en 1993 por iniciativa de la Asociación de Funcionarios para la Normalización Lingüística de Galicia y un grupo de empresarios. Se trata de acercar el mundo de la empresa y la cultura gallega a través del uso del gallego. Hoy cuenta con 52 empresas asociadas que tienen la identidad gallega como común denominador. No están todas las que son, pero la FGE espera que pronto acabe contando con todas las importantes.

"El gallego existe, pero no es visible", dice Suárez-Vence, secretario de la Fundación, que tras 14 años cuenta con 52 compañías asociadas
Además del uso de la lengua, investiga las características peculiares de la empresa gallega, su desarrollo y su estética

Han pasado 14 años y hasta la fecha apenas es conocida fuera de Galicia. Ahora, los responsables de la FGE quieren superar barreras. "La empresa gallega ha evolucionado para participar en condiciones de igualdad en el nuevo escenario empresarial mundial, pero sin renunciar a sus raíces", dice Benito Fernández, que añade: "Además de innovar y modernizarse, se esfuerza en promocionar sus características peculiares y potenciar actividades que la vinculen con la realidad económica, social y cultural de Galicia".

El problema es que "el gallego existe, pero no es visible", según Suárez-Vence, ex diputado comprometido con la realidad de su país. "Y tanto por su ámbito geográfico, el tipo de cliente y la relación con otras entidades, la empresa gallega puede contribuir como nadie al desarrollo sostenible, al progreso y a la cohesión social, y desde esa perspectiva somos empresas socialmente responsables en las que el gallego debe desempeñar un papel fundamental".

En ese terreno se mueven, por ejemplo, la maderera Finsa, la firma de telecomunicaciones R, la tecnológica Blu:sens, las bodegas Terras Gauda y los astilleros Rodman, banderas de enganche que sirvieron a la FGE para dar a conocer su labor a un grupo de periodistas de fuera de Galicia.

Además del empleo del gallego, la FGE trata de investigar las características peculiares de la empresa gallega, su desarrollo y la estética diferenciadora de sus productos. En ese sentido, "se compromete a fomentar centros de diálogo y de publicaciones sobre la vinculación de la empresa y la realidad socioeconómica y cultural de la comunidad", subraya Fernández. Es un vehículo idóneo para la comunicación y existe un bajo rechazo popular, aunque crea inseguridad, algunos tienen dificultades para escribirlo y puede dar pie a discrepancias sociales y políticas.

No obstante, Suárez-Vence reconoce que comprometerse con el uso del gallego es difícil. La realidad dice que donde más utiliza es en las cadenas de producción, pero que a medida que sube escalones en la jerarquía de las empresas se va perdiendo su uso. Por eso, la FGE propone que el gallego se utilice desde la base hasta la cúpula directiva y en las relaciones comerciales, siempre que sea factible. Gallegos, sí; pero tontos, no.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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