La Antártida esconde una cordillera del tamaño de los Alpes
Un grupo de científicos confirma la existencia del conjunto de montañas, descubierto en los años 50 por exploradores rusos
La gigantesca capa de hielo que cubre el continente antártico esconde, a cuatro kilómetros de profundidad, una cordillera tan grande como los Alpes. El conjunto de montañas fue descubierto al este de la Antártida hace más de 50 años por exploradores soviéticos y recibió después el nombre de cordillera Gamburtsev, en honor al geofísico ruso Grigoriy Gamburtsev. Pese a una investigación en los años 70, no se determinó ni su tamaño ni su forma. Ahora, un grupo de científicos de siete países que están elaborando un mapa del mundo oculto de la Antártida han confirmado la existencia de la cordillera que, según han establecido, mide 800 kilómetros de largo y hasta 400 de ancho, informa el diario británico The Guardian.
"Sabíamos que había un zona potencialmente elevada ahí abajo, pero no teníamos ni idea de sus dimensiones", ha dicho Fausto Ferraccioli, geofísico que lidera el equipo británico que participa en el proyecto Antarctica's Gamburtsev Province (AGAP), que se enmarca dentro de los actos con motivo del Año Internacional Polar. "Ahora sabemos que estas montañas tienen un tamaño similar al de los Alpes, pero es que también se parecen en más cosas, como en sus cumbres y valles", ha destacado Ferraccioli.
El descubrimiento permite asimismo especular con el papel que pudo jugar esta cordillera en el surgimiento de la gran capa de hielo del este de la Antártida, que se extiende sobre más de 10 millones de kilómetros cuadrados (20 veces España) del lecho continental. "La presencia de cumbres y valles podría indicar que el glaciar se formó rápidamente, pero no lo sabemos seguro y ahora nuestro mayor reto es precisar la fecha para comprender mejor este fenómeno", ha explicado Ferraccioli. Otro de los hallazgos que ha sorprendido a los científicos ha sido la aparición de agua líquida en algunos valles pese a que se trabajó en la superficie a una temperatura media de 30 grados centígrados bajo cero.
Para poder verificar la existencia de la cordillera, el equipo del proyecto AGAP se sirvió de varios aviones que, provistos de radares y sensores, sobrevolaron la corteza de hielo y permitieron ver las montañas escondidas.
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