Irán vuelve al diálogo nuclear
La decisión se produce horas antes de que la jefa de la diplomacia de EE UU amenazara públicamente a Teherán con la imposición de "sanciones muy fuertes" por parte de Naciones Unidas
Irán ha anunciado este miércoles que acoge "positivamente" la invitación de las grandes potencias del G-6 para volver a la mesa de diálogo sobre su programa nuclear, aunque ha reiterado que no va a suspender el enriquecimiento de uranio. Su decisión se ha producido horas antes de que la secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, amenazara públicamente a Teherán con la imposición de "sanciones muy fuertes" por parte de Naciones Unidas si el régimen de los ayatolás no aceptaba negociar su programa nuclear.
La respuesta iraní, esperada desde que el alto representante europeo, Javier Solana, telefoneara al jefe negociador Said Yalili, el lunes de la semana pasada, deja entrever un deseo de hablar y resolver el contencioso por la vía diplomática.
"Hemos recibido el texto y aguardamos a que Solana hable con Yalili", se ha disculpado Cristina Gallach, la portavoz del representante europeo, cuando este diario le pidió una primera impresión. Fuentes diplomáticas europeas, por su parte, precisaron que "nadie esperaba un cambio de política y menos por escrito". En su opinión, sería un avance si permitiera volver a sentarse a negociar. "Si el texto es muy largo y detallado, será más difícil hincarle el diente; si es corto, permitirá fijar una reunión", interpretaba uno de los consultados. El escrito sólo tiene cuatro párrafos y ocupa menos de un folio, según una copia a la que tuvo acceso EL PAÍS.
El diálogo quedó interrumpido el pasado junio cuando Irán rechazó la última oferta del G-6 (EE UU, China, Rusia, Reino Unido, Francia y la UE) para que suspendiera el enriquecimiento de uranio. Este proceso, que tanto vale para producir combustible nuclear como para fabricar armas atómicas, le ha valido a Teherán tres resoluciones sancionadoras del Consejo de Seguridad de la ONU. Yalili dijo entonces a Solana que deseaba negociar un acuerdo que abarcara la paz y la seguridad en la región. Los diplomáticos occidentales sacaron la impresión de que Irán trataba de ganar tiempo para expandir su programa nuclear y hacerlo irreversible. Este mes, coincidiendo con el día nacional de la tecnología nuclear, el presidente Mahmud Ahmadineyad, anunció que ya había 7.000 centrifugadoras trabajando a pleno rendimiento (el doble de las 3.000 de hace un año) y, aunque está lejos de su objetivo de alcanzar las 50.000, reavivó el temor sobre las intenciones iraníes.
Pese a las duras advertencias de Clinton, el gran cambio se ha producido del lado estadounidense. Desde su llegada a la Casa Blanca, Barack Obama ha expresado su disposición a hablar con Teherán sin precondiciones, aunque su objetivo sigue siendo la suspensión del enriquecimiento de uranio.
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