El nominado a fiscal general de EE UU opina que la asfixia simulada sí es tortura

Para el nominado por Barack Obama a encabezar el Departamento de Justicia de Estados Unidos, el controversial método de waterboarding (asfixia simulada) utilizado por la CIA para interrogar a sospechosos de actos terroristas "sí es tortura". Eric Holder, quien defiende su nominación ante el comité de Justicia del Senado estadounidense, ha respondido este jueves así a una pregunta del panel, al que también ha confirmado el cierre de la polémica base de Guantánamo en Cuba, pero que será una medida que llevará tiempo.

El presidente George W. Bush ha insistido en que su administración no ha aplicado torturas, pero la CIA ha reconocido que ha utilizado esta táctica en al menos tres casos durante los interrogatorios llevados a cabo en Guantánamo. Las declaraciones de Holder son una clara señal de la diferencia del gobierno de Obama con su predecesor, de que no tolerará este tipo de métodos interrogatorios.

Holder, asesor del presidente electo, fue subsecretario del Departamento de Justicia durante la presidencia de Bill Clinton, y de ser ratificado por el Senado, sería el primer fiscal general negro del país. Natural de Nueva York y graduado en la Universidad de Columbia, Holder trabajó durante muchos años como fiscal federal, una labor en la que se labró una reputación de enemigo de la corrupción en el sector público.

En su comparecencia ante el comité, Holder ha prometido combatir duramente el fraude financiero y reforzará las leyes antimonopolio. También ha dicho en su discurso inicial que combatirá el terrorismo "con todas las herramientas disponibles", y que se convertirá en el primer defensor de la seguridad pública y los derechos civiles.

El Departamento de Justicia "debe proseguir su mayor esfuerzo contra el fraude financiero y la manipulación del mercado. Como a los contribuyentes se les pide rescatar grandes segmentos de nuestra economía, también tienen el derecho a exigir las cuentas por sus desaguisados", ha dicho Holder.

Su nominación ha generado amplias críticas en algunos republicanos por su papel como subsecretario de Justicia en una polémica amnistía otorgada en los últimos días de la presidencia de Clinton. Se espera que la aprobación de su nombramiento sea el más difícil de todos los planteados por Obama, pero al final superará el escollo con la ayuda de un Senado dominado por los demócratas.