Llorente desata al Athletic
El delantero, secundado por Javi Martínez, protagoniza la remontada ante un mecánico Nacional
El gesto de Llorente tras marcar el gol de la victoria a cinco minutos del final, lo decía todo, lo resumía todo. No era un gesto de felicidad, como a priori correspondía, sino de rabia, como cuando alguien se libera de las frustraciones, particulares y generales, padecidas. Algo así como cuando uno encuentra las gafas que llevaba puestas tras rebuscarlas en todos los bolsillos. Porque el Athletic se había entregado durante 45 minutos a la frustración que le persigue por su falta de productividad y además había encajado un gol de Rubén Micael por su mala posición defensiva. Sin ocasiones, hace falta mucha calidad para hacer goles y el Athletic es un equipo laborioso que reclama un ingente trabajo para encontrar alguna pepita de oro en el cestaño. En toda la primera mitad no encontró ni una porque apenas se acercó a la mina.
Athletic 2 - Nacional 1
Athletic Club: Iraizoz; Iraola, Ustaritz, Amorebieta, Castillo; Susaeta, Orbaiz, Yeste (Javi Martínez, min.46), Gabilondo (De Marcos, min.46); Etxeberria (Toquero, min.72) y Llorente.
CD Nacional: Bracali; Patacas, Halliche, Felipe Lopes, Nuno Pinto; Cléber, Leandro Salino, Rúben Micael, Luis Alberto (Joao Aurelio, min.73); Pecnik (Mateus, min.66) y Edgar Silva (Clebao, min.79).
Goles: 0-1, min.40 Rubén Micael. 1-1, min.67: Etxeberria.
Árbitro: Istvan Vad (Hungría). Mostró tarjeta amarilla a los locales Ustaritz, y a los visitantes Patacas, Luis Alberto, Cléber.
Incidencias: Unos 30.000 espectadores en San Mamés, entre ellos un centenar de seguidores del Nacional. Tarde fresca y lluviosa a ratos. Terreno de juego en buenas condiciones. Tercera jornada del Grupo L de la Liga Europa. Presenciaron el partido los presidentes de la UEFA, Michel Platini, la RFEF, Ángel María Villar, y la Liga de Fútbol Profesional, José Luis Astiazaran. El capitán del Nacional, Bruno Patacas, cumplió con la tradición de cada equipo que visita por primera vez San Mamés de depositar un ramo de flores en el busto del legendario Rafael Moreno ''Pichichi''.
La apuesta de Caparrós por el toque no funcionó, no porque el principio filosófico fuera erróneo sino porque Yeste no está para ruidos (es decir, ni para sacar las faltas) y porque a Gabilondo le salió uno de esos abundantes días teresianos en los que vive sin vivir en sí. Demasiada rémora para un equipo con pocos mimbres que inevitablemente vio como adelgazaba el músculo porque Orbaiz también regresa de una lesión, y si no ha perdido inteligencia le faltan algunos gramos de musculatura para desarrollarla.
El Nacional es un equipo sin figuras, pero bien trabajado defensivamente y disciplinadísimo sobre el terreno de juego. Es decir, uno de esos equipos que al Athletic se le dan históricamente mal porque no se enredan en la adrenalina de cada jugada y parecen mecanismos automáticos que casi nunca fallan. Si además te hace un gol, en una bella jugada protagonizada por sus dos mejores futbolistas, el laborioso Pecnik y el inteligente Micael, el mecanismo activa un resorte que obliga a los futbolistas a no salirse ni una línea del guión establecido en el programa informático.
El que sí necesitaba un reseteo era el Athletic después de que sólo Susaeta, con su fútbol bullicioso, se asomara al área y Llorente se fajara con los grandotes defensores del Nacional en esa tarea de desgaste que lo mismo acaba con el central que con el delantero.
Yeste y Gabilondo, helados por la lluvia y su carácter, se quedaron en el vestuario, a cambio de De Marcos y Javi Martínez. Orbaiz lo agradeció infinitamente. Martínez, más trotero, más cañero, empezó a escarbar en el centro del campo portugués, especialmente por la derecha y allí encontró el empate con un centro templadito que Llorente metió al corazón del área para que lo empujase Etxeberria. Era la primera venganza de Llorente después de su supuesta pelea perdida con los tres centrales del Nacional. La segunda la sirvió en vaso frío, cuando Manuel Machado, el técnico portugués, metió otro central, más grandullón que los anteriores, Clebao, para evitarse problemas de última hora. Fue su única equivocación, porque el brasileño es grande y fuerte, pero no precisamente ágil. Javi Martínez, de nuevo, metió de cabeza el balón en el área y Llorente con un quiebro se quitó de en medio al grandullón y ganó el partido.
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