Button, ¿del barro a la cumbre?
El piloto británico vuelve a ser considerado mientras Hamilton pierde fuelle pese a ser campeón
De conquistar la 'pole' a partir desde la decimoctava plaza. De gritar de alegría, al gesto contrariado. De subir a la cumbre a estrellarse en el barro. Hamilton pasó hoy por todo eso. El piloto británico, que hace un año lograba un doblete abrumador, acusó de nuevo los problemas de adaptación de su McLaren, pero esta vez no fue la aerodinámica, ni los neumáticos, ni el KERS. Mañana, el vigente campeón saldrá desde el fondo por la penalización que supone cambiar una caja de cambios que tiene que durar, al menos, cuatro carreras. En su lugar, otro británico. Jenson Button, enterrado en vida hasta hace un año bajo el manto de gloria del pupilo de Ron Dennis. La fórmula uno sigue igual de impredecible.
Hoy, Lewis Hamilton ni siquiera peleó por la calificación. Regresó a su garaje tras la primera cronometrada suspirando al verse al borde del abismo y de allí ya no salió. Se quitó el casco y dijo fin. A McLaren le quedaba una sola baza, Heikki Kovalainen, pero el finlandés tampoco estuvo a la altura por la poca competitividad de su máquina. Todo lo contrario que en 2008, cuando en la Q1 cogió aire (fue octavo) para presionar hasta el error a Robert Kubica, su mayor rival en pista, y firmar la séptima calificación de su carrera. Button, la otra cara de la moneda, no pasaba el segundo corte y partiría decimotercero. Nadie se acordó entonces del piloto de Honda; tampoco un día más tarde, eclipsado por tantas anécdotas del gran premio: Hamilton dominaba en solitario, Alonso terminaba cuarto (partió undécimo) y 15 de los 22 corredores, entre ellos Button por accidente, abandonaban antes de la meta.
Pasó el tiempo, Hamilton ganaba y su compatriota se perdía en las hemerotecas. McLaren triunfó en el mundial de Pilotos y Honda cerró por bancarrota. Hasta que llegó una luz llamada Ross Brawn, el ingeniero que vio coronarse a su piloto Michael Schumacher en cinco ocasiones como piloto de Ferrari, y asumió las riendas de una escudería en peligro de extinción. Desde los últimos entrenamientos en Jerez y Montmeló (los únicos en los que ha participado Brawn GP), la prensa tiene nuevo discurso. El potencial exhibido por los dos bólidos BGP001 de Button y Barrichello ha ido convenciendo a sus anteriores detractores, y la imagen del británico renacido ha ido tomando cuerpo hasta superar al protagonista del automovilismo inglés.
Con Ross Brawn, el equipo ahora planta cara a todos. A los veteranos y a los menos experimentados. Si lo vivido hoy se mantiene como la tónica, 2009 será una temporada de duelos fratricidas con invitados de lujo. Un hijo pródigo frente al Mesías, si las evoluciones de Ferrari, Renault y BMW o las restricciones de la FIA lo permiten.
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