Libra Schuster, actúa Guardiola

Pep Guardiola, al que algún alto mandatario madridista llegó a comparar con López Caro, necesitaba ganarse el crédito como técnico; Bernd Schuster acababa de revalorizarse como campeón. El Barça llegó a divulgar por boca de su entrenador que no contaba con Eto'o. Luego, el técnico, la institución y el jugador, de indiscutible valor deportivo y sin recambios en el planeta, firmaron una tregua. El Madrid, al mismo tiempo, consintió que se enredara más de la cuenta la bronca con Robinho, al que no creyó fundamental para el equipo ante el flirteo con Cristiano Ronaldo. Nadie recondujo la situación con el brasileño. Iniesta y Sergio Ramos regresaron como campeones de Europa. Al primero le tocó orillarse de nuevo como extremo izquierda, posición que no es su preferida. Ramos, otra vez, tuvo que comerse todo el marrón de la banda derecha. Del debate táctico sólo el andaluz ha salido mal parado.

El Barça arrancó la temporada tan gripado como el Madrid, pero con mayores urgencias por el doblete blanco en la Liga en los dos cursos precedentes. Tras la derrota en Soria, el Racing llegó al Camp Nou, donde ya había una ola de escepticismo ante el novato Guardiola. Éste no se achicó. Lanzó un mensaje inequívoco a su vestuario, a los despachos y a la grada: Sergio Busquets y Pedrito. El equipo cántabro empató, pero el mister azulgrana sostuvo su ideario y el Barça se disparó como un cohete. El efecto Busquets, más allá del valor del futbolista, que lo tiene, activó a todo el equipo. Si el cuadro barcelonista se estrelló en Soria, el Madrid lo hizo en Riazor. Lejos de buscar nuevos incentivos, Schuster deslizó su enésimo mensaje contra la mala planificación de Pedja Mijatovic. El Madrid no despertó. Entonces, Schuster y su distante director deportivo apelaron al manto arbitral. El Madrid no resurgió.

Cuando los árbitros dejaron de estar en la diana, unos y otros, especialmente el técnico, se quedaron mudos hasta que la plantilla decidió intervenir la pasada semana tras el batacazo copero. Schuster pudo buscar, por ejemplo, el efecto Bueno. No lo hizo. El Madrid no espabiló. Ayer, Schuster se tomó el día libre mientras se entrenaban cuatro voluntarios. Hoy, el Madrid, a cinco puntos del Barça, padece el absentismo de su técnico, su desprecio a la cantera y el que Mijatovic no hiciera sus deberes. Hoy, el Barça, que ayer ganó en Huelva con un gol de estrategia de Messi y otro de Keita (0-2), lidera la Liga, el discurso del técnico ha calado y en el Colombino se alinearon como titulares seis alumnos de La Masía. En el fútbol español, los cambios de ciclo entre Barça y Madrid son permanentes. Éste puede ser otro de ellos.

En el Manzanares también hubo, al menos por un día, un cambio de guión. Javier Aguirre no tiritó y con Agüero y Forlán juntos todo le resultó más fácil al Atlético, que goleó al Deportivo (4-1). El que no remonta es Osasuna. Lo mismo da Ziganda que Camacho. En once jornadas ha sumado cinco puntos (cinco empates) y ha marcado tres goles, un registro negativo que iguala el del Logroñés en la temporada 1994-1995. Osasuna cayó en San Mamés ante el Athletic (2-0), que respira en la cola, como el Numancia, que logró su primera victoria fuera de casa (3-4 al Espanyol). En Málaga, el Villarreal perdió dos puntos en el último minuto (2-2) y en Getafe se creció el Sevilla (0-2).

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