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13 insurgentes afganos mueren en una emboscada a tropas españolas

En el combate, que duró más de cinco horas, intervinieron helicópteros italianos

Miguel González

En el mismo momento en que, ayer por la mañana, en la base de Torrejón de Ardoz (Madrid), la ministra de Defensa, Carme Chacón, los calificaba de "delincuentes comunes", los insurgentes afganos atacaban por segunda vez en menos de 24 horas a las tropas españolas.

Lo hicieron en el mismo lugar en el que el sargento J. E. S. A. resultó herido leve el miércoles en una pierna por el rebote de un proyectil: en el paso de montaña de Sabzak, ruta obligada entre las localidades de Qala-i-Naw y Herat, que albergan las dos mayores bases del contingente militar español.

En Afganistán es muy difícil distinguir a los talibanes de los forajidos. Según todos los expertos, sólo un núcleo politizado de la insurgencia son seguidores del mulá Omar. La mayoría se nutre con señores de la guerra, narcotraficantes o campesinos sin mejor forma de ganarse la vida.

Los agresores dispararon desde cuatro posiciones distintas a la vez
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Pero, incluso para los parámetros afganos, el ataque de ayer se aleja de lo que cabe esperar de una banda de delincuentes: los agresores eran varias decenas, estaban "perfectamente organizados", dispararon simultáneamente desde cuatro posiciones distintas y mantuvieron el intercambio de fuego durante horas, incluso tras la llegada de helicópteros de ataque Mangusta. Fue, según fuentes militares, "una emboscada en toda regla".

La patrulla española, con unos 130 integrantes y una treintena de vehículos, perteneciente al subgrupo táctico desplegado en Qal-i-Naw, iba en dirección a Herat, al encuentro de un convoy de la policía afgana, del que formaban parte dos autobuses con familiares de los agentes, para prestarles protección. En las proximidades de la aldea de Margozhar, los militares españoles se encontraron bajo una lluvia de disparos de fusilería que se desarrollaron en dos oleadas: entre las 8.56 y las 10.30; y entre las 11.40 y las 14.15, siempre en hora local (dos y media menos en la Península). Varios proyectiles alcanzaron a los vehículos españoles, dos de los cuales resultaron inutilizados y tuvieron que ser remolcados, aunque no hubo que lamentar daños personales.

Eso por parte española, pues en el bando insurgente se produjeron "alrededor de 13 bajas y al menos tres heridos", según informó el Ministerio de Defensa en una nota, citando fuentes de la ISAF, la fuerza de la OTAN para Afganistán.

Es imposible saber cuántos murieron por las balas españolas pues, aunque Defensa indicó inicialmente que "los helicópteros enviados a la zona no abrieron fuego debido a la cercanía de una aldea y ante la eventualidad de que pudieran producirse bajas civiles", luego precisó que los dos Mangusta italianos sí que intervinieron en un momento de las hostilidades.

Los atacantes acabaron por refugiarse en una cueva. Fue entonces cuando, debido a la proximidad de viviendas, se indicó a los Mangusta que se abstuviesen de disparar. A las 15.00, los insurgentes huyeron. Muchos iban a caballo. Una imagen que parece casar con la de los bandoleros, pero responde a consideraciones prácticas: en las montañas afganas, el transporte equino es el más eficaz, como sabían los muyaidines de la Alianza del Norte que combatían a los talibanes.

Delincuentes o islamistas, los insurgentes que actúan en el paso de Sabzak no se habían atrevido hasta ahora a atacar a una potente unidad de la OTAN. Sólo objetivos fáciles con buen botín. Ése es el salto cualitativo.

Tropas españolas han repelido esta mañana un ataque talibán en el paso de Sabzak. El choque se ha saldado con 13 insurgentes muertos y al menos tres heridosVídeo: CNN+

Un paso estratégico

La apertura de la carretera entre Qal-i-Naw y Herat es uno de los grandes logros de la cooperación española. Antes de su rehabilitación, se requerían unas 18 horas para recorrer los alrededor de 120 kilómetros que separan ambas localidades y el paso de Sabzak resultaba impracticable en invierno, lo que condenaba al aislamiento a la provincia de Badghis. La apertura de esta ruta no sólo ha revitalizado el comercio, sino que resulta imprescindible para el transporte de los materiales con los que se está construyendo la nueva base española de Qal-i-Naw.

Dicho éxito está en el origen de los actuales problemas. El tráfico de mercancías es una presa fácil para los grupos armados que merodean por la zona. Algunos camiones han sido robados o quemados y los transportistas locales saben que no pueden circular sin pagar peaje.

Los controles instalados por la policía afgana han desaparecido tras varios ataques. Lo sucedido los dos últimos días demuestra, en opinión de los mandos militares, que los problemas de inseguridad de Afganistán no se acaban tras las elecciones del 20 de agosto, para las que el contingente español (800 efectivos) ha sido temporalmente reforzado con otros 450. Incluso si finalmente no fuera necesario celebrar una segunda vuelta en octubre.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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