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Crónica:Final del torneo de Roma
Crónica
Texto informativo con interpretación

"Nadal te exige hacer algo extra"

Djokovic cae ante el español, corto de juego por tres extenuantes semanas de triunfos

La estadística es propia de Bjorn Borg, el hombre de hielo. El juego, no. Rafael Nadal se impuso ayer por 7-6 (2) y 6-2 a Novak Djokovic en la final del Masters de Roma, conquistando por cuarta vez el torneo, lo que nunca había logrado nadie. Hubo raquetas reventadas, un desmayo en la grada y dos tenistas enfrentados en cuerpo y alma. Djokovic, que con la derrota perdió su número tres en favor de Andy Murray, acabó imitando a Nadal en la entrega de premios. El español, celebrando su superioridad incontestable sobre arcilla y rumiando varias lagunas impropias de su fama: desaprovechó un punto de set al resto para ganar la primera manga (5-3). Por dos veces sacó para apuntarse ese parcial y en las dos ocasiones vio cómo el serbio le rompía el servicio. Nadal es hoy un campeón a la espera de su gran partido. Tiembla el recuerdo de Borg, el caníbal de la arcilla. Roland Garros arranca el 24 de mayo y ahí, dicen los expertos, Nadal volverá a jugar de maravilla.

"Éste es un gran momento, pero las dificultades vendrán", avisa el mallorquín

"Nadal ganó en Montecarlo sin jugar bien. Así de superior es. Hay que esperar a Roland Garros. A los cinco sets. Ahí, cuando pueda arriesgar más, cuando tenga más margen para que no se le escapen los rivales en el marcador y no tenga que asegurar tanto, será más agresivo y mejorará. Ahí es cuando realmente va metiendo paliza tras paliza, como el año pasado".

Habla Jordi Arrese y su voz no es sólo la del hombre que ganó la plata en los Juegos de Barcelona. Es la del único español que mantiene un récord positivo contra Bjorn Borg (1-0), al que ganó en Montecarlo cuando el sueco era un tenista crepuscular que intentaba volver a ser un dictador eterno. El número uno, sin rivales ni grandes alardes en su juego, busca ahora una marca que ni el sueco ha conseguido: ganar cinco Roland Garros consecutivos.

"He tenido algunos problemas debido al bote alto de la pelota y, con respecto a la final de Montecarlo [se la ganó a Djokovic hace dos semanas], más dificultades para controlar el juego", admitió Nadal, que vio cómo Djokovic destrozaba una raqueta contra la pista, tan frustrado se sentía. "Estoy pasando un gran momento. Hay que poner los pies en el suelo y seguir trabajando porque las dificultades vendrán", añadió. "Quiero dar la enhorabuena a Novak por su mejora en las últimas semanas en tierra. Seguro que, si sigue jugando así, algún día podrá ganarme". ¿Qué dijo Djokovic? "Nadal es el mejor del circuito. Siempre te exige hacer algo extra para ganarle".

"Nadal está ganando sin jugar su mejor tenis porque no está necesitando usar todas sus marchas", opina Arrese; "creo que nadie le ha apretado lo suficiente para que dé su mejor tenis. En los momentos importantes da su mejor nivel. No es sólo que sea claramente superior. Es que le tienen muchísimo respeto".

Dentro de su inapelable superioridad sobre arcilla, donde lleva 30 victorias seguidas, Nadal está ofreciendo una versión menor de sí mismo. Es víctima de su propio éxito. Le pesa un calendario sobrecargado, que le ha visto coronarse tres veces en las tres últimas semanas -Montecarlo, Barcelona y Roma-, y los cambios técnicos que han hecho de él un tenista competitivo sobre hierba o cemento. "Nadal", explica Arrese, "es hoy un tenista más completo. Los cambios en su juego, sin embargo, funcionan mejor en pista rápida que sobre tierra. Pasa con el revés cortado. Ahora que tiene una semana de descanso empezaremos a ver al mejor Rafa... porque si la cabeza y el físico no están frescos es complicado dar el mejor tenis".

Cuando Borg mandaba sobre la tierra, era un gigante que pisaba sus raquetas para asegurarse de la tensión de las cuerdas; un hombre introvertido, frío, que nunca hablaba de sí mismo, como reconoció en My life and Game (Mi vida y mi juego), su autobiografía, y un campeón con un nombre que era en sí mismo un aviso: Bjorn Borg se traduce como el castillo del oso.

Nadal no es nada de eso, pero lleva tiempo haciendo algo más que discutirle su herencia. El español ha disputado ocho torneos en 2009. Ha ganado cinco y perdió la final del sexto, en Rotterdam y contra Murray. Con su triunfo de ayer, lleva 15 títulos de la categoría de los Masters, lo que le coloca segundo en la lista de campeones de todos los tiempos, a sólo dos de los 17 de Agassi. Sencillamente impresionante.

Rafael Nadal celebra su victoria sobre Novak Djokovic en el Masters<i> de Roma.</i>
Rafael Nadal celebra su victoria sobre Novak Djokovic en el Masters de Roma.REUTERS

Dos millones en 123 días

La impecable racha de Rafa Nadal, su marcha implacable por el circuito, ese triunfar constante que ya le ha visto acumular cinco torneos, incluido el primer grande de la temporada -Abierto de Australia, Indian Wells, Montecarlo, Barcelona y Roma-, tiene también su traducción a las cosas del bolsillo: el mallorquín ha ganado ya más de 3,5 millones de dólares (unos 2,6 de euros) en 2009, que ha descontado 123 días. Sólo por sus triunfos, sin contar con sus contratos publicitarios, que representan lo más jugoso de sus ingresos, se ha embolsado ya más de 24 millones de dólares (unos 18 millones de euros) en toda su carrera.

Nadal tiene ahora unos días de descanso antes de llegar a Madrid, donde el día 8 comienza el torneo de la capital, que probablemente le vea aterrizar el jueves. De ese día hasta la jornada de su debut, el martes o el miércoles, Nadal tendrá tiempo de adaptarse a la arcilla de Madrid y a sus 600 metros de altura. Es un arma de doble filo. Ayuda a los sacadores. Desvía los tiros. Y hace que el top spin del número uno, con su bote altísimo de marca, salte montañas.

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