El ministro de Economía alemán ofrece su cabeza por la crisis
El líder de la CSU rechaza la dimisión y declara su confianza en Glos
El ministro alemán de Economía, Michael Glos, ofreció ayer su cese a Horst Seehofer, jefe de la Unión Socialcristiana (CSU), el partido bávaro hermano de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller federal Angela Merkel. Seehofer rechazó de inmediato la dimisión.
Glos, muy criticado en Alemania por su perfil bajo durante la crisis financiera, adujo motivos de edad (está a punto de cumplir los 65 años) para dejar su puesto. En la carta enviada a Seehofer, Glos le informaba de que no tenía intención de seguir ocupando puestos ministeriales después de las elecciones del 28 de septiembre y pedía ser relevado de sus actuales responsabilidades.
"No aceptaré esta petición", dijo ayer el presidente de la CSU a los periodistas en Múnich. "Michael Glos tiene mi confianza", añadió. Seehofer reveló que había conversado por teléfono con el ministro y que en breve lo haría en persona. Glos declinó realizar declaraciones su llegada anoche a un acto en Wiesbaden.
El contenido de la carta de Glos fue publicada por el diario Bild am Sonntag y confirmada por el portavoz del ministro.
Glos fue una elección sorprendente como titular de Economía tras las elecciones federales de 2005, sobre todo cuando el entonces líder de la CSU, Edmund Stoiber, parecía el gran favorito para hacerse con el puesto.
Desde entonces, Glos ha tenido numerosos problemas y equivocaciones que han minado su prestigio, como confundir en alguna intervención el marco alemán con el euro, que es la moneda en vigor en Alemania y en gran parte de la UE. Uno de sus mayores errores fue la realización de un viaje de larga duración a Asia cuando estalló la crisis financiera.
La CSU sufrió grandes pérdidas en las elecciones de septiembre de 2008. Muchos altos cargos de la CSU consideran a Glos responsable en parte de aquel desastre. Las relaciones entre y Glos y Seehofer han sido tensas en las últimas semanas. El ministro de Economía parecía además descontento por el papel secundario al que parecían haberle relegado Merkel y el ministro de Finanzas, Peer Steinbrück.
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