La primavera egipcia se congela
La economía entra en caída libre con el freno del turismo y del tráfico por Suez
El borboteo de la shisha y el humo ascienden al calor de la tarde en los cafés que, bajo distinguidas palmeras, jalonan el edificio de la Bolsa en el centro de El Cairo. La laxitud de los días posrrevolucionarios contrasta con la deriva frenética, en caída libre, que la economía ha emprendido desde que empezó la revuelta en Egipto, el pasado 25 de enero. 7.650 millones de euros de pérdidas, sin contar las que ocasionó el cierre de la Bolsa, en la industria, el turismo, la construcción y el canal de Suez, cuyos ingresos suponen una mayor fuente de divisas para el país, según un informe del Instituto de Planificación Nacional. La directora del instituto, Fadiya Abdel Salam, señala además que las reservas en moneda extranjera cayeron hasta 19.432 millones de euros en abril, frente a los 24.290 millones del mismo periodo de 2010, las cifras más bajas en cuatro años.
El FMI calcula que el PIB crecerá este año apenas un 1%, tras el 5,1% en 2010
Los más optimistas recuerdan que el déficit llegó al 20% en los años ochenta
Ante semejante sangría, la ayuda era imprescindible. El Banco Mundial ha ofrecido 3.123 millones de euros a desembolsar en los próximos dos años; el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha comprometido esta misma semana otros 2.082 millones, y los líderes del G-8, reunidos el último fin de semana de mayo en Deauville (Francia), aprobaron un paquete de ayudas por 13.880 millones para ayudar a las democracias árabes -Egipto y Túnez acudieron como invitados a la reunión-. Asimismo, el presidente de EE UU, Barack Obama, ha propuesto 2.080 millones en distintos tipos de ayuda para el que es su principal socio estratégico en la región y la cancelación de 694 millones en deuda, aproximadamente un tercio de lo que Egipto le debe.
No faltan razones para tanta alarma. La industria ha perdido entre 1.800 y 3.636 millones de euros desde el inicio del proceso revolucionario, debido al cierre de fábricas, y la tasa de crecimiento este año será, "como mucho, de un 2%", según los datos aportados por Mahmoud Naser, responsable financiero del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas -que gobierna el país desde que Hosni Mubarak dejara el poder el pasado febrero-. El FMI ha recortado su previsión al 1% [ver gráfico adjunto], frente al 5,5% anterior. El déficit supera los 118.000 millones, mientras que la deuda externa ya representa el 90% del PIB.
Estas cifras han hecho que la junta militar haya advertido de que la economía egipcia "está al borde del colapso". Hace poco más de una semana, ese Consejo señalaba que el flujo de inversiones extranjeras directas en Egipto ha descendido a cero y que el nivel de calificación crediticia del país está en riesgo. También ponía de relieve que los ingresos provenientes del sector turístico han descendido un 80% y que el país pierde alrededor de unos 28 millones de euros diarios por el estancamiento de dicha actividad tras la revolución. Y lo cierto es que no se ven muchos extranjeros estos días por la ciudad. El Museo de Antigüedades, un hervidero de cuerpos en tirantes y sandalias con calcetines, ya no es la torre de Babel que acostumbraba, y por sus pasillos se arrastran estos días grupos escolares y egipcios, más sorprendidos ante la visión de un guiri intrépido parado ante Tutankamón que ante la propia máscara de oro del faraón niño.
El turismo languidece. Ha ido cuesta abajo, hasta un 46% en el primer cuatrimestre del año. Y los recientes ataques de extremistas islámicos contra cristianos no han ayudado a los osados que empezaban a hacer reservas para el verano (estas han caído un 15%). La industria sigue afectada por los recientes acontecimientos en Egipto y el descenso en el número de turistas es ya de 1,9 millones, según la Agencia Central de Movilización Pública y Estadísticas (CAPMAS).
Sin embargo, a pesar de los negros datos económicos, hay quien considera que se está exagerando la situación creando una alarma que aleja a los inversores extranjeros. "Es cierto que los ingresos del Gobierno se han visto duramente afectados por la desaceleración económica, que ha dado lugar a un aumento del déficit público", explicaba Amr Adly en un artículo publicado en el diario egipcio Al Masry Al Youm. "El déficit de este año se espera que ronde el 11% del PIB, en comparación con el 9% de 2010, lo que no supone un aumento dramático teniendo en cuenta que el déficit llegó a casi al 20% del PIB total durante la crisis de la deuda externa de la década de 1980", defiende Adly. En su opinión, esto se aplica también a la tasa de inflación, que ahora se sitúa en un 12%, una cifra que no difiere significativamente del incremento medio de precios desde 2006, debido a la subida de los precios internacionales de alimentos y combustible.
La deuda pública ha sido un problema estructural heredado en su totalidad del largo reinado de Mubarak y no es una consecuencia de la evolución reciente. Lo mismo que el índice de pobreza, que ahora fija la Junta Militar en el 70% del total de la población. No es que antes fuera inferior -organizaciones no gubernamentales la situaban en una cifra no inferior al 60%-, sino que el Gobierno tan solo admitía un exiguo (e irreal) 19%. Además, las políticas de privatización de fábricas y empresas estatales iniciadas por el régimen de Mubarak en los años noventa (con el asesoramiento de EE UU, el FMI y el Banco Mundial), vendiendo a precios muy inferiores a los reales; o la venta de gas a Israel un 70% por debajo de su valor de mercado a cambio de sustanciosas comisiones -que ahora lleva al rais egipcio, a sus hijos, así como a varios ministros, a afrontar juicios por enriquecimiento ilícito- hacen pensar que las inversiones extranjeras dejaron bastante menos de lo que obtuvieron del corrupto régimen.
Para Ratna Sahay, directora adjunta del FMI para Oriente Próximo y Asia Central, "en el corto plazo, la situación económica es difícil. Las remesas se reducirán y el desempleo aumentará a medida que los trabajadores egipcios regresen de Libia. Además, el aumento de precios de los alimentos y el combustible, que es un fenómeno global y sin relación con la revolución en Egipto, pero que se suma a los problemas nacionales, será un desafío". Dicho esto, en su opinión, "Egipto tiene muchas ventajas como una población joven y dinámica, un mercado grande, una posición geográfica privilegiada y el acceso a los mercados clave", por lo que augura un futuro esperanzador. Tal vez ayudaría que los Mubarak devolvieran sus activos, congelados por la Fiscalía egipcia fuera del país, de los que solo en Suiza se calculan 320 millones de euros. -
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