Daños colaterales de la crisis europea
El freno en el crecimiento obliga a las economías emergentes a tomar medidas
Europa no es como Las Vegas. Lo que pasa en territorio comunitario no se queda en Europa, sino que tiene impacto mucho más allá de sus fronteras y ha llegado ya a las puertas de las economías emergentes. Tanto que sus autoridades se han visto obligadas, en muchos casos, a adoptar medidas de emergencia para responder al parón que están experimentando sus economías.
La última en hacerlo ha sido Tailandia, cuyo banco central redujo el jueves los tipos de interés en un cuarto de punto, hasta el 3%, después de que el freno en el crecimiento global se viera agravado por las fuertes inundaciones que sufrió el país a finales de diciembre. También el jueves, Argentina elevaba los requisitos mínimos de capital a los bancos y dificultaba el envío de sus beneficios al exterior, como prevención a que entidades europeas envíen fondos a sus casas matrices para capitalizarse.
Varios bancos centrales han bajado tipos o el nivel de reservas
Los flujos de capital a los países emergentes caerán este año un 17,6%
El IIF apunta al freno en el crédito procedente de Europa como causa
El FMI alerta del riesgo de un "aterrizaje forzoso" de estas economías
Pocos días antes, era el banco central de India el que adoptaba justo la medida contraria y reducía el porcentaje de reservas exigidas a los bancos, desde el 6% de los depósitos hasta el 5,5%, como medida para estimular el crédito y la liquidez en el sistema en unos 320.000 millones de rupias (unos 4.870 millones de euros). Las autoridades monetarias han apuntado, además, su intención de bajar los tipos de interés en las próximas semanas después de haber rebajado las previsiones de crecimiento del 7,6% al 7% para este ejercicio. Brasil, China y Rusia también han rebajado el precio del dinero o han reducido los requisitos de reservas a los bancos, con el fin de estimular la demanda interna y contrarrestar así el frenazo procedente de Europa.
Lo cierto es que las principales economías emergentes tenían que lidiar, hasta hace poco, con el problema contrario, con una llegada masiva de capitales e inversiones que amenazaba con sobrecalentar unas economías en pleno rendimiento. Pero las perspectivas han cambiado radicalmente desde el pasado verano. Un reciente informe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés, asociación que agrupa a los principales bancos privados del mundo) rebajaba las estimaciones de entrada neta de flujos de capitales en los países emergentes en 2011 a 958.000 millones de dólares, un 13,5% menos que en 2010. Para 2012, calcula un descenso adicional del 17,6% hasta los 789 millones de dólares [ver gráfico adjunto]. La rebaja se explica, fundamentalmente, por una menor aportación de la financiación bancaria, lo que "refleja un mecanismo de transmisión clave de la crisis europea a la economía global".
El economista jefe del IIF, Philip Suttle, explica las causas de este cambio de tendencia: "La crisis de la zona euro ha dañado la voluntad y la capacidad de los inversores y prestamistas de la región a proporcionar financiación a las empresas y acreedores en las economías emergentes. Esta reducción en el suministro [de crédito] reducirá el crecimiento de algunas economías emergentes a niveles inferiores de lo que hubiera sucedido en caso contrario, especialmente en la antigua Europa del Este, donde los vínculos con la zona euro son muy significativos".
Es la misma señal de alarma que lanzaba esta semana el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la revisión de sus previsiones de crecimiento. "La recuperación global está amenazada por una intensificación de las tensiones en la zona euro y las fragilidades del resto del mundo", arrancaba su informe. Ese impacto se traduce "en un riesgo creciente de aterrizaje forzoso" para las principales economías emergentes que, en muchos casos, han basado su crecimiento de los últimos años en "un aumento boyante del crédito y de los precios de los activos", que conlleva una mayor vulnerabilidad financiera en caso de problemas. Es el caso de países como Brasil y Turquía, e incluso India. "Si las dinámicas de los sectores inmobiliarios cambian de rumbo -impulsadas por una pérdida de confianza y de expectativas, así como por una caída de la demanda externa-, el impacto sobre la actividad económica podría ser muy dañino", advierten los expertos del Fondo en su informe.
Es decir, que el riesgo para la economía mundial es mucho mayor de lo que el peso de la demanda de la zona euro podría hacernos creer si, finalmente, la crisis de la deuda soberana arrastra a unas hasta ahora inmunes economías emergentes. El FMI recomienda a las autoridades de estos países que adopten medidas para "responder a la moderación en la demanda doméstica y externa, mientras capean con la volatilidad en los flujos de capitales". -
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