El debate sobre las energías
Las dos principales limitaciones que tiene la política energética europea son su enorme dependencia del exterior y el cumplimiento del Protocolo de Kioto, en orden a atender las exigencias de la lucha contra el cambio climático. Esas limitaciones nos afectan a los españoles en un grado mayor: somos más dependientes e incumplimos en mayor medida los porcentajes pactados de emisiones de gases de efecto invernadero.
La semana pasada tuvo lugar en Eslovenia una reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de la UE, en la que se intentó aunar las posiciones con vistas a la próxima negociación energética con Rusia. Ésta abastece más de un 30% del petróleo y el 40% del gas que consume en la actualidad la UE. Ante tal nivel de dependencia, y dada la situación de excepcionalidad que supone la aceleración de los síntomas del calentamiento del planeta, ha vuelto a primera fila el debate sobre las energías alternativas, entre ellas las renovables y la nuclear.
España se alinea con Alemania, donde rige una moratoria nuclear, pero sin alardes polémicos
Este debate pilla a España en posiciones excéntricas. Si uno acude al reciente programa electoral del PSOE, lo único que sacará del mismo es que en el marco del Plan Nacional de I+D se desarrollará el eje estratégico "Energía y cambio climático", potenciando la investigación en todas las energías renovables y, en particular, sobre las posibilidades de transformar energías renovables no acumulables (solar, eólica, ...) en energías almacenables (potencial, hidráulica, química, ...) de forma que se garantice un suministro previsible y gestionable de energía.
En cuanto a la nuclear, los socialistas escriben: "Mantendremos el compromiso de sustitución gradual de la energía nuclear por energías seguras, limpias y menos costosas, cerrando las centrales nucleares de forma ordenada en el tiempo al final de su vida útil, dando prioridad a la garantía de seguridad y con el máximo consenso social, potenciando el ahorro y la eficiencia energética y las energías renovables, la generación distribuida y las redes de transporte y distribución local".
Poco más se dice en el programa del PP, excepto que las energías van en dos sitios distintos; los populares establecerían un marco legislativo estable y transparente para las energías renovables, mantendrían los actuales emplazamientos nucleares e incentivarían las energías del futuro, como el hidrógeno y otros combustibles de síntesis. Si hubiera gobernado el PP, hubiera sostenido un mix energético equilibrado: reducir la dependencia del exterior y las emisiones de C02, mejorar la seguridad de suministro y atender a la creciente demanda de energía en condiciones competitivas. Para ello "impulsaremos un consenso con las principales fuerzas sociales y políticas que incluya, en relación a la energía nuclear: mantener los emplazamientos actuales y gestionar la vida útil de las centrales existentes en línea con las tendencias internacionales y con el asesoramiento del Consejo de Seguridad Nuclear".
Siendo España uno de los países con una opinión pública tradicionalmente más crítica con la energía nuclear, está claro que ni el PSOE ni el PP han querido abrir este debate central en plena campaña electoral por los peligros que les entrañaba. El resultado es una anomia que nos mantiene alejados de los principales centros de discusión del asunto. La pasada semana ha tenido lugar en Londres la cumbre franco-británica, en la que uno de los temas centrales ha sido el desarrollo de la energía nuclear: Francia se dota del 80% de su electricidad a través de los grupos nucleares que tiene en funcionamiento, cuatro veces más que el Reino Unido. Pero este último país parece querer ampliar su contenido nuclear, comprando tecnología llave en mano de empresas francesas como EDF.
Parece abrirse un eje en el que la sensibilidad energética es distinta a la de la otra gran potencia de la zona, Alemania, en donde rige de facto una moratoria nuclear. España se alinea con Alemania, pero sin demasiados alardes polémicos: de la política gubernamental se desprende una mayor simpatía por las energías renovables, con gran capacidad de crecimiento, y se destaca que la energía nuclear, pudiendo crecer a medio plazo, no ha resuelto las dificultades de seguridad y de almacenamiento de los residuos, amén de los problemas geopolíticos relacionados con la proliferación de armas.
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