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La crisis limita el poder energético de Rusia

La drástica disminución de las exportaciones de gas a Europa neutraliza la posibilidad del Kremlin de emplear la energía como arma política

A Rusia le ha salido el tiro por la culata. El éxito obtenido por el Kremlin en su codiciosa estrategia para acaparar y revender el gas que exporta Asia Central le está creando hoy serios problemas debido a la crisis económica mundial. La drástica disminución de las exportaciones de gas desde Rusia a Europa neutraliza la posibilidad de emplear la energía como arma política, la filosofía que Vladímir Putin, el actual primer ministro, comenzó a aplicar cuando era presidente y los precios de los hidrocarburos iban en aumento, a diferencia de lo que sucede hoy.

El descenso de las exportaciones de gas ruso es notable. En el primer trimestre de 2009, Gazprom, el monopolio exportador con participación estatal mayoritaria, suministró a Europa 29.100 millones de metros cúbicos menos que en igual periodo de 2008, lo que supone 39% menos, según informaba el diario económico Védomosti. Fuentes de Gazprom, por su parte, calculaban la disminución en un 20%. La participación del gigante ruso en el mercado europeo (Turquía incluida) se redujo del 30% al 18% en el mismo periodo, señalaba el analista Mijail Korchemkin, citado por el diario.

La crisis ha hecho disminuir también la producción y el consumo de gas en el mercado interior. En los primeros cuatro meses de este año, Rusia produjo 197.665 millones de metros cúbicos de gas, lo que es un 17,1% menos que en el mismo periodo de 2008. De enero a marzo, la producción de gas en su conjunto disminuyó un 15%, pero mientras la de Gazprom descendía en un 18,3%, la de otras empresas independientes, que venden en el mercado interior o al monopolio exportador, aumentó en un 4,3%.

El descenso del consumo de gas en Rusia se inició en octubre pasado con un bajón del 3% y continúa hasta hoy, habiendo sido noviembre y diciembre los peores meses, con descensos del 15% y el 10%, respectivamente, según el directivo de Mezhregiongaz, Nikolái Isákov. La causa es la caída de la producción industrial. En el primer trimestre, la metalúrgica ha consumido 10% menos de gas; la química, 7% menos y la fabricación de cemento, 50% menos.

El vicepresidente ejecutivo de Gazprom, Valeri Gólubev, ha pronosticado que la compañía producirá 492.000 millones de metros cúbicos en 2009, según Kommersant, lo que supone un 11,5% menos que en 2008. Otras fuentes calculan una producción de 460-470.000 millones de metros cúbicos, en lugar de los 561.000 millones planeados. Los recortes en la exportación podrían llegar hasta 87.000 millones de metros cúbicos, señalaba Interfax.

Guerra de precios

Por de pronto, Gazprom ha pedido a los productores independientes que se limiten y les ha restringido el acceso al sistema de distribución. El interés de Gazprom en minimizar los flujos de gas ajenos para potenciar los propios se extiende al gas de Asia Central, que Rusia tanto se esforzó por monopolizar durante la presidencia de Putin (2000-2008). Turkmenistán es el principal productor de gas de Asia Central y junto con Uzbekistán, y en menor medida Kazajistán, está vinculado a Rusia por contratos a largo plazo, cuyo contenido es en gran medida opaco.

Rusia actúa como intermediario monopolista en la venta del gas asiático a Europa, especialmente del gas de Turkmenistán que en parte revende a Ucrania. El gran negocio de Gazprom basado en la diferencia de precios en la compraventa se redujo cuando los suministradores asiáticos exigieron -y consiguieron- que los precios de compra se orientaran hacia la "fórmula europea" que depende de los precios del crudo con un desfase temporal de seis meses. Sin embargo, a diferencia del mercado europeo, donde los precios del gas se revisan cada trimestre y tienden hoy a bajar, los precios del gas centroasiático se fijan cada año, lo que supone que Rusia compra hoy gas en sus fronteras surorientales a precios muy superiores a los de mercado. En enero, Rusia pagaba el gas de Asia Central a 340 dólares por mil metros cúbicos, según Putin. Mientras, Gazprom le vende gas a Ucrania por 230 dólares por mil metros cúbicos y a Europa por menos de 300 dólares. A tenor de los contratos existentes, Gazprom debería comprar a Turkmenistán este año entre 70.000 y 80.000 millones de metros cúbicos de gas, pero en el primer trimestre de 2009, compró un total de 14.500 millones de metros cúbicos en Asia Central (de ellos 10.500 millones a Turkmenistán).

Los suministros de gas de Turkmenistán están interrumpidos desde el 9 de abril debido a una avería en el gasoducto de aquel país y los dirigentes turcomanos acusan a Moscú de haberla provocado al disminuir drásticamente las importaciones sin avisar con suficiente antelación. Para Moscú, que quería negociar una reducción del suministro de gas asiático, el cese temporal del suministro de gas de Turkmenistán supone un enorme ahorro y una posibilidad de colocar su propio gas.

Nuevas rutas

Pero esta situación puede tener consecuencias negativas en la relación con los susceptibles dirigentes turcomanos, que se están abriendo hacia nuevos horizontes. Turkmenistán ha firmado un contrato con la empresa alemana RWE, para realizar exploraciones en su sector del Caspio y ha anunciado también que construirá depósitos de gas en su territorio. Entre las cartas de Turkmenistán frente a Rusia están un gasoducto a China que debe entrar en funcionamiento en 2010 y la posibilidad de incorporarse a Nabucco, la ruta de exportación de gas del Caspio a la UE, que evita el paso por Rusia y que compite con el proyecto Corriente del Sur defendido por el Kremlin.

De momento los dirigentes turcomanos se muestran precavidos y, junto con los de Kazajistán y Uzbekistán, no firmaron la declaración sobre Nabucco a principios de mayo en Praga. El Kremlin tendrá que llegar a un compromiso con Turkmenistán y éste puede incluir la posibilidad de que Rusia se convierta también en un país de tránsito para el gas turcomano y no sólo en un comprador de ese gas, según admitió Valeri Yazev, el presidente de la Sociedad Rusa del Gas. Si esto es así, la política rusa experimentaría un nuevo giro, ya que hasta ahora el Kremlin ha apostado por la compra del gas en sus propias fronteras con Asia Central y se ha negado a aceptar el papel de "país de tránsito" del gas de otros países. Yazev manifestó la semana pasada que Rusia debe plantearse si quiere asumir temporalmente el Tratado de la Carta de la Energía, que firmó pero no ratificó.

Actualmente, los depósitos de almacenaje de gas están situados sobre todo en Europa, lo que en parte explica que los países europeos hayan podido mantener bajas sus importaciones de gas ruso en espera de que se abarate. En abril, el viceprimer ministro Igor Sechin, trasmitió al comisario de Energía de la EU, Andris Piebalgs, su malestar por la actitud de Ucrania que, según dijo, ha vaciado sus almacenes de gas y puede propiciar una nueva crisis energética. En lugar de los 13.000 millones de metros cúbicos que apalabró con Gazprom, Kiev ha recibido 2.500 millones de metros cúbicos de gas procedentes de Rusia y por lo visto espera al tercer trimestre para llenar sus depósitos de nuevo.

Por otra parte, la producción de Gazprom daba muestras de estancamiento antes de la crisis y paradójicamente, ésta le ha salvado del grave problema que se le hubiera venido encima en la próxima década, cuando, según los analistas, el gigante ruso no hubiera podido abastecer el incremento de la demanda en Europa por no haber invertido en la explotación de nuevos yacimientos en los años noventa del pasado siglo. Ahora, Rusia tiene una oportunidad de prepararse para cuando suban de nuevo los precios y pueda recurrir de nuevo plenamente al arma energética, si para entonces no ha encontrado nuevas formas de colaboración y un clima de confianza con sus principales clientes en el mundo.

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