Trichet insta al Gobierno a activar con rapidez la reestructuración financiera
El presidente del BCE pide que se haga "todo lo necesario" para el sector sin más demoras - Aboga por una reforma laboral, abaratar el despido y moderar salarios
En toda Europa, Gobiernos de izquierdas y de derechas han empleado cifras multimillonarias en los últimos meses para subvencionar un milagro: ni una sola entidad financiera se ha declarado en bancarrota en la eurozona en los casi dos años que van de crisis. El Ejecutivo español guarda una bala en la recámara desde octubre con ese mismo objetivo, un fondo para reestructurar el sistema financiero. Ese salvavidas para la banca en peligro está ya muy cerca de ver la luz, pero no acaba de salir. La solidez del sector no lo hacía necesario hace unos meses, aunque la marea ha subido mucho desde entonces y el presidente del Banco Central Europeo (BCE), el francés Jean-Claude Trichet, lanzó ayer un recado en Madrid para evitar más demoras.
Los Ejecutivos "no tienen más margen para endeudarse", advierte Trichet
"Gran parte de la recuperación depende de que los bancos vuelvan a prestar, y para ello parte del sector debe reestructurarse. El Gobierno tiene ya reservado un dinero para eso y debe hacer todo lo necesario para actuar con la mayor rapidez", dijo en el Foro Nueva Economía, organizado por BBVA y The Wall Street Journal. La vicepresidenta Elena Salgado no apareció para recoger el guante, aunque el Gobierno estaba representado por la titular de Vivienda, Beatriz Corredor.
"España se ha visto golpeada duramente por la crisis financiera desde la intensificación de las turbulencias el pasado otoño", remarcó. "La reestructuración es importante para conseguir un sector financiero más resistente a choques y tensiones", dijo.
No fue el único jardín en el que se metió Trichet. Los bancos centrales están en el centro de todas las dianas desde hace meses, muy exigidos por la crisis más profunda de los últimos 80 años. Pero aun así la casta de los banqueros centrales no se amilana: el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, abrió hace unas semanas un debate sobre la necesidad de reformar el mercado laboral, que le ha granjeado numerosos ataques, incluso desde el Gobierno. Trichet cerró ayer filas con Fernández Ordóñez con un aviso duro y directo: "La situación requiere una reforma laboral y una moderación de los salarios".
Ante un auditorio formado por empresarios y financieros, firmó un diagnóstico que no debió desagradar a los asistentes. Para Trichet, "el sistema de protección español es excesivamente oneroso para los empresarios; para lograr un mercado laboral más dinámico sería bueno eliminar esas rigideces". En plata: el BCE, como el Banco de España, aboga por abaratar el despido. "No quiero asustar a nadie", añadió, "pero esa idea de introducir más flexibilidad es buena".
Ante los primeros -y aún débiles- signos de recuperación, el BCE aboga por un difícil equilibrio entre una respuesta "atrevida" para salir de la crisis, pero que a su vez los Gobiernos "mantengan los pies en el suelo". El eurobanco cree ahora que no hay "más margen para endeudarse" por el incremento galopante de los déficit públicos, alentados en los peores momentos de la crisis por instituciones como el FMI.
"Hemos ido ya muy lejos y lo que deben hacer los Gobiernos es aplicar con eficiencia y rapidez lo que ya se ha aprobado. No digo que tengamos que corregir el tiro, pero tampoco hay que añadir nuevas medidas de apoyo", explicó. Trichet da pábulo así a los expertos que consideran que, al igual que en 2001, la salida de la crisis puede llegar a costa de hinchar una nueva burbuja. Esta vez, de deuda pública.
El nuevo mensaje es un retorno a los viejos mantras de los bancos centrales, casi olvidados en estos dos años en los que la economía "ha navegado por aguas nunca vistas", relató Trichet. El BCE proclama una vuelta a la austeridad de las finanzas públicas para evitar sorpresas en forma de ataques especulativos contra los países que no vayan por ese camino. España ya ha puesto en marcha las primeras subidas de impuestos, pero el consenso, una vez más, brilla por su ausencia en la eurozona. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, replicó ayer a Trichet: "No llevaré adelante una política de austeridad porque eso siempre ha fallado. No incrementaré los impuestos porque eso aplazaría el final de la crisis".
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