Siemens gastó 420 millones en sobornos
La investigación revela la enorme extensión de las prácticas ilegales del gigante industrial alemán
El escándalo de sobornos del consorcio alemán Siemens se extiende y no se limita al departamento de telecomunicaciones como se creyó en un principio. Otras tres divisiones -transporte, energía y servicios financieros- también aparecen implicadas en sumarios judiciales abiertos. Además, ahora se ha revelado que ya desde 2003 la empresa, que emplea a medio millón de personas en 190 países, tenía constancia de que existían casos de corrupción. La fiscalía de Múnich ha constatado que el dinero, posiblemente más de 420 millones de euros, era empleado en sobornos para conseguir grandes contratos. Por el momento, ya han declarado ante la justicia 30 personas y se han registrado 30 sedes.
El antiguo presidente Heinrich von Pierer sigue sosteniendo que no sabía nada
Cuando el pasado 24 de enero unos 12.000 accionistas hacían cola para entrar en la dependencia del Estadio Olímpico de Múnich donde se iba a celebrar la junta general de Siemens, una jubilada de la empresa comentó: "Si el fundador Manfred Siemens pudiera ver la situación en que se encuentra su empresa se revolvería en su tumba". Y es que el gigante industrial alemán está envuelto en un escándalo de sobornos para conseguir contratos que puede superar los 420 millones de euros.
El consorcio alemán, presente en 190 países y con casi medio millón de asalariados, atraviesa desde mediados del pasado noviembre la mayor crisis de su historia. Unos 200 policías, fiscales e inspectores de Hacienda se presentaron con órdenes de registro en 30 sedes de Siemens en Alemania y Austria así como en domicilios privados de directivos en busca de pruebas sobre las cajas negras que el consorcio mantenía en varios países para sobornar de forma más o menos encubierta en busca de contratos.
La fiscalía investiga el paradero de 200 millones de euros destinados por todo el mundo a estos menesteres., auqnue una investigación interna de Siemens eleva la cifra de pagos dudosos hasta los citados 426 millones de euros.
El escándalo estalló en la división de telecomunicaciones, que entretanto ha sido disuelta, aunque informaciones posteriores han sacado a relucir que otros departamentos realizaban prácticas similares. El diario económico Financial Times Deutschland publicó esta semana que entre un 80% y un 90% de los pagos dudosos se realizaron en telecomunicaciones, pero el resto se hizo en la división de transporte, energía y servicios financieros Business Services, aunque aún no se han podido precisar las cantidades.
El sumario abierto en Múnich no es el único. El 13 de marzo tendrán que comparecer ante un tribunal en la ciudad alemana de Darmstadt dos antiguos altos ejecutivos de Siemens, Wolfgang B. de 73 años y Jean Michael D. de 63, acusados de haber sobornado entre 1999 y 2002 con 375.000 euros a dos directivos del entonces estatal consorcio italiano de energía Enel para la compra de turbinas a gas producidas por Siemens. Los sobornos procedían de una caja negra en que estaban depositados 12 millones de francos suizos (7,4 millones de euros). Un tribunal de Milán ya condenó a los dos ejecutivos alemanes que quedaron en libertad provisional.
Las prácticas de Siemens eran un secreto a voces desde hace muchos años. Hasta finales de 1999 en Alemania los sobornos a gobernantes extranjeros no sólo no eran delito, sino que se podían deducir como gastos extraordinarios en la declaración de impuestos hasta un 10% sin recibos. Desde 2002 se penalizaron los sobornos también a otras personas, aunque no ocupasen cargos públicos.A partir de 2002 la situación legal cambió, pero no las malas prácticas de Siemens.
En esos años estaba al frente del consorcio un empresario considerado como modelo, Heinrich von Pierer, de 66 años. El canciller socialdemócrata Gerhard Schröder lo cortejaba, su nombre se barajó en mayo de 2004 entre los posibles candidatos para la presidencia federal. La canciller democristiana Angela Merkel le ofreció la cartera de Economía y, como no aceptó, lo puso al frente del Consejo para la Innovación. Los casos de sobornos ocurrieron en gran parte cuando Pierer mandaba en Siemens. Y ahora la pregunta que se repite es hasta qué punto todo ocurrió sin que él supiese nada. El diario estadounidense Wall Street Journal publicó días atrás que Pierer, que ahora preside el consejo de vigilancia de Siemens, y el actual presidente ejecutivo Klaus Kleinfeld, de 49 años, estaban al tanto de la corrupción y los sobornos.
El jefe de la fiscalía de Múnich, Christian Schmidt-Sommerfeld, no ha dado detalles sobre las personas, empresas o departamentos investigados, ni sobre el número de acusados. Se sabe que ya han sido interrogadas 30 personas, aunque algunas en calidad de testigos.
Estos días se presentó a la fiscalía un argentino de 43 años del que sólo ha trascendido su nombre y la inicial de su apellido (Juan S.). Detenido tras presentarse en Múnich, quedó en libertad tras prestar declaración y ofrecerse a colaborar con la justicia. Despedido por su presunta implicación en los sobrtonos, había ocupado un puesto en representación de Siemens en Rusia. También se encargó de una misión muy delicada en relación con un árabe de nombre Al-Akeel que amenazaba con llevar a Siemens ante un tribunal en Arabia Saudí y reclamar 700 millones de euros. Siemens estimaba la deuda en 13 millones de euros. y al final, Al-Akeel se conformó con 9,23 millones de euros. El antiguo empleado declaró a la fiscalía en Múnich, según informa el Süddeutsche Zeitung, que le presentaron a Pierer en octubre de 2004 en Berlín como el hombre que se había encargado de cerrar la boca a Al-Akeel. Pierer le dio unos golpes en el hombro y le dijo que era un asunto difícil, pero que tenía que "llevarlo adelante".
Sostiene Pierer que no sabía nada de los sobornos por los que están ya procesados dos miembros de su presidencia. Según él, todo ocurrió porque "un grupo de colaboradores se juntaron y se encargaron de quitar los fusibles" que controlaban la corrupción.
¿Dónde está mi Jaguar?
La trama de sobornos de Siemens se estratificada en tres niveles, según el diario Süddeutsche Zeitung. En la cúspide estaba la sede central, en Múnich. En el segundo nivel, empresas de asesoramiento emitían facturas por trabajos ficticios. En el tercer nivel, sociedades radicadas en paraísos fiscales como Islas Vírgenes firmaban a su vez contratos por falsos trabajos con las del segundo nivel, y destinaban los fondos obtenidos a sobornos que se pagaban a través de cuentas bancarias en Liechtenstein y Suiza.Todo este complicado engranaje no ha sido capaz de ocultar algunos casos menores, que rozan el ridículo, como el que relató la revista Stern bajo el título "¿Dónde está mi Jaguar?".Se produjo en la sección de energía y ahora lo investiga la fiscalía de Wuppertal en Alemania. El automóvil de la marca Jaguar era la recompensa que pagaron Siemens y otra empresa asociada a un funcionario corrupto de la Unión Europea, David Williams, que trabajaba en la agencia europea para la reconstrucción de los Balcanes.A cambio del coche, Siemens consiguió el contrato para vender a Serbia una central eléctrica por 49,8 millones de euros. La oferta era cinco millones más alta que la presentada por la francesa Alstom en sociedad con la británica Innogy.Basadas en presuntas razones técnicas, Siemens se llevó la concesión para desgracia de los serbios que poco después se lamentaban de los fallos de la central y del retraso en ocho meses en el plazo de entrega.El funcionario corrupto también se quejaba de no haber recibido a tiempo el Jaguar prometido y de ahí el título del reportaje.
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