Portugal, recesión a las puertas
La crisis causa graves daños a la industria y al sistema financiero
Una ola de preocupación ha irrumpido en Vila do Conde, ciudad de 30.000 habitantes en la costa norte de Portugal, cerca de Oporto. Qimonda, la multinacional alemana de componentes electrónicos que da empleo a 1.700 trabajadores en esta región, se ha declarado en quiebra. La segunda compañía mundial en su sector, con una plantilla de 12.000 empleados en varios países, representa en Portugal el 1,6% del PIB.
El ambiente no es mejor en Santa Maria da Feira, localidad de 11.000 habitantes en la misma región y sede de Corticeira Amorim, primer fabricante de corcho del mundo. La noticia de que 193 trabajadores serán despedidos ha caído como una bomba. Américo Amorim, el hombre más rico de Portugal, "el rey del corcho" según Forbes, ha dado luz verde al primer despido colectivo desde la fundación de la empresa, en 1870.
Sin movernos del distrito industrial de Oporto, en Maia también hay agitación. En esta ciudad está la central de Sonae Indústria, la mayor multinacional portuguesa, que dirige Belmiro Azevedo, segunda fortuna del país. Tras el anuncio de un reajuste de plantilla en la fábrica de Irlanda del Norte vino el cierre de dos de las seis plantas en Francia y de una en Suráfrica. En las factorías de Portugal habrá más de 40 despidos.
La crisis es de tal proporción que tres gigantes industriales como Qimonda,
Amorim y Sonae empiezan a sentir los efectos de las embestidas. Otros ya no están para contarlo. La economía portuguesa perdió 23.702 empresas en el último trimestre de 2008, periodo en el que arreciaron las dificultades. The Economist Intelligence Unit prevé una recesión severa para este año, con una caída del PIB del 2%, un aumento del desempleo hasta el 8,9% y un incremento del déficit presupuestario del 2,4% al 4,5%.
El seísmo en los mercados financieros se ha dejado sentir en el sector bancario y ha puesto al descubierto prácticas ilícitas de más de una institución. El 2 de noviembre pasado, el Gobierno socialista que encabeza José Sócrates acudió al rescate del Banco Portugués de Negocios (BPN) y decretó la nacionalización. Había más que sospechas desde hacía tiempo sobre la falta de transparencia en la gestión del banco, operaciones falsas en paraísos fiscales, fraude, evasión y otros delitos. La primera auditoría daba pérdidas de 700 millones de euros. Esta semana, el nuevo vicepresidente del BPN, Norberto Rosa, dijo en el Parlamento que el dinero que se esfumó asciende a 1.800 millones. Sólo un directivo de la entidad, José Oliveira e Costa, presidente entre 1998 y 2008, está en la cárcel.
El Banco Privado Portugués (BPP) también está bajo investigación después de ser la primera entidad en recurrir a la garantía del Estado para un préstamo de 450 millones de euros concedido por seis bancos. El banco estaba técnicamente en quiebra, según la consultora Deloitte.
Los daños causados a la industria y al sistema financiero han dejado un ejército de damnificados, que aumenta día a día. El combate al desempleo se ha convertido en la prioridad número uno del Gobierno. La lista de medidas es larga: Iniciativa Empleo 2009 -un paquete de 580 millones de euros-; creación de 400 gabinetes de inserción profesional, que se añadirán a los centros de empleo; intento de implicar a organizaciones sociales, ayuntamientos, empresarios y sindicatos en la lucha contra el paro; atención especial a los parados en riesgo de perder el subsidio de desempleo, y acuerdo con las universidades para organizar cursos de reciclaje para licenciados de carreras con poca proyección profesional hacia estudios con más demanda en el mercado.
La inversión pública, como fuente de creación de empleo, es el otro gran ingrediente de la estrategia gubernamental. Se han aprobado diez nuevas concesiones de autopistas, con una inversión de 4.000 millones de euros; ocho nuevas presas hidroeléctricas, que se construirán hasta el 2021.
Iberdrola invertirá 1.700 millones de euros en cuatro presas,
EDP financiará otras tres (700 millones) y Endesa, una. La red de Alta Velocidad es la mayor apuesta del Gobierno socialista y, al mismo tiempo, el proyecto que genera más críticas del principal partido de la oposición (PSD). Sócrates y Zapatero ratificaron en la reciente cumbre hispano-lusa su compromiso de que el AVE entre Madrid y Lisboa será una realidad en 2013, después de haber invertido conjuntamente 9.000 millones de euros. -
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