Pánico a pasar hambre
El recuerdo de la crisis de 2008 dispara el valor de los cereales ante los incendios en Rusia.- Los agricultores temen que los precios "estén hinchados" y los ganaderos, que se encarezcan los piensos
Severino Hermosilla ya no solo mira al cielo para saber qué va a pasar con la cosecha. Ahora también mira a Rusia, a Ucrania, a Australia... Tiene una pequeña explotación familiar, a la que se dedica "más por romanticismo que por otra cosa". Sin embargo su pueblo, Busto de Bureba (Burgos), del que es alcalde, vive del cereal. Por eso le preocupan los mercados internacionales y anuncios como el de ayer del Departamento de Agricultura estadounidense, que recortó un 2,3% sus previsiones de producción para 2010, hasta los 645,73 millones de toneladas de trigo. La revisión a la baja de las reservas mundiales y la sequía que arrasa la región del Mar Negro han hecho que los cereales alcanzasen la semana pasada precios récord en el mercado. Una oportunidad, a priori, que no ha sido tan bien recibida entre los productores: "Es algo pasajero".
Desde finales de junio, cuando se inician los recortes en las previsiones de la producción rusa debido a la ola de calor, el precio del trigo ha subido en torno a un 80% en el mercado de futuros de Chicago. La cotización en la bolsa parisina ha sido más relajada, pero superior al 50%. Las palabras del primer ministro ruso, Vladimir Putin, cuando anunció el 5 de agosto la prohibición de las exportaciones de grano desde Moscú, dispararon esos valores hasta su máximo en dos años. Saltó el recuerdo de la crisis alimenticia de 2008 y el sector se llevó las manos a la cabeza. Ahora el temor es que las subidas se trasladen a la cesta de la compra.
"El problema es el pánico", asegura Concepción Calpe, principal economista de la dirección de mercados y comercio exterior de la FAO, la agencia de Naciones Unidas para la Alimentación. "Es muy difícil que se repita la situación de 2007", dice, "las existencias mundiales estaban muy bajas". El desabastecimiento de cereales debido a la fuerte demanda de países como China e India, la producción de biocombustibles derivados del maíz, el girasol y la soja y la debilidad del dólar frente al euro, provocaron que en marzo de 2008 los cereales alcanzasen en los mercados internacionales los precios más altos de la historia. El pánico ante unos incendios que han diezmado las cosechas de uno de los mayores exportadores mundiales de cebada alimenticia y de trigo (de los que Rusia exportó, en 2009, 2,1 millones de toneladas y 21 millones de toneladas, respectivamente), hicieron saltar las alarmas en las bolsas de materias primas.
Confianza en las reservas
Este año, los silos están llenos y los precios aún no han alcanzado el valor que hizo revolverse a la población de países como México, Egipto o India -la crisis alimenticia obligó a pagar hasta un 74% más por la comida a los países más pobres-. "Muchos países han decidido tener un mínimo de reservas y no tener que ir a comprar cuando los precios suban", explica Calpe. El norte de África y Oriente Próximo son los más afectados por las restricciones en Rusia, Ucrania y Kazajistán, que a pesar de no haber impuesto vetos a las exportaciones, están utilizando trabas burocráticas y aduaneras para impedir que la recolecta salga de casa.
La mirada está puesta, sobre todo, en EE UU, el principal exportador, con una producción prevista de 60 millones de toneladas y unas reservas de 17 millones más. También en Francia, Alemania, Canadá y Australia. El brusco aterrizaje de países importadores como Egipto, el mayor importador mundial de trigo, o Arabia Saudí, comprador de cebada, en estos mercados ha sido lo que ha impulsado al alza el precio de los cereales en Chicago, París y Sidney, y de sustitutos del trigo, como la cebada o el maíz, que registraron la pasada semana valores máximos desde 2008. Tanto grano almacenado también tiene su contraparte. "Hay intereses en que los precios suban", afirma Calpe, más aún cuando, tras haber tocado el cielo, los precios del cereal se desplomaron en 2009, cuando explotó la burbuja.
"Los precios están, a día de hoy, aún muy lejos de los valores de 2008", responde Fernando Miranda, presidente del Fondo Estatal de Garantía Agraria, organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino que gestiona los fondos europeos de la PAC. En los últimos días, los mercados parecen haberse calmado. El precio del trigo ha descendido hasta los 7,13 dólares por celemín (una tonelada equivale a unos 45 celemines de trigo) en Chicago. Lo mismo ha ocurrido con la cebada. A pesar de que, según Miranda, las estimaciones "no auguran mayores subidas de precio", la entrada en vigor de la prohibición rusa el próximo domingo puede poner a prueba la paciencia de los compradores que aún deben cerrar contratos para finales de 2011.
De la Bolsa al 'súper'
"Nadie tiene una bola de cristal", se excusa Calpe. Y los vaivenes en los mercados internacionales, sensibles a las señales de alarma, corren el riesgo de transmitirse a la cesta de la compra. A pesar de las llamadas a la calma por parte de la Comisión Europea, las herramientas para predecir las consecuencias de estos movimientos a corto plazo son limitadas. "Un aumento efectivo y sostenido en el tiempo de los precios de los alimentos del ganado [como los piensos derivados de la cebada o el maíz] pueden tener un impacto sobre los costes de producción de los sectores ganaderos", explican desde Bruselas, "el impacto sobre los precios al consumo dependerá de la capacidad de los sectores productores de repercutir ese aumento de los costes a lo largo de la cadena de comercialización".
Para el catedrático José María García Álvarez-Coque, experto en política agraria y economía internacional, la escalada puede repercutir en las economías domésticas en un plazo de entre dos y seis meses. Si el precio de los piensos y harinas aumenta y se traslada a la carne, los huevos, la leche, el pan o la pasta, los bolsillos pueden empezar a acusar el impacto de la subida en enero, con un incremento del IPC.
Y los ganaderos ya advierten. "Muchos nos tememos que los precios este año estén hinchados", dice Miguel López, secretario general de COAG, la coordinadora de asociaciones de agricultores y ganaderos. "El cereal siempre había sido más estable", se queja, "lo que les ha pasado a otros cultivos -como las patatas- nos está pasando a nosotros". A pesar del descenso en el precio de los cereales en 2009, el bajón no se ha transmitido a la cadena de producción de forma paralela, debido al impacto de otros factores que intervienen en la distribución, como el coste de los carburantes. Tampoco se ha notado en productos de primera necesidad para el consumo de manera acusada. El precio del litro de leche sigue rondando el euro, cerca del doble que en 2007. Algo parecido ocurre con el pan. Y eso a pesar de las sanciones impuestas en España por la Comisión Nacional de Competencia a varias asociaciones del sector de la alimentaición por forzar los precios de los alimentos al alza.
"Lo que no puede ser es que una crisis [como la de Rusia] te ponga patas arriba el mercado mundial", sostiene Lorenzo Ramos, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores. "No sabemos si hay razones para preocuparse". Hermosilla comparte esa incertidumbre: "[La sequía] está llevando a un alza en los precios que no sabemos si es real o especulativa, o si se puede pinchar". Desde la FAO, Calpe intenta arrojar algo de luz: "Ha habido una reacción muy fuerte, el recuerdo de 2007 aún está muy vivo".
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