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La crisis del euro

Europa recibe con alivio y cautela la renuncia de Grecia al referéndum

Obama debate con los líderes del eurogrupo la manera de resolver la crisis financiera de la UE

Nunca un ausente había protagonizado tanto una cita internacional como el primer ministro griego la cumbre del G-20. Yorgos Papandreu pasó solo unas horas por Cannes (Francia) el miércoles por la noche, para recibir las admoniciones del presidente francés, Nicolas Sarkozy, y de la canciller alemana, Angela Merkel, pero ayer todos estaban pendientes de su intervención ante el Parlamento griego. "Seguimos la situación de Grecia con mucha atención", reconoció Sarkozy, anfitrión de los mandatarios más poderosos del mundo; del estadounidense Barack Obama al chino Hu Jintao o el ruso Dmitri Medvédev.

El anuncio de que Papandreu estaba dispuesto a renunciar al referéndum y de que la oposición griega aceptaba apoyar el plan de rescate aprobado por la UE el pasado día 27 produjo un alivio generalizado. Sarkozy se apresuró a sacer pecho, dando por hecho que su firmeza con Papandreu había "facilitado la toma de conciencia" de la clase política griega sobre la gravedad de la situación. Merkel se mostró mucho más cauta: "Para nosotros, lo que cuentan son los hechos".

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Las noticias que llegaban desde Atenas tenían el efecto de una ducha escocesa: del anuncio de referéndum se pasó en pocas horas a la inminente caída de Papandreu y finalmente a oferta de negociaciones para formar un Gobierno de transición. Ante lo arriesgado de dar cualquiera de esos escenarios por definitivo, los líderes europeos hicieron lo único que podían; prepararse para la peor de las hipótesis: la abrupta salida de Grecia del euro o la prolongación indefinida de la actual incertidumbre.

Convocados por Sarkozy, los líderes de los otros tres países del Eurogrupo invitados a la cumbre del G-20 (Alemania, Italia y España) acordaron por la mañana acelerar y reforzar el levantamiento de un cortafuego que evite que la crisis griega acabe arrastrando a la moneda única. Se trata de agilizar la puesta en marcha de los acuerdos del último Consejo Europeo y reforzar el fondo europeo de rescate, de forma que su capacidad de financiación se eleve por encima del billón de euros y se flexibilice su funcionamiento. Así, podrá comprar deuda soberana -como ya hace el Banco Central Europeo-, participar en la recapitalización de los bancos si fuera necesario o realizar préstamos preventivos a países con problemas coyunturales de acceso a los mercados.

Para duplicar con creces los recursos del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) -fijado actualmente en 440.000 millones de euros, en parte ya desembolsados en los rescates de Grecia, Irlanda o Portugal- se creará una agencia que recabe financiación de inversores privados y de los fondos soberanos de los países emergentes. El responsable del FEEF, el alemán Klaus Regling, ya ha realizado una gira por Japón y China para captar recursos, pero sin resultados concretos. Li Daokui, ejecutiva del Baco Central Chino, sugirió a Le Figaro que Pekín podría invertir hasta 70.000 millones de euros en bonos europeos, siempre que fueran avalados exclusivamente por Francia y Alemania. No obstante, el presidente chino, Hu Jintao, arrojó un jarro de agua fría a su llegada a Cannes. "Es sobre todo Europa la que debe arreglar el problema de la deuda europea", declaró.

Según reveló Sarkozy, los ministros de Finanzas de Francia, Alemania e Italia -junto con el secretario estadounidense del Tesoro, Timothy Geithner- se reunieron para discutir los detalles del nuevo fondo. "Se va a trabajar todo el fin de semana. No es seguro que pueda estar terminado el lunes [cuando se reúnen en Bruselas los ministros de Economía de la UE] pero confiamos en avanzar lo máximo posible", explicó la española Elena Salgado.

La minicumbre del Eurogrupo sirvió también para que el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, se comprometiera a sacar adelante en un plazo de 15 días las reformas aprobadas in extremis por su Gobierno la noche antes de viajar a Cannes.

Lo que ha quedado aparcado, al menos hasta que esté "claro como el agua" (en palabras de Barroso y Van Rompuy) que Grecia acepta el plan de rescate europeo, es la entrega de nuevos fondos a Atenas. El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, avaló la decisión de Sarkozy y Merkel de retener los 8.000 millones ya aprobados, pese a insistir en que se brinden "expectativas de futuro", y no solo sacrificios, al pueblo griego.

Aunque Grecia solo supone el 2% del PIB de la UE y los países del G-20 representan el 85% de la economía mundial, el temor a una reacción en cadena que precipite una recesión global dominó la cumbre. "La tarea más importante que tenemos en los próximos días es resolver la crisis financiera de Europa", advirtió Obama, quien anunció su propósito de "entrar en la aplicación completa y decisiva" del plan de rescate europeo. Anoche, el presidente estadounidense se reunió con los líderes de la eurozona (Merkel, Sarkozy, Berlusconi y Zapatero) para, acompañados de sus ministros de Economía, discutir la salida a la crisis europea.

"Europa debe ayudarse a sí misma. La UE tiene todo para hacerlo, pero las acciones de nuestros socios deberían ser mucho más dinámicas y firmes", apostilló Medvédev. Sarkozy insistió en la necesidad de que la eurozona transmita "al mundo un mensaje de credibilidad". Por ahora, no lo ha logrado. FIN

Zapatero, Salgado y Campa, en la minicumbre del euro celebrada antes de la cumbre del G-20.
Zapatero, Salgado y Campa, en la minicumbre del euro celebrada antes de la cumbre del G-20.FERNANDO CALVO (EFE)

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