Divorcio a la belga
Los belgas se están enfrascando cada día más en calcular seriamente cuánto les costaría la división del país entre flamencos y valones. Bajo la tormentosa lucha política de la reforma del Estado para dar más poder a las regiones (Flandes, Valonia y Bruselas), emerge una guerra de cifras sobre los presuntos beneficiarios y perjudicados de una hipotética ruptura del pequeño Estado. El debate es alimentado por sesudos estudios académicos con resultados para todos los gustos. Debatir sobre cuánto cuesta el divorcio del país se está convirtiendo en el deporte nacional.
Hablar de separación no es ningún trauma en el plat pays, que ostenta el récord de divorcios de Europa. Por cada 100 matrimonios que se constituyen en Bélgica, se acuerdan 71 divorcios. Bastante por encima de la media europea, que es de 43,5 divorcios por cada centenar de matrimonios.
Según un estudio reciente, las tres regiones del país saldrían perdiendo
Los belgas están enfrascados en calcular cuánto les costaría la división
Pero las cuestiones territoriales no dependen sólo de las pulsiones personales y las cuentas no resultan siempre tan evidentes. Los economistas de Flandes, el país ahora más pujante con 6,5 millones de habitantes, que promueven un mayor poder para las regiones, aseguran que las transferencias a Valonia y Bruselas (cuatro millones de personas) ascienden a 10.000 millones de euros anuales, que los expertos valones rebajan a 5.000 millones.
La demagogia de la extrema derecha flamenca ilustraba esta situación con el eslogan de que cada cuatro años una familia flamenca pagaba un coche a una valona.
Hace un par de años, el grupo de reflexión In de Warande presentó un Manifiesto por la Independencia de Flandes en el que aseguraba que la transferencia de renta permanente del PIB de Flandes a Valonia y Bruselas era insostenible.
Pero las supuestas ventajas que acarrearía la separación para Flandes han quedado en entredicho tras los últimos estudios. El más reciente es el elaborado por Rudy Aernoudt, un alto funcionario de reconocido prestigio que ha trabajado para los Gobiernos flamenco, valón y federal. Aernoudt sostiene que si se produjera una ruptura del país, las tres regiones saldrían perdiendo. Valonia sería sin duda la más perjudicada, con un coste de 4.900 millones de euros anuales. Pero Flandes también perdería, 1.200 millones, y Bruselas, 1.060 millones. En resumen, la voladura del Estado belga supondría una pérdida global de un 2,3% de PIB anual mientras que un Estado eficaz federal supondría una ganancia del 4,4% cada año.
Aernoudt explicaba en Le Soir esta semana que la separación sería catastrófica para el sur: "El número de valones con que la escisión caería por debajo del nivel de la pobreza pasaría del 16% al 27%".
Otros académicos ya habían advertido que la separación de las cuentas de la Seguridad Social sería ruinosa para los flamencos. La razón fundamental es el mayor envejecimiento de su población debido a una esperanza de vida mayor y una natalidad más débil. En el caso de las pensiones, el cambio ha sido radical. En 1985, la pensión de un flamenco era un 27% inferior a la de un valón, mientras que en 2003 era un 8% superior a la media.
Los debates se desarrollan en tono civilizado sin otra munición que la de las cifras. En un mundo globalizado, la marca de la pequeña Bélgica pesa mucho más que las desconocidas de Flandes y Valonia.
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