¿Demasiado optimismo una vez más?
La gran duda no es solo si se cumplirán las previsiones, sino qué efectos tendrá sobre la recaudación si se quedan cortos
El Gobierno ha actualizado su cuadro macroeconómico para los próximos cuatro años y corre el riesgo de despedir la legislatura con el mismo fallo con que la empezó: un exceso de optimismo. Las previsiones del Gobierno apuntan a un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 1,3% y una tasa de paro media del 19,8% en 2011. El perfil de salida de la crisis que ahora se dibuja es el de una recuperación débil, con una creación de empleo más lenta que la que hasta ahora preveía el Ejecutivo y con una alta tasa de paro que se extenderá varios años más. Con no ser un panorama halagüeño, las cosas pueden ser aún peores. El panel de previsiones de la Fundación Cajas de Ahorros (Funcas) reúne las previsiones de 17 de los principales servicios de estudios españoles y no hay ninguno que sea tan optimista como el Gobierno.
La media de los analistas apuntan a un crecimiento del 0,8% frente al 1,3% que prevé el Ejecutivo
La media de las previsiones de los analistas, en línea con las del Banco de España, apunta a un crecimiento de la economía del 0,8% durante este año. La Comisión Europea (0,7%) y el Fondo Monetario Internacional (0,6%) son hasta ahora incluso un poco más pesimistas. El servicio de estudios más optimista es el de Intermoney, que apunta a un crecimiento del 1,2% durante este año. El más pesimista es el Instituto Flores de Lemus, con un 0,4%, menos de la tercera parte de la previsión del Gobierno, según los datos recogidos en el panel de febrero pasado.
Por lo que respecta al paro, las previsiones de los analistas privados apuntan a una media del 20,3%, en línea con el nivel en que se cerró 2010. El Banco de España lo ve aún más negro y sitúa su previsión en el 20,7% y en este campo la más optimista (o acaso la que se ha quedado con previsiones más desfasadas) es la OCDE, con un 19,1%.
La vicepresidenta Elena Salgado tiene cierto derecho a reclamar un voto de confianza porque fue la que más afinó en sus previsiones de crecimiento para 2009 y 2010. Pero lo cierto es que se equivocó mucho más que el resto de analistas en las previsiones de paro, que probablemente importan más a los ciudadanos. Pero, además, la discrepancia con el resto de proyecciones no ha sido tan alta como lo es con vistas a este año (por no hablar de 2012, donde las diferencias son abismales).
No hay que olvidar que la previsión del 1,3% para este año ya es una revisión de las previsiones iniciales del Gobierno para el presente ejercicio. El Ejecutivo contaba con que la economía creciese este año un 1,8%. Cuando en abril de 2010 se publicó la primera estimación de los analistas para 2011, que apuntaba a un crecimiento del 1%, el Gobierno también apeló a su acierto del año 2009, pero solo dos meses después había rebajado su previsión medio punto como consecuencia del plan de ajuste para reducir el déficit.
El tiempo dará y quitará razones, pero lo más sorprendente de todo es que si se miran por dentro las previsiones para 2011, todo cambia para que el resultado final siga igual. Así, el consumo privado final crecerá el 0,9% y no el 1,8% que se esperaba hasta ahora. Pero esa diferencia se ve compensada por una menor caída del consumo público y por una mayor aportación del sector exterior. El resultado, tras cambiar las partes, es que el todo es el mismo: el 1,3% de crecimiento.
La gran duda no es solo si se cumplirá la previsión sino, sobre todo, qué efectos tendrá eso sobre la recaudación en caso de no cumplirse. Puesto que, como ha dicho Salgado, lo prioritario es cumplir el objetivo de déficit, si el crecimiento es menor y los ingresos se resienten, haría falta un nuevo ajuste (¿que, a su vez, justificaría una nueva rebaja de las previsiones de crecimiento?). Ojala el Gobierno sea el único que tenga razón y todos los demás estén equivocados.
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