Bruselas fijará criterios comunes para fortalecer la supervisión de los bancos
El Consejo Europeo de junio intentará vencer las reticencias del Reino Unido y aplicar la nueva normativa en 2010 - Europa quiere adelantarse a EE UU
Europa quiere adelantarse a Estados Unidos en la carrera por la nueva regulación financiera, uno de los grandes agujeros que explican la fenomenal crisis que se arrastra desde hace casi ya dos años. La Comisión Europea pretende fortalecer cuanto antes sus sistemas de vigilancia y supervisión financiera tras los fallos que ha puesto de relieve la crisis, con enormes deficiencias que se atribuyen al incumplimiento de las normas ya existentes más que a la falta de regulación. La Comisión presentará esta semana los dos pilares básicos de la futura supervisión: un organismo que evaluará los riesgos sistémicos -una especie de supervisor de supervisores que examinará los grandes riesgos de las finanzas europeas-, y una segunda entidad que fijará unos estándares mínimos para las inspecciones de las entidades bancarias, de seguros y de valores.
Las medidas actuarán como un sistema de alerta anticipada
La Comisión quiere regular también los derivados financieros
Se trata del Consejo Europeo de Riesgo Sistémico, que vigilará desde una perspectiva macroprudencial los riesgos del sistema financiero, y el Sistema Europeo de Supervisores Financieros, que fortalecerá, unificará y hará obligatorios unos criterios comunes para las autoridades europeas de inspección micro -es decir, sobre cada una de las entidades- en las áreas de banca, seguros y mercado de valores.
La comunicación que Bruselas presentará el miércoles recoge las recomendaciones del Grupo de Expertos de Alto Nivel, encabezado por Jacques de Larosière, que recibió el encargo del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. Será una propuesta política que se debatirá en el próximo Consejo Europeo de mediados de junio. El objetivo es reconducir las reticencias del Gobierno británico, que se resiste a aceptar unos criterios comunes para todos los países. Londres considera que corresponde a sus autoridades fijar los criterios de inspección de sus entidades, a pesar de los pobres resultados obtenidos en el manejo de su propia crisis.
El nuevo consejo perseguirá ciertas dinámicas de endeudamiento o toma excesiva de posiciones en determinadas actividades que puedan afectar al conjunto del sistema financiero, como ha ocurrido en el inmobiliario en España y otros países. Además, publicará informes y hará recomendaciones. Joaquín Almunia, comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, señala que ese nuevo organismo "actuará como un sistema de alerta temprana" para evitar los excesos de la última etapa en el sector financiero. Almunia ha reconocido que "los mecanismos de supervisión existentes han demostrado la incapacidad de anticipar la naturaleza y severidad de la crisis".
Fuentes comunitarias indican que dada la sensibilidad de ciertos sectores "habrá que actuar con confidencialidad para evitar que una alerta roja pueda causar un abandono masivo de determinadas posiciones y causar el hundimiento de un mercado".
"En este campo", añadió Almunia, "estamos en un continente sin mapa". Se trata de una iniciativa sin precedentes, de la que está muy pendiente Estados Unidos.
El Consejo Europeo de Riesgo Sistémico estará formado por los gobernadores de los bancos centrales y representantes de la inspección y la supervisión de cada país miembro en banca, seguros y valores, además de un miembro de la Comisión Europea. Tendrá un presidente y un vicepresidente. Uno de esos cargos podrían ofrecerse al Reino Unido para allanar las negociaciones. Para hacer más operativas sus actuaciones, se creará un órgano más funcional a un nivel inferior integrado por seis miembros que se reunirá con mayor asiduidad.
El segundo pilar, integrado por el Sistema Europeo de Supervisores Financieros, potenciará de manera significativa los actuales Comités Lamfalussy de banca, seguros y fondos de pensiones y valores. Los actuales comités se convertirán en autoridades, con más capacidad de iniciativa y autonomía. A sus reuniones acudirán personas del máximo nivel de cada país, en lugar de representantes de segundo o tercer rango como ahora.
Las nuevas autoridades tendrán competencias para hacer cumplir los estándares comunes de supervisión, que serán obligatorios para todos los países miembros. Al mismo tiempo actuarán con una autonomía total de los Gobiernos y serán los responsables de coordinar los colegios de supervisión.
Por otra parte, la Comisión prevé abordar todo lo relativo a los productos derivados, no regulados, sobre los que se tiene un gran desconocimiento. Europa está barajando desarrollar un mecanismo específico para obtener información sobre las operaciones con estos productos, una iniciativa que despierta recelos en Estados Unidos, cuyo Gobierno está interesado en controlar esa información. Esa pugna esconde la lucha por los intereses de las plazas financieras de Londres y Nueva York.
Las propuestas legislativas de este paquete se presentarán en otoño, "después de la consulta con las partes interesadas", según afirmó el comisario Charlie McCreevy. "Nuestro objetivo", añadió, "es tener estas reformas adaptadas a tiempo para que el marco de supervisión renovado esté en funcionamiento en 2010".
Desconfianza y secuestro
Los desafíos más serios para lograr una supervisión financiera eficiente a nivel europeo son superar la desconfianza existente entre autoridades nacionales y asegurar que éstas sean independientes de los poderes políticos y financieros. De la misma manera que los bancos europeos no se fían de sus competidores -y por ello aún no circula el crédito como debiera-, las autoridades de cada país se resisten a facilitar información sobre la situación financiera de sus respectivas entidades a otros Estados.
Los grandes descalabros financieros ocurridos en Bélgica, Holanda y Reino Unido se han producido porque las autoridades de inspección "estaban secuestradas por los bancos y poderes políticos", señala una fuente conocedora de las crisis en estos países. Además, la aplicación de las normas se fue relajando a pesar de que ya se habían producido desastres como los de Enron.
Para asegurar el buen funcionamiento de los nuevos organismos se requieren equipos de varios cientos de personas. Estructuras menores suscitarán muchas dudas sobre la verdadera voluntad de vigilar a fondo a la banca y poder evitar nuevas crisis.
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