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Reportaje:DINERO & INVERSIONES

La especulación tiene cara y cruz

Los mercados pueden ser al mismo tiempo el problema y el remedio

Miguel Ángel García Vega

El amanecer y el ocaso comparten idéntica línea del horizonte. Lo mismo sucede en el mundo financiero, donde nada es blanco o negro. Abundan los grises. Los especuladores forman parte de este color. Para muchos son un problema devastador, ya que no producen ningún valor tangible, mientras que para otros son unos actores necesarios que dan liquidez al mercado, explica José Luis Martínez, economista jefe de Citigroup. "Es cierto que se aprovechan de las debilidades, pero también las corrigen", dice Martínez. Además, "son guardianes de la eficiencia, precisa José Carlos Díez, analista de InterMoney. "El problema reside en que cuando toman el poder se comportan como oligopolios". Y esto es lo que ha sucedido en las últimas semanas.

A principios de mayo se batió el récord de apuestas contra el euro

Según los datos que maneja la Bolsa de Chicago, en la semana que finalizó el 4 de mayo se abrieron 13.125 millones de euros en posiciones cortas (especulativas) contra el euro, o sea, 103.400 contratos. Es la cifra más alta jamás vista en ese parqué. Resultado: desplome de las Bolsas europeas.

A España las repercusiones no tardaron en llegar. Estos movimientos especulativos le han costado al Estado -acorde con las cifras del sindicato de técnicos del Ministerio de Economía y Hacienda (Gestha)- unos 1.403 millones de euros, que es el sobrecoste que España tendrá que pagar para financiarse.

Sin embargo, en esta paleta de grises hay expertos, como David Cano, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), que culpa a Angela Merkel o a Jean-Claude Trichet del hundimiento antes que a los especuladores. A la canciller alemana, por retrasar las medidas de rescate, y al responsable del Banco Central Europeo, por no haber bajado los tipos de interés hace tres semanas. "Los especuladores te dan la señal de dónde están los fallos. Sólo van contra la debilidad. Pero cuando la detectan no son un alma de la caridad; van a machacar", advierte David Cano.

En estos momentos muchos recordarán las palabras del ministro sueco de finanzas, Anders Borg, cuando decía recientemente que veía grupos comportándose "como manadas de lobos" en los mercados. "Si les dejamos actuar, atacarán a los miembros más débiles y les destrozarán". Siguiendo con el símil zoológico, José Ramón Pin, profesor de ética empresarial del IESE, los compara con los buitres negros, que cumplen "la sana tarea de eliminar los animales moribundos".

Tampoco debe extrañar este comportamiento de los mercados, pues "el secreto del capitalismo es comprar barato y vender caro", dice José Carlos Díez, de InterMoney. Es parte del ADN del sistema. Como lo es, indica Adrián Serrano, experto de Norbolsa, que haya personas que ganen mucho con estos movimientos especulativos, pero también quienes lo pierden todo. "Y esto hay que tenerlo en cuenta. Especular no es sinónimo de grandes ganancias. Se hace un discurso demasiado simplista para llegar a la gente".

El problema está en encontrar el punto medio, o sea, el color gris. La mayoría de las transacciones habituales de compra y venta de cualquier bien lleva implícito un componente especulativo. "El reto reside en definir qué es una operación especulativa y qué no", reflexiona Lorenzo Dávila, jefe del departamento de investigación del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). Y, hasta la fecha, este gato sigue sin cascabel. "Resulta muy complicado, por ejemplo, distinguir entre una operación especulativa pura y dura y una de cobertura", admite Dávila.

De lo que hay pocas dudas es de que los especuladores viven en las grietas del sistema. Ahí proliferan. Buscan "los desajustes que les podrían generar rentabilidad", precisa Francisco López Ollé, de X-Trade Brokers. La solución podría estar en aumentar la regulación, pero es algo que "coartaría la rentabilidad del negocio", en palabras de Natalia Aguirre, directora de estrategia de Renta 4, quien no hace sino resumir el sentimiento del mercado.

Sea como fuere, los desajustes son el ecosistema propicio para los hedge funds, o fondos de alto riesgo. Estos instrumentos -principales responsables de lo que podríamos definir como especulación excesiva- son uno de los grandes causantes de la volatilidad del mercado estas pasadas semanas. Su grieta la han encontrado, entre otros lugares, en el arbitraje de deuda soberana. Por ejemplo, son capaces de aprovechar el desajuste en un 0,05% (cinco puntos básicos) en la emisión de deuda y apalancarse (endeudarse) sobre ella hasta 30 veces, o más, para buscar rentabilidad. Y aquí está parte del problema.

"Este apalancamiento excesivo tendría que estar limitado en los bancos. Es un extraordinario riesgo, pues mal utilizado genera abusos y mala gestión", comenta el director de grandes patrimonios de un banco privado suizo. "Hay que tener claro que la especulación ilimitada se sirve, sobre todo, de fondos que tienen una regulación laxa o inexistente".

Y es que ha llegado la hora de un cambio de planteamiento, cuyo primer paso es meter en vereda a los instrumentos de alto riesgo. "Pero tiene que ser un cambio global. Si sólo regulas los hedge funds en Europa, lo que provocarás es que se vayan a paraísos fiscales. Pero el problema continuará existiendo", afirma Lorenzo Dávila, del IEB.

Ahora bien, en este complejo paisaje se da la dolorosa paradoja de que muchas economías europeas han aumentado su déficit público, al menos en parte, porque tuvieron que endeudarse para rescatar a entidades financieras en apuros. Y ahora son esas mismas entidades reflotadas las que apuestan contra su economía y divisa. "Muchas gestoras de los bancos han participado en el hundimiento de los mercados, pero ha sido en interés de sus clientes. Por ejemplo, vendiendo deuda española, que está muy débil, y comprando alemana. Pero esto no quiere decir que estén atacando la economía, sino defendiendo los intereses de sus ahorradores", matiza Dávila.

Dos intermediarios en el patio de operaciones de la Bolsa de Nueva York.
Dos intermediarios en el patio de operaciones de la Bolsa de Nueva York.AP

Alemania tiene prisa

En los mercados financieros sólo hay una palabra que guste menos que "pérdidas". ¿Adivinan cuál es? "Regulación". "En los mercados hay dos formas de intervenir. O inyectando liquidez o coartando la operativa", dice Natalia Aguirre, de Renta 4. La primera siempre es aplaudida; la segunda, denostada. Alemania optó por este segundo camino esta semana al prohibir las ventas a corto hasta marzo de 2011. O sea, prohibió apostar porque el precio de un activo que cotiza en Bolsa caerá. Esta operativa aumenta exponencialmente su efecto especulativo si se permiten hacer estas apuestas bajistas, además, sin tener los títulos. En España están prohibidas, pero no así en otros países de nuestro entorno financiero. Y, claro, tanta limitación no gusta.

"No hay que poner trabas a los mercados, lo que hay que hacer es convencerles de la fortaleza del euro y de la economía europea. Si se hace, la especulación excesiva desparecerá", reflexiona José Luis Martínez, economista jefe de Citigroup. Eso sí, cualquier medida tiene que "ser coordinada con todos los países para que tenga sentido", afirma David Cano, socio de AFI. Quien se pregunta, con ironía, por qué no se limitan, también, las subidas al igual que las bajadas.

Y, de fondo, una vez más, los hedge funds (fondos de alto riesgo). La Unión Europea se ha decidido, por fin, a controlarlos. Los gestores estarán sujetos a más vigilancia y los supervisores podrán intervenir en caso de que el apalancamiento (endeudamiento) de los fondos suponga un peligro. Aquí hay más acuerdo. Todo lo que suponga más "transparencia" gusta a los expertos. -

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.
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