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Reportaje:

Bono bueno y tacaño

El éxito de la deuda española merma la rentabilidad de los ahorradores

La deuda española marcó esta semana un hito impensable hace unos años. El bono a 10 años cotizó por vez primera por debajo del alemán, lo que supone que el mercado otorga más confianza a la solvencia de las cuentas públicas españolas que a las alemanas. Pero este éxito de nuestra deuda tiene su contrapunto en unos ahorradores que ven disminuida la rentabilidad, acuciada también por una alta inflación que provoca tipos reales negativos.

El éxito de la deuda pública ha supuesto un ahorro importante en la factura de intereses a base de ofrecer tipos reales negativos
Los expertos esperan que esta situación sea transitoria y cambiará cuando la economía alemana dé muestras de mayor fortaleza
En 1998, antes de la fijación de cambios inamovibles para la creación del euro, la deuda española tenía un diferencial de seis puntos con Alemania

Aunque los expertos consultados consideran que se trata de algo transitorio, lo cierto es que la deuda española se ha puesto a la cabeza de Europa. Esta semana y por vez primera en la historia los bonos españoles han cotizado con una rentabilidad inferior a los alemanes que son los títulos de referencia de la zona euro. Así, el pasado miércoles los bonos alemanes a 10 años ofrecían una rentabilidad del 4,48%, mientras que los españoles se colocaban en el 4,46%.

Dicho de otra forma, y aunque las distancias sean muy pequeñas, los bonos alemanes tienen para el entender de los mercados más riesgo que los españoles y, por ello, se les exige un mayor tipo de interés. Una situación que encaja en unos mercados europeos donde la adopción del euro ha eliminado los riesgos de moneda y sólo quedan los propios de las finanzas de cada economía y donde también influye la liquidez del mercado y la abundancia o escasez de estos bonos.

Los expertos explican esta transitoriedad en el mal momento por el que atraviesa la economía alemana y en la medida que ésta vaya dando signos de mejoría o expectativas de una evolución positiva volverá a mostrarse como la más solvente y, por tanto, con tipos menores.

Las grandes firmas de calificación crediticia, Moody's y Standard & Poor's han colocado además a la Bolsa española en el primer peldaño de la solvencia durante los últimos años. Sin esta mejor nota hubiera sido imposible este salto por encima de los bonos europeos.

Echando la vista unos años atrás, el vuelco es espectacular. A finales de 1998, antes de establecerse los cambios inamovibles entre monedas que dieron lugar al euro, la deuda española llegó a cotizar 6 puntos por encima del bono alemán. Hasta 2002, los españoles ofrecían una rentabilidad de 2 a 3 puntos superior a la que marcaban los activos de idéntica vida en Alemania. El diferencial de tipos con el bono alemán, que ahora ha tornado ligeramente positivo para la deuda española, ha sido una de las guías principales para medir los avances de nuestra economía frente a la de los países de la eurozona.

Un bien más escaso

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, achacaba esta bonanza de los bonos españoles a que éstos son cada vez un bien más escaso, como consecuencia del cumplimiento del déficit cero que permite, incluso, que se vaya destruyendo deuda del pasado. Una escasez que les lleva a ser mejor valorados que los bonos de otras economías europeas, donde los déficit aumentan y, por tanto, se verán obligadas a lanzar más bonos al mercado.

Este efecto de escasez se produce además por la abundante demanda de estos bonos de máxima calidad. Fondos de inversión de renta fija o del mercado monetario (Fiamm), fondos de pensiones, aseguradoras y directamente el público se nutren de este tipo de activos. Un proceso que, además, se produce con una indefinición de las bolsas que ha llevado a que mucho dinero que antes estaba en renta variable -además del que se ha perdido- prefiera el acomodo de la seguridad de la deuda pública.

Esta mejoría de la deuda española en los mercados tiene sus efectos positivos sobre las arcas públicas y no tanto sobre los ahorradores españoles a los que el Tesoro ofrece en los últimos dos años productos que ni siquiera permiten mantener el poder adquisitivo de sus ahorros. Así, el ahorro para el Estado se sitúa en torno a los 1.500 millones de euros durante los dos últimos años.

En un principio, la caída de tipos, y la máxima solvencia de la deuda son positivas. Sin embargo, son los ahorradores los que están soportando estas buenas noticias. El proceso de caída de tipos ha sido general en todo el mundo desarrollado, pero en el caso español se produce la paradoja de una inflación más alta que el resto de las economías de su entorno. Con ello, si a los tipos nominales que ofrecen estos productos se resta la inflación, el resultado son unos tipos reales negativos, es decir, invirtiendo en activos de deuda pública ni siquiera se llega a cubrir la depreciación que sufre el ahorro por efecto de la inflación.

Ligar a la inflación

Pese al buen dato de inflación conocido esta semana que ha situado la internaual a octubre en el 2,6%, los ahorradores han soportado en los últimos meses subidas de precios superiores al 3% cuando las letras del Tesoro se encuentran actualmente en 2,35% y en este mismo mes de mayo han alcanzado niveles mínimos del 2,14%.

En el caso de los bonos a 10 años se supera ligeramente -dependen del momento que se tome como referencia- a la subida de los precios. Sin embargo, este tipo de productos conllevan riesgos de apreciación y depreciación de acuerdo a cómo evolucionen en los próximos años los tipos de interés. Unos riesgos que los ahorradores más conservadores no están dispuestos a asumir.

Algunos países como Francia, Italia y también Estados Unidos, han dado una solución para compaginar la situación de bajos tipos con la necesidad de que sus ahorradores no perdieran poder adquisitivo, mediante la emisión de deuda cuya rentabilidad fuese unida a la evolución de los precios. Una posibilidad para beneficiar el ahorrador que Cristóbal Montoro descartó el pasado martes en las jornadas sobre Emisiones de bonos en el sector público, organizadas por AIAF y el Grupo Analistas. Montoro se declaró partidario de no establecer ninguna atadura, a sabiendas de que la situación actual beneficia sobremanera a las arcas públicas en detrimento de los ahorradores.

Ésta es la paradójica situación de la deuda pública española. Su éxito permite ahorros importantes al Estado que van aumentando a medida que mejora su percepción por los mercados financieros. Pero los inversores llevan soportando más de dos años su éxito con una merma de sus intereses.

Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda.
Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda.ULY MARTÍN

La alternativa de los bonos empresariales

La bondad de la deuda pública española no sólo se detecta frente a otros países europeos que tradicionalmente mostraban mayor solvencia. Las empresas que emiten títulos en España deben competir con la solvente deuda pública y esta situación de caída de tipos les favorece. Los bonos y pagarés de empresas privadas siempre deben mantener un diferencial positivo con la deuda para hacerlos atractivos a los inversores. Pero al caer los tipos de la deuda, ellos -aunque mantengan el diferencial- también se ven favorecidos por unos tipos inferiores, lo que se traslada directamente a una rebaja de los costes financieros que soportan.

Por ejemplo, las letras a plazo de un año ofrecen en el mercado una rentabilidad del 2,35%, mientras que en los pagarés de empresa a idéntico periodo la ganancia anual obtenida es del 2,55%. Además, se trata de inversores muy solventes como bancos o eléctricas donde el riesgo de no pagar los intereses o de no devolver el principal de la inversión es prácticamente nulo.

Estas diferencias también se dejan ver en plazos más largos como los bonos y las obligaciones. También los inversores privados deben mantener un diferencial positivo y el grueso de estos emisores son de una solvencia contrastada. Éste, pues, es un camino interesante para los inversores con el fin de arañar una ganancia añadida a la compra directa de deuda pública. Existen siempre opciones mucho más arriesgadas como las que ofrecen emisores de menor solvencia, tanto por su actividad como por la moneda en la que se emiten. Bonos empresariales de países latinoamericanos o de empresas tecnológicas siguen ofreciendo tipos muy exóticos.

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