El sueño engañoso de Mourinho
El entrenador del Madrid, que dijo a los jugadores que había tenido la premonición de la conquista del título, necesita buscar discursos futbolísticos para convencer al vestuario
Los antiguos babilonios creían que, durante el sueño, las personas más sensibles podían establecer contactos reveladores con la divinidad. La Biblia relata el sueño profético de Nabucodonosor y el trance onírico de un faraón que vio siete vacas comiéndose a siete vacas, interpretado por los sacerdotes como una premonición. El viernes 18 de marzo, antes del partido del Calderón, Mourinho convocó a la plantilla en la sala de reuniones de Valdebebas para anunciar que había tenido un sueño. Y que había visto el futuro.
Las charlas de víspera de los partidos de Mourinho suelen ser alocuciones más doctrinales que futbolísticas. En aquella ocasión, el técnico comenzó hablando de su política de comunicación, de su agenda, de lo que pensaba contar a la prensa y de la conspiración de los horarios de las televisiones como de una invención sin fundamento. Según los asistentes consultados, la charla estuvo cargada de la tensión que precede a los soliloquios del entrenador, proclive a inflamarse en la oratoria. Todos contuvieron la respiración cuando empezó a hablarles de parapsicología.
Perdida la fe en el mago, la plantilla espera algún revulsivo táctico
-Quiero deciros otra cosa. Anoche tuve una percepción, un feeling. Cuando tengo esos feelings tan fuertes, se cumplen. Soñé que, si ganábamos al Atlético, ganaríamos la Liga. Lo vi claro. Y, cuando lo veo tan claro, siempre se cumple.
Al oírlo, algunos resoplaron. "Estábamos todos con el culo torcido", recordó un jugador la semana pasada para describir la sensación de incomodidad. Mourinho siguió adelante. Los asistentes aseguran que el silencio en la sala era total. Solo se escuchaba la voz del portugués con tono metálico.
-Porque el Barcelona está muy mal y eso va a ir a peor. Cada día está peor. ¿No lo veis vosotros? Eso no hay quien lo pare. Os lo aseguro.
En este punto, los jugadores esperaron un argumento futbolístico que respaldase la sentencia. No lo hubo. Ni la ausencia de Puyol, ni la baja de Abidal ni la fatiga de Messi... Durante la concentración, todos se preguntaron qué había querido decir. Algunos lo relacionaron con insinuaciones del entrenador sobre ciertas prácticas en la preparación del equipo rival y el efecto inhibidor que pudieron tener las filtraciones a la prensa. Al cabo de las horas, el asunto resultó tan esotérico como hilarante. Si delante de Mourinho ninguno se atrevió a tomárselo a broma, a sus espaldas proliferaron los ocurrentes. "¿Por qué no formamos una peña quinielista?", decían, entre carcajadas ahogadas, los jugadores; "así, si no podemos ganar nada en primas por el título, compensaremos la pérdida en la quiniela".
El Madrid ganó por 1-2 al Atlético esa noche y los jugadores del Madrid se echaron unas risas pensando en los poderes carismáticos de su entrenador. Si hay algo de lo que la plantilla está convencida después de nueve meses de trabajo es del talento de Mourinho para trasladar mensajes estimulantes de la manera más insospechada. El hombre es un comunicador nato. Lo que es más dudoso a ojos de la tropa, tras la derrota ante el Sporting (0-1), es que sus feelings sean tan agudos como los de Nabucodonosor.
Perdida la fe en el mago, los jugadores esperan algún tipo de revulsivo táctico. Nuevas ideas futbolísticas, quizá. Menos invocaciones a lo sobrenatural.
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