A punto de caramelo
El Barcelona, que llegó a ganar por 0-3 después de una exhibición futbolística, encajó dos goles cuando el Sevilla jugaba en inferioridad numérica por expulsión de Konko
El Barça dejó la Liga a punto de caramelo para la última jornada que jugará el próximo fin de semana en el Camp Nou contra el Valladolid. Anoche jugó una hora y media de partido excelente y cinco minutos deplorables en una cancha tan difícil como la de Sevilla. Allí perdió la Copa de Europa hace ya tiempo, y no hace tanto la Liga, cuando Ronaldinho falló un penalti, y también la Copa en enero pasado, después de una exhibición de Palop. Los azulgrana respondieron ayer con un ejercicio de afirmación porque fueron más reconocibles que nunca, para bien y para mal, y jamás estuvieron pendientes del ruido exterior y menos de las noticias del Bernabéu. Los barcelonistas sabían que si ayer ganaban el partido seguramente ganarán la Liga y fueron a por el triunfo sin especular hasta que se sintieron campeones. Excelentes ante la dificultad, los barcelonistas se aflojaron cuando el partido pintaba más fácil por el marcador (0-3) y por jugar con uno más, y se entregaron a un final dramático: 2-3.
SEVILLA 2 - BARCELONA 3
Sevilla: Palop; Konko, Escudé, Fazio (Squillaci, m. 27), Adriano (Lolo, m. 66); Navas, Zokora, Renato (Stankevicius, m. 61), Capel; Luis Fabiano y Kanouté. No utilizados: Varas, Romaric, José Carlos y Negredo.
Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Puyol, Maxwell (Abidal, m. 65); Xavi (Touré, m. 86), Busquets, Keita; Pedro, Messi y Bojan (Jeffren, m. 91). No utilizados: Pinto, Milito, Ibrahimovic y Henry.
Goles: 0-1. M. 4 Messi. 0-2. M. 27. Bojan. 0-3. M. 62. Pedro. 1-3. M. 68. Kanouté. 2-3. M. 70. Luis Fabiano.
Árbitro: Undiano Mallenco. Expulsó a Konko (m. 55) por doble amonestación y mostró la amarilla a Busquets, Zokora, Pedro, Maxwell, Lolo, Capel, Bojan, Xavi y Valdés.
Sánchez Pizjuán. 42.000 espectadores.
Ante el juego dulce del equipo de Guardiola, el conjunto andaluz llegó un segundo tarde
Jugó el Barça con la misma alineación que goleó al Villarreal -ocho son de la cantera- y despachó al Sevilla con la misma serenidad y exquisitez, muy por encima del rival y de las exigencias de la jornada. Atendió Guardiola al consejo de que no conviene tocar el equipo que funciona, incluso cuando el adversario es el Sevilla, desequilibrante en el juego por fuera, sobre todo por la presencia de Navas y Capel, dos extremos tremendos frente a dos laterales tan ofensivos como Alves y Maxwell. Ambos técnicos coincidieron, sin embargo, en que el partido lo ganarían los delanteros por más zagueros que dispusieran los dos ante la excelsa nómina de atacantes. Ninguno como Messi.
La Pulga se situó de falso ariete y se arrancó nada más comenzar el partido con una declaración de intenciones inequívoca para desdicha de Palop, vencido por el argentino: ocho goles en total. Messi tomó la pelota y enfrentó al meta y a los centrales con tanta determinación que a los cuatro minutos ya había cantado un gol después de controlar y cruzar con la zurda un pase interior de Maxwell. Alrededor de Messi y a partir de la profundidad de Alves y del sentido de la orientación de Xavi, el Barça gobernó el partido con autoridad y suficiencia. No pasaba de la divisoria el Sevilla, hipnotizado por el juego de triangulación y combinación de los medios azulgrana y, por otra parte, siempre pendiente de Alves y de Messi. Bojan y Pedro abrían muy bien el campo, Xavi filtraba el balón estupendamente y tanto Alves como Messi se ganaban buenas posiciones para el remate. Así llegó el segundo gol: Alves tocó para Xavi, el volante asistió a Bojan, y el delantero la puso a bote pronto en el rincón derecho de Palop.
El rondo azulgrana fue monumental hasta el descanso, y si no cayó el tercero fue porque a Messi se le escapó por un dedo un tiro a quemarropa ante el portero. El carrusel de llegadas del Barcelona contrastó con la desaparición del Sevilla. Aunque le daban muchas vueltas, los muchachos de Álvarez no atinaban a entrar en el partido. No les quedó más remedio que trampear el partido, buscar el cuerpo a cuerpo y forzar las jugadas de estrategia. Al rescate del Barça acudió entonces Valdés, imperial en un rechace a un disparo tremendo de Luis Fabiano.
La intervención del portero reflejó la concentración con la que actuaban los once futbolistas del Barcelona, agrupados todos alrededor del balón, excelentes en la recuperación y en la elaboración, profundos en ataque. Al Sevilla le costaba Dios y ayuda encontrar su sitio en el campo. El plantel andaluz ha perdido fuerza y gas, diezmado por las lesiones, y ya no compite como un equipo de la Liga de Campeones. Ante el juego dulce y exquisito del Barça, el Sevilla siempre llegó un segundo tarde al balón y cedió un metro de más. Los andaluces se vencieron momentáneamente con la expulsión de Konko, señal de su impotencia, desconectados como estaban sus poderosos delanteros.
La superioridad numérica agrandó el dominio barcelonista para desespero del Sevilla. Palop le sacó un tiro de gol con el talón a Messi antes de que Pedro rematara a la red el 0-3 después de un rechace a jugada de Messi. El partido discurría de forma tan natural y ortodoxa desde el punto de vista azulgrana que habían marcado los tres delanteros.
La función del Sevilla quedaba reducida a la de anfitrión. Falsa impresión. Justamente cuando el equipo de Álvarez se caía a trozos y el cuarto gol barcelonista parecía a punto de caer, Kanouté y Luis Fabiano pusieron a su equipo en el partido con dos rápidas acciones. Los azulgrana se perdieron, desatendieron el juego y las acciones a balón parado y el dúo ofensivo del Sevilla mostró su poderío. Kanouté y Luis Fabiano no necesitan a los medios para marcar. La respuesta del Barça, sin embargo, fue inmediata y pasó a tener de nuevo la pelota. Aunque pasó algún mal trago por los fueras de banda, tuvo la serenidad suficiente para cantar victoria, reforzar el liderato y situarse a un triunfo de revalidar el título.
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