Tan perfecto como previsible
Pedrosa logra su primera victoria de la temporada, por delante de Lorenzo, tras dominar la carrera de la primera a la última vuelta
A Pedrosa le gusta la pole. Por diversos motivos. Le gusta porque si la consigue es, en la mayoría de los casos, porque su Honda va como un tiro. Aunque él, tan detallista, siempre le encuentre algún fallo, por pequeño que sea. Es de esos pilotos técnicos hasta la enfermedad que necesitan que su máquina se les presente perfecta antes de una carrera. Entonces, él también puede aspirar a la perfección. También le gusta porque si sale primero sabe que tiene muchas, muchísimas posibilidades de ganar. Una buena salida, algo habitual en él. ¡Y a rodar! La de ayer fue una de esas victorias, tan perfectas como aburridas por previsibles, que tanto adora Dani Pedrosa. Propulsado de la primera posición de la parrilla de salida a lo alto del podio. Desde donde, de paso, presentó su candidatura al título, con permiso de Jorge Lorenzo, que ayer terminó segundo, y beneficiado por la larga ausencia del lesionado Valentino Rossi.
No le va la épica, como a Lorenzo. No es tan agresivo, pero recuerda cómo ganar
El balear se quitó los guantes y los lanzó sobre su moto. Detesta perder
A diferencia de lo que ocurrió en Jerez, donde también salió desde la pole, donde también tiró para dejar descolgados a sus perseguidores, y donde también marcó su vuelta rápida apenas iniciada la prueba, Pedrosa pudo aguantar más minutos a un ritmo feroz: no solo fue el único capaz de bajar el cronómetro de 1m 50s, sino que rodó hasta siete vueltas en 1m 49s -en Jerez solo fueron cuatro-. Pronto fue inalcanzable. Incluso para Jorge Lorenzo, que también a diferencia de lo que ocurrió en Jerez, apenas mejoró sus prestaciones a medida que avanzaba la carrera. Se mantuvo tan constante como su Yamaha y los neumáticos le permitieron. Y falto como estaba de confianza por la escasa respuesta y fiabilidad de las gomas, no estuvo a la altura de sus números del sábado. Tampoco ayer estuvo a la altura de Pedrosa.
Claro que, como únicamente Dovizioso le puso en algún aprieto recién iniciada la carrera, tampoco su segundo puesto se vio amenazado. Sorprendentemente a pesar de que la potencia y la velocidad punta de la Yamaha está todavía lejos de la de todas las Ducati de la parrilla y todas las Honda. Así le dio caza Dovizioso (vuelta cinco), al superarlo por velocidad en la recta antes de entrar a una curva de derechas. Pero el italiano no sacó partido de la maniobra. Y perdió la segunda plaza tan pronto como Lorenzo pudo enganchar bien el freno antes de un viraje. Dovizioso ya no volvió a ser un peligro. Aguardó cerca. Pero no lo suficiente.
Fue aquella pelea cuerpo a cuerpo la que sirvió a Pedrosa para apuntarse su vuelta rápida. Y siguió tirando. Feliz en su soledad. Cómodo sin nadie a quien perseguir. Sin nadie con quien batallar. Cuando la moto responde y nadie le molesta, el piloto catalán es perfecto, imbatible. Tanto que llegó a tener una ventaja de 7,5 segundos respecto del segundo a nueve vueltas para el final. No le va la épica, como a Lorenzo. No es tan valiente, ni tan agresivo, pero, sin duda, recuerda cómo se ganan las carreras. Con esa trazada limpísima, tan suya. Supo rentabilizar la enorme distancia que estableció entre él y la pareja Lorenzo-Dovizioso hasta tal punto que terminó relajadísimo el último tramo de carrera. Sin temor a que le dieran caza. Apostó seguro. Quería pisar tierra firme. A cambio, su ventaja final no fue tan escandalosa: Lorenzo entró en meta cuatro segundos más tarde, con Dovizioso a otros dos segundos. Pero sí igualmente válida.
Es su primera victoria de la temporada. La que le ofrece un respiro. La que le devuelve, mucho tiempo después, la etiqueta de magnífico. Esa que comparten los cuatro teóricos aspirantes al título, aunque de momento solo hay dos. Rossi ya se ha despedido del Mundial. Y Stoner, que el sábado se las prometía muy felices, sigue sin dar pie con bola. Tras dos caídas y un quinto puesto en Jerez, ayer se encontró peleando con Melandri y Randy de Puniet. Otra historia. Terminó cuarto, sí. Pero a 25,7 segundos de la cabeza. Un drama. Como el que creyó vivir Lorenzo al llegar al corralito y tener que aparcar su moto como el segundo clasificado del GP de Italia: se quitó los guantes y los lanzó sobre su moto enrabietado. Más tarde, mientras Pedrosa seguía recibiendo halagos y felicitaciones, pasó unos segundos sentado sobre su casco, pensativo. Detesta perder.
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