De paranoias, engaños y fidelidad
- "Si se tratara a todo el mundo como se merece, ¿quién escaparía del látigo?". Del Rey Lear, de William Shakespeare
A los jefes de la FIFA les falta imaginación. Conceden premios por estas fechas al mejor futbolista del año, al mejor gol, al campeón del fair play y tal, pero se quedan cortos. Es una pena. Hay muchas más hazañas en el mundo del fútbol que merecen ser galardonadas. Por eso, en un modesto intento de hacer justicia, otorgaremos aquí cinco premios adicionales a personajes cuya aportación al deporte no ha recibido su merecido reconocimiento.
El primero, el trofeo Diego Armando Maradona, al entrenador cuya continuidad nos causa más asombro, podría haber ido a Mark Hughes, pero los dueños árabes del Manchester City le negaron la posibilidad de recibir este honor al despedirle el fin de semana pasado. Con lo cual el ganador tiene que ser, por unanimidad, Rafa Benítez. Bajo el mando del español, el Liverpool siempre ha jugado un fútbol atroz, pero lograba ganar bastantes más partidos de los que perdía. Hoy, ni siquiera. El legendario equipo inglés, que aspiraba a todo a comienzos de temporada, ya está eliminado de la Champions y, a la hora de anunciar este premio, ocupa el octavo lugar en la Premier League, detrás del Birmingham City.
El premio Tiger Eldrick Woods, al engaño en el deporte, va, sin necesidad de mucho debate, a Thierry Henry. No por la doble mano del capitán francés que el árbitro no vio y que propició el gol que clasificó a Francia para el Mundial de Suráfrica, dejando eliminada a Irlanda. No, no. Ése fue un episodio puntual: se podría clasificar de accidente. Lo realmente admirable de Henry es que no permitió que la tormenta de críticas que recibió tras ese partido le inhibiera. El fin de semana siguiente saltó al campo con los colores del Barcelona y no dejó pasar la más mínima oportunidad de intentar engañar al árbitro. Que le habían hecho falta cuando no la hubo; que estaba lesionado cuando no lo estaba; que fue córner cuando el rival no tocó el balón... Siempre es así Henry. Un hombre coherente.
La copa David Beckham, a la fidelidad, la recibe el mejor jugador del mundo, Leo Messi, por su obstinada insistencia en seguir jugando para la selección de su país natal. A Beckham le llovieron los insultos y le colgaron en efigie en Inglaterra en 1998, cuando tenía la misma edad que Messi hoy, por supuesta traición a la patria. Se debería haber pasado a la selección argentina, del mismo modo que Messi debería solicitar la ciudadanía inglesa como justa recompensa a las calumnias e imbecilidades que ha tenido que oír de buena parte de sus compatriotas, gente que se jacta de su superior conocimiento futbolístico.
El premio Andrei Shevchenko, a la peor inversión del año, no va a Robinho, del Manchester City, pese a que costó 40 millones de euros y no ha aportado nada a la causa de su equipo, mucho menos a la del pobre Hughes, quien apostó por él. No, el premio Shevchenko va este año a Alberto Aquilani. ¿Alberto Aquilani? Nadie sabe quién es, ¿verdad? Pues por eso es el ganador. Robinho, al menos, sale al campo de vez en cuando. El entrenador de Aquilani pagó 25 millones de euros por él en verano, pero, reconociendo que no está a la altura de la Premier, no se atreve a sacarlo del banquillo. (¿El nombre del entrenador? Rafa Benítez...)
Y, finalmente, el premio Alex Ferguson, a la paranoia, va este año, por aclamación, a Joan Laporta. Laporta es el presidente del club de fútbol más admirado y más triunfador de la tierra, pero vive bajo una sensación permanente de miedo y humillación. Insiste en creer, si nos guiamos por la retórica que emplea, que el Estado español amenaza la existencia de la patria catalana algo así como Hezbolá amenaza la existencia del Estado israelí o viceversa. Deseémosle a él y a todos que en 2010 tengan la sabiduría de entender que la vida es demasiado corta, y demasiadas veces decepcionante, para no disfrutar a tope las alegrías que el destino depara. Es decir, si no estás feliz y plenamente satisfecho cuando tu equipo ha ganado seis títulos en un año, ¿cuándo, collons, lo vas a estar?
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