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Reportaje:Ciclismo | Las secuelas de la Operación Puerto

La generación machacada

La desaparición del equipo de Manolo Saiz deja desamparados a algunos de los mejores jóvenes corredores españoles

Carlos Arribas

"Ha habido jóvenes que no han pensado en su futuro; jóvenes con cuyo futuro han estado jugando; jóvenes que ahora no tienen nada".

El director deportivo que así habla, y que quiere hablar anónimamente, no habla de jóvenes anónimos sino de unos ciclistas que estaban destinados a convertirse en los mejores ciclistas españoles, habla de la que hasta hace unos meses era la generación dorada, el orgullo de Manolo Saiz, de la que ahora mismo se puede considerar la generación machacada, la vergüenza de Manolo Saiz.

Más que de Vinokúrov y Kasheckin, de Heras y Beloki, Serrano o Vicioso, de los corredores que consiguieron las últimas victorias del Liberty y el Astana, Manolo Saiz estaba orgulloso de la cantera que había construido los últimos años, de unos corredores que controlaba estrechamente desde juveniles y a los que, aún muy jóvenes, estaba haciendo debutar en profesionales.

"Alberto Contador tiene suerte porque tiene equipo para el año que viene", dice Bruyneel
Manolo Saiz estaba orgulloso de la cantera que había construido los últimos años

Para mantener el pulso contra todos los actores del ciclismo mundial, para mantener la ficción de hacer creer que en 2007 su equipo continuaría como si nada hubiera pasado, para intentar salvarse económicamente, el director cántabro que cayó en desgracia el 23 de mayo pasado, detenido por la Guardia Civil con 60.000 euros en billetes de 500 y en francos suizos y una bolsa con productos dopantes, se rodeó de todos sus corredores, veló para que no volaran, se negó a cualquier petición de libertad.

Los que pudieron, los más solicitados, firmaron preacuerdos con los mejores equipos del mundo; los demás jóvenes se quedaron esperando el milagro de que el equipo siguiera un año más; los más veteranos, la docena de ciclistas implicados en la Operación Puerto, continuaron trabajando para obtener indemnizaciones millonarias de aquellos que no les han permitido correr desde junio pasado mientras veían dibujarse en el horizonte un futuro vivido permanentemente en el limbo; un cuarto grupo, los kazajos, Vinokúrov, Kasheckin, Yakovlev y Bazayev, se fueron con su patrocinador a Suiza.

El viernes, la Unión Ciclista Internacional (UCI) anunció que la empresa de Saiz, Active Bay, no seguiría contando con licencia ProTour, el club cerrado y selecto que el mismo Saiz había fundado. La esperanza de poder seguir en 2007, sin licencia, sin patrocinador, sin apoyos, murió en el mismo momento.

Desde ese momento, los corredores podrán litigar para conseguir la carta de libertad. Algunos encontrarán equipo, otros tendrán que repartirse las garantías depositadas en la UCI. La esperanza de Saiz, la ambición de al menos poder obtener un beneficio económico de la desgracia, también se fue al garete. Empezó a torcerse cuando Marc Biver, el suizo a quienes los dirigentes de Kazajistán encargaron crear un nuevo equipo, se negó a responder los emails en los que el presidente de la UCI, el irlandés Pat Mac Quaid, por cuya elección tanto trabajó Saiz, le indicaba de que la mejor ruta para obtener licencia ProTour consistía en comprársela a Saiz. Se le terminó de torcer cuando comprobó que no sólo podrá vender la licencia, sino tampoco podrá negociar con los contratos de los corredores, quienes quedarán liberados de las cláusulas de rescisión dado que su equipo ya no es ProTour y, por lo tanto, han cambiado sustancialmente las condiciones en que desarrollan su trabajo.

"Alberto Contador tiene suerte porque tiene equipo para el año que viene", dice Johan Bruyneel del ciclista de Pinto, de 24 años, de la niña de los ojos de Saiz, del Perico Delgado del siglo XXI, del más cortejado del clan, quien, en cuanto consiga la carta de libertad firmará probablemente por el Discovery Channel, como lo hizo en junio su compañero portugués Sergio Paulinho. "Los demás lo tendrán más difícil". Contador, por ejemplo, quería que Bruyneel hiciera un hueco en el Discovery a su amigo sevillano Javier Ramírez Abeja, de 28 años. No había sitio.

Como tampoco hay sitio, aparentemente, para Carlos Abellán, de 23 años, Daniel Navarro, de 23, José Antonio Redondo -de 21, el más joven de la última Vuelta, en la que destacó con una magnífica ascensión al Calar Alto-, Iván Santos, de 24, y Eladio Sánchez, de 22.

"Todo depende de cuales son sus ambiciones", dice José Miguel Echávarri, director del Caisse d'Épargne. "Si aspiran a un equipo ProTour, lo tienen complicado. La mayoría de las plantillas están completas y nos regimos por un sistema muy rígido que limita la libertad de contratación. Si se conforman con un equipo continental, tendrán que tener paciencia. La mayoría de equipos jugará con su desesperación y su necesidad para contratarlos a la baja".

Los murcianos Luis León Sánchez Gil, de 23 años y ya veterano del Tour de 2005, y José Joaquín Rojas, de 21, hermano pequeño de Mariano Rojas, la gran promesa del ONCE que falleció en accidente de tráfico en 1996, han tenido más fortuna. Ambos acabarán seguramente corriendo el próximo año en el Caisse d'Épargne de Echávarri. Sólo lo podrán hacer, de todas maneras, cuando cuenten con la carta de libertad. Cuando la consiga, Luis León Sánchez, magnífico rodador, potente contrarrelojista, quizás no se lo crea. El verano lo ha pasado esperando y negociando. Hablando con el Discovery Channel, dejándose encandilar por una oferta alucinante del T-Mobile que finalmente no se concretó, hablando y esperando que Saiz, su protector, el técnico que le controla desde el año 2001, en que era uno de los mejores juveniles del mundo, le concediera la libertad.

Como ellos dos, como Contador también, el asturiano Carlos Barredo, de 25 años, también podrá mirar al futuro con optimismo. Su increíble tenacidad, su necesidad física casi de escaparse en todas las grandes clásicas en las que ha competido, en la Milán-San remo, en el Tour de Flandes, en cualquier carrera, han convertido al joven de Oviedo en corredor popular y valorado en Bélgica, la tierra de las clásicas. A mediados de verano recibió una propuesta de Patrick Lefévère, heredero de Saiz al frente de la Asociación Internacional de Equipos y director del Quick Step de Bettini y Boonen. Fue entonces cuando Manolo Saiz se permitió uno de sus últimos ramalazos de furia. Le envió un SMS fulminante en el que le acusaba de tentar a sus corredores, de querer destruir su equipo. Finalmente, ni Saiz, antaño todopoderoso, pudo impedir la destrucción.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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