Un danés bajo el sol

Agosto. Público internacional. Bañadores y camisolas deportivas. Calor, mucho calor. A plomo, seco como un diablo. Y a un lado y otro, el mar, plácido como solo el Mediterráneo sabe sestear. Por el medio, los ciclistas, rodeados de bañistas a los que seguramente no veían, ocultos tras sus gafas de sol y protegidos por los cascos que hacían de contrapunto a las viseras de las orillas. Y por allí andaba un suizo grandullón, culón, le dicen algunos, patorrón, otros, pero con un motor siempre a punto escondido en su gran carcasa para pedalear como quien lava, como quien pasa las páginas de un cómic, como quien mira el mar. Con Cancellara al frente cualquier equipo es favorito, aunque sea una contrarreloj en la que no solo cuenta el fabuloso suizo, sino el resto, al que empuja con su rodar constante, a veces quijotesco, siempre estilizado.

Solo Nibali y su Liquigas aguantaron, enseñándoles los dientes a los favoritos

Y como a las grandes estrellas, le sobra firmamento para dejar que su compay Fuglsang, un danés que adora el calor, lugarteniente en mil batallas de sacrificio, se convierta en el primer líder de la Vuelta, se guarde un maillot rojo en su cajón y se prepare para lo que viene, que no es poco. La etapa del Leopard fue impecable: regular, organizada, hasta el punto de que llegaron los que tenían que llegar, cinco, a tope, sin mirar al mar, solo al frente, a veces verde, a veces azul, a veces granítico como las torres de Benidorm. Palante, palante...

El arte de la contrarreloj es la regularidad. Tanto es así que a mitad de camino, en el kilómetro siete, el Movistar, magnífico, solo cedía dos segundos al Leopard de Cancellara: al final, 14. El Astana, cedía seis y acabó perdiendo 10; el Katusha de Joaquím Rodríguez, que perdía cuatro, cedió en la meta 25; y el Euskaltel de Igor Antón, que concedía seis segundos en la mitad del recorrido, acabó entregando 28.

Regularidad frente a ambición, potencia frente a empuje, es decir Cancellara y compañía frente al resto. Solo el Liquigas aguantó, entregando cuatro segundos en la meta frente al equipo luxemburgués. Nibali, de capo, liderando a la tropa, se agarró al manillar y enseñó los dientes a los favoritos. De cara a la general ayer ganó él, aunque solo haya comenzado la fiesta que tendrá su primer ticket de grandeza en Sierra Nevada el martes.

Nada nuevo bajo el sol de Benidorm. Diferencias exiguas, poco trascendentes en una carrera que tiene que ascender muchos puertos y cambiar de clima cinco veces, aunque para ser el primer trago no estaba mal la sensación de volar a 75 kilómetros por hora antes de circular, después, a 30, con un par de curvas peligrosas. Al menos no tuvieron el viento de los pasados días, ese viento que parece rebelarse contra la calma del Mediterráneo. Y sin que se le moviera un pelo, un danés feliz, Fuglsang, con su maillot rojo, primoroso y primerizo. Cuidado con él, que es algo más que el chico de los recados. Le gusta el sol, pero serpentea por las montañas como alma que lleva el diablo. Como en Dinamarca no hay sol ni montes los busca donde los haya. Para sufrirlos y subirlos. Porque están ahí, que dijo Hillary. Hoy es un tipo feliz.

1ª etapa. Contrarreloj por equipos. Benidorm. 13,5 kilómetros. 1. Leopard, 16m30s. 2. Liquigas, a 4s. 3. HTC, a 9s. Individual. 1. J. Fuglsang (Din/LEO), 16m30s. 2. F. Cancellara (Sui/LEO), m. t. 3. M. Monfort (Bél/LEO). m. t.