Silencio, que juega Federer
El tenista suizo logra ante el británico Murray su segunda victoria del torneo con facilidad por 6-4 y 6-2
En el silencio baila Roger Federer. Hay gritos a favor de Andy Murray. Hay banderas escocesas en honor del ídolo local. Sobran, faltaría más, las manos dispuestas a despellejarse animando su transitar por el partido. Nada de eso pesa en el encuentro. Desmintiendo al escenario, la atmósfera es de piadoso recogimiento. Rechina el plástico de las zapatillas de los tenistas contra el cemento. Se oyen sus respiraciones como si fueran el altavoz de sus sentimientos. Solo falta, y ya es raro, un cartel que acompaña al suizo por las gradas de medio mundo desde hace mucho tiempo: Silence, genius at work. Silencio, que juega Federer: el número dos del mundo hipnotizó a la grada y a Murray (6-4 y 6-2 en 1h16m) con el andamiaje táctico de los buenos tiempos. El escocés acabó con la cabeza gacha. El público, en pie y aplaudiendo: Federer ya tiene dos victorias en el Grupo B, donde ahora jugará contra el sueco Soderling.
Casi un año después, Murray demostró que no aprendió nada de la lección australiana. En enero, sintiéndose favorito en la final del Abierto de Australia, el escocés se llevó un disgusto que arrastró en forma de malos resultados durante buena parte de la temporada: Federer le ganó en tres mangas, explotando las debilidades de la que se supone es su mejor arma. Desafiando cualquier lectura externa, cualquier análisis de los expertos, el suizo abrió una vía de agua en el revés del escocés. Allí donde Murray gusta tanto de construir el juego, allí desde donde tira y mata, solo pudo defenderse. Hoy, ni eso: estuvo simplemente horrible. Sumó un error forzado tras otro con ese golpe y capituló con un tanteo sonrojante para un número cinco del mundo: en la primera manga, perdió cuatro juegos en blanco, incluido uno al servicio. Donde David Ferrer puso a prueba la consistencia de Federer al saque, Murray fue un paraíso para el suizo. Cuando el número dos se dispuso a sacar para ganar la primera manga (5-4) solo había cedido un punto con él en el inicio de la jugada.
El momento de forma del campeón de 16 grandes parece más que adecuado para intentar el asalto al título. Una dato subraya esa circunstancia: Murray, de los pocos tenistas que le dominan en sus enfrentamientos particulares (8-6), no tuvo dictado alguno en el encuentro. Federer empezó castigándole con reveses cortados y acabó atizándole con derechas de libro. Nunca cedió el suizo, nunca aflojó la brida, pese a lo abultado del marcador. Aviso a navegantes: por primera vez en mucho tiempo, Federer, un tenista mayúsculo de 29 años, juega para demostrarse algo a sí mismo.
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