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Reportaje:

Primero el control, luego el niño muerto

El antidopaje interrumpe al ciclista Van Impe mientras preparaba los funerales de su hijo

Carlos Arribas

La sexta etapa de la Tirreno-Adriático saldrá hoy con cinco minutos de retraso, al igual que ayer la última de la París-Niza. Es la mejor forma que ha encontrado el pelotón para solidarizarse con su compañero Kevin van Impe y para protestar contra la forma en que los controles antidopaje por sorpresa invaden su intimidad.

El lunes pasado, a las seis horas de nacer en un parto prematuro, moría el hijo de Kevin van Impe, de 26 años, sobrino del ganador del Tour del 76 y ciclista del Quick Step. El miércoles, cuando el corredor estaba atareado en los trámites de los funerales del niño, se presentaron en su casa inspectores de la agencia flamenca antidopaje urgiéndole a un control de orina. Van Impe les pidió un aplazamiento y les explicó por qué, pero, según el corredor, ellos le respondieron: "Nuestras condolencias, pero debemos hacer el control". Y para evitar una sanción, Van Impe cumplió con la obligación de orinar ante los extraños.

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La noticia ha causado conmoción en Bélgica y suscitado la reacción de la clase política. "La ley es la ley, pero los controles deben ser más humanos", dijo el ministro flamenco de Deportes, Bert Anciaux. "Es comprensible que Van Impe tuviera otras cosas en la cabeza en aquellos momentos".

También Pedro Horrillo tenía otras cosas en la cabeza hace unas semanas cuando un inspector antidopaje se presentó en su casa en Abadiño (Vizcaya). "Yo estaba con mi niño, que tenía fiebre, y tenía hora en el ambulatorio", explica el ciclista del Rabobank. "Y como tengo derecho le dije al inspector que no quería realizar el control, de sangre y orina, en mi casa, así que tenía él que buscar otro sitio. También le pedí hacerlo después de que el pediatra viera al niño, y a él no se le ocurrió otra cosa que intentar hacerlo en el ambulatorio. Allí no le dejaron. Lo intentamos luego en un hotel, pero estaba cerrado. Y yo todo el rato recorriendo el pueblo con el niño en brazos. Finalmente, lo hicimos en el polideportivo. Menos mal que la pediatra estuvo bien y atendió al niño, porque pude llevarlo hora y media después de la cita que tenía".

"Evidentemente, mi caso no es como el de Van Impe, donde los inspectores se pasaron de inflexibles", reflexiona Horrillo, "pero sí que es una muestra de los trastornos, incongruencias e intromisiones en nuestra vida que pueden provocar los controles".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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