Oro de otra galaxia
Pau Gasol y la selección española ponen a Serbia y a Europa a sus pies en una final de ensueño
Con el ascendente y el impacto de los equipos que han dejado huella profunda en diferentes épocas del baloncesto europeo, la selección española sobrevoló la final del Eurobasket y culminó un cuatrienio de ensueño: título mundial, plata en el Europeo en casa y en los Juegos, en cuya maravillosa final puso contra las cuerdas a todos los tenores de la NBA, y por fin, el título continental que tanto se había hecho esperar. Toda la vida llevaba pugnando España, que había disputado en balde seis finales. Esta vez, su juego fue de otra galaxia, demoledor, vibrante, insuperable. No hubo antídoto posible por parte de la animosa pero todavía muy verde selección serbia.
El mismo equipo que se había atrevido a hacer tambalear el poderío español en la primera jornada del campeonato, se quedó anonado por la tromba que se le vino encima. Esta vez, Pau Gasol estaba ya fino y no recién salido de una lesión y un largo tiempo de inactividad como entonces. Y para desgracia de los serbios, tenía los colmillos afilados. Era su partido, el objetivo con el que había soñado y por el que tanto se había sacrificado. Demostró que hoy por hoy es un jugador a años luz de cuantos pululan por Europa. Marca diferencias siderales y ni Krstic ni Perovic, los pívots serbios, pudieron objetar nada frente a su poderío, inteligente en la lectura del juego, mejor que la de muchos bases, demoledor con sus movimientos de claqué bajo el aro y con el tiro de tres o cuatro metros e insuperable en el rebote. Le bastaron 22 minutos para sumar 18 puntos y 11 rebotes.
ESPAÑA, 85 - SERBIA, 63
ESPAÑA: Ricky Rubio (10), Navarro (12), Rudy Fernández (13), Garbajosa (3) y Pau Gasol (18) -cinco inicial- Llull (5), Felipe Reyes (7), Claver (2), Marc Gasol (6), Cabezas (7) y Mumbrú (-).
SERBIA: Tepic (2), Teodosic (5), Tripkovic (15), Velickovic (15) y Krstic (12) -cinco inicial- Raduljica (6), Paunic (1), Bjelica (-), Markovic (2), Perovic (4), y Macvan (-).
PARCIALES: 24-14, 28-15, 15-15 y 18-19.
ÁRBITROS: Brazauskas (LIT), Lazaros Voreadis (GRE) y Shmuel Bachar
(ISR). Sin eliminados.
PABELLÓN: Spodek Arena Katowice. 10.000 espectadores.
Esta vez, también estaba Rudy en la cancha y jugando a todo trapo. Esta vez los triples españoles caían dentro del cesto como fruta madura (4 de 6 al principio). Esta vez la máquina estaba engrasada. Ricky no perdía balones pese a que lo manejaba convertido en una bala en dirección a la cancha rival y lo movía con una velocidad y exactitud en sincronía con todos sus compañeros. Le bastaron a España unos pocos minutos para certificar que la final le pertenecía pese a lo dificilísimo que resulta eso en baloncesto. Pero en seis minutos dominaba por once puntos; en nueve, la brecha era de 15 puntos y antes del descanso, el abismo: un boquete de 24 puntos (50-26).
De la misma forma que Pau se bastó por sí solo para merendarse a los pívots serbios, Ricky Rubio ató en corto a Teodosic, un remedo del que fustigó a Grecia en las semifinales con 32 puntos. Tepic no tuvo nada que hacer frente al dinamismo defensivo y la pegada de Rudy mientras que Tripkovic y Krstic movieron el marcador pero a base de lanzar muchos más tiros de los aconsejaba su escaso acierto, todo el tiempo punteados y molestados por Navarro o Llull y por los hermanos Gasol, Garbajosa y Felipe Reyes.
Dusan Ivkovic, el viejo zorro de los banquillos balcánicos, el hombre que había ganado entre otras cosas los tres Europeos en que había dirigido a Yugoslavia, no podía hacer milagros. Le dio algunas vueltas al asunto. Rebusco en el banquillo, ordenó leves cambios defensivos, pero debió darse cuenta de manera inmediata de que todo era inútil. Bastante había hecho con meter en la final a un equipo al que puede pertenecer el futuro, en el que cuatro de sus cinco titulares sólo tienen 22 años. Pero lo más que consiguió fue enganchar alguna racha puntual, un 4-15 al inicio del tercer cuarto que "apretó" el marcador: 58-44. Bastó un golpe de riñones de Marc Gasol y Rudy para que la tendencia volviera al punto de origen, propiciada también por la tremenda superioridad del equipo en el rebote, con 18 capturas más.
El equipo español hizo recordar durante muchos momentos aquella inolvidable final del Mundial de 2006 en Japón en que reventó a Grecia (70-47). Hubo tiempo, ganas y autoridad suficiente para que Pau Gasol se marcara un alley oop a pase de Raúl López, para que Rudy se luciera con una entrada y canasta a aro pasado, para que todos gozaran de sus minutos de gloria, incluido Claver. No se sabe si Sergio Scariolo les debió repetir en el vestuario la célebre frase de Cruyff a sus jugadores del Barça en la final de Wembley en 1992, "salgan y disfruten", pero a fe que Pau Gasol y sus compañero así lo hicieron. Concluyó de la mejor manera posible un campeonato que había empezado de la peor forma posible, rozando la eliminación en el segundo día contra Gran Bretaña. Pero a la que España empezó a parecerse a España, el campeón estaba cantado.
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