Navarro rompe el telón de acero
El talento ofensivo del escolta del Barça evita la remontada de un corajudo Bilbao
Si el Barcelona ha logrado poner contras las cuerdas al Bilbao en la inédita final de la ACB que dirimen se lo debe en gran medida a Navarro. El dato expresa lo muchísimo que le costó sacar adelante el segundo encuentro. Y también las posibilidades que apunta su rival a pesar de que, de acuerdo con la realidad estadística y el vademécum del baloncesto español, se sitúe un par de peldaños por debajo de él.
El equipo de Katsikaris se exprimió, en lo físico y lo estratégico, para reponerse de su desgarbado primer encuentro. Y tuvo que hacer de tripas corazón porque, pese al tremendo esfuerzo que desplegó en el segundo, estuvo siempre por detrás en el marcador, salvo el 0-3 inicial, y llegó a acumular desventajas de 14 puntos (54-40).
BARCELONA, 74 - BIZKAIA BILBAO, 67
74 - Regal Barcelona (14+26+14+20): Sada (5), Navarro (20), Anderson (9), Lorbek (9), Perovic (1) -cinco inicial- Grimau (2), Rubio (3), N'Dong (2), Morris (3), Lakovic (2), Vázquez (8) e Ingles (10).
67 - Bizkaia Bilbao Basket (11+20+9+27): Jakson (-), Warren (-), Mumbrú (12), Hervelle (8), Mavroeidis (6) -cinco inicial- Blums (15), Vasileiadis (15), Fischer (8), Banic (3) y Paco Vázquez (-).
Árbitros: Martín Bertrán, García Ortíz y García González. Eliminaron por cinco faltas personales a Grimau (min.36).
Incidencias: Sergundo partido de la final de la Liga ACB disputado en el Palau Blaugrana ante 6.902 espectadores, entre ellos, medio millar de seguidores bilbaínos. EFE
Estaba para sopitas el Bilbao cuando empezó el último cuarto. Y entonces saltó la chispa que caracteriza a este corajudo grupo. Katsikaris, rendido a la evidencia, renunció a su mejor lugarteniente. Jackson no ha podido hasta ahora con la defensa de Sada y Ricky Rubio. Y su entrenador apostó de manera definitiva por Fisher, mucho más inspirado. Con él, con Vasileiadis por fin enchufado y con Mumbrú más agresivo que nunca, consiguió lo que parecía una quimera: poner en jaque al Barça.
Sucedió en el último cuarto. Con un primer arreón tremendo, con tanto trapo en la defensa que solo recibió dos puntos en cuatro minutos (56-50) y con una mejora notable en el ataque, más fluido con la dirección de Fisher, el Bilbao consiguió presionar a su adversario. Si el Barça había logrado desplegar un telón de acero defensivo, el Bilbao, por momentos, logró hacer lo propio.
Vasileiadis se gustó en su papel de mano ejecutora. Es un jugador que necesita el punto de ebullición para sacar lo mejor de sí mismo. El juego se calentó y el peculiar cañonero griego se sintió a gusto y empezó a forzar faltas personales, a meter tiros libres, a romper todos los esquemas defensivos del Barça con triples inverosímiles. Uno de ellos rebajó la diferencia a casi nada: 64-60 con dos minutos todavía por delante.
El Barça demostró su variedad de recursos con un triple de Lorbek. El esloveno, el mejor en el primer partido, apenas había dado señales de vida en el segundo. Emergió en los momentos más importantes. Pero, más allá de eso, lo que acabó de decantar la balanza, el arma letal que le permitió al Barça desembarazarse del persistente acoso del Bilbao, fue Navarro. Anotó tiros libres, se marcó una de sus bombas y dio la puntilla al equipo de Katsikaris con un triplazo lejanísimo que puso 10 puntos de diferencia (70-60) ya con solo un minuto por disputarse.
Al Bilbao le condenaron sus paupérrimos porcentajes hasta el descanso y las bajas prestaciones de Jackson, Warren y Banic. Mejoró gracias a su esfuerzo en la captura del rechace, con 14 rebotes en ataque que demostraron su agresividad; la claridad de ideas de Fisher y la genialidad de Vasileiadis. Ganó el último parcial por 20-27 y le quedan cartas por jugar en su cancha, más allá del factor ambiental de Miribilla.
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