Una NBA muy rusa
Esta temporada de la NBA tiene una pinta muy rusa. Debería explicar por qué.
Muchos se apresurarían a acusar a mi país de origen de ser una tierra de ricos y pobres. Al fin y al cabo, los estadounidenses tenemos fama de ser unos capitalistas sanguinarios. Pero ese mito proviene más de la forma en que se retrata a Estados Unidos que de las circunstancias reales. Casi todo el mundo que conozco está sólidamente asentado en la clase media, con la excepción del tipo del que me hice amigo una vez a la salida de un cine porque me resultó simpático su Necesito 99 centavos para comprarme una hamburguesa.
Rusia es un ejemplo mucho mejor del lugar en el que unos pocos controlan casi toda la riqueza. Y no digo esto únicamente porque mi infancia durante la Guerra Fría estuviera parcialmente marcada por profesores que me decían que la URSS era la encarnación del mal. La NBA de este año me hace pensar en las noches frías, en la tundra de un metro de espesor y en chicas rubias y altas que sólo llevan puesto un abrigo de visón. O bueno, a lo mejor lo que me está haciendo pensar en esas cosas es el hecho de que tengamos 16 grados bajo cero en Kansas. O quizá se deba a que llevo un mes sin ver a mi novia.
Los Lakers y los Celtics se están distanciando. Los seguidores se aburren y dejan de ver los partidos
Sea cual sea el catalizador de mis sentimientos, creo que mi analogía es precisa. Esta temporada de la NBA está resultando ser extremadamente aburrida, más o menos como nos esperábamos todas las personas que hemos visitado alguna página web de deportes. Los equipos con muchos jugadores buenos -los Lakers y los Celtics- se están distanciando, aunque sólo sea psicológicamente, del resto de la manada. Son los oligarcas empapados en vodka de la NBA.
El problema con esta situación (que se parece mucho al problema del sistema ruso) es que no funciona. En Rusia, la gente pobre pide a gritos coles y patatas. En la NBA, los seguidores se aburren y dejan de ver los partidos. La única luz en el horizonte es para los seguidores de la NBA (porque los rusos lo tienen crudo). No obstante, esta luz no es agradable. Habrá traspasos y habrá heridas.
Está claro que los primeros están más a favor de lo social que los segundos. A menos que uno sea un seguidor incondicional de los Warriors y esté a punto de ver cómo machacan a su equipo. O si tiene una tolerancia muy alta al dolor y las heridas no le molestan. En cualquiera de los casos, los traspasos sonados y las heridas sonadas son probablemente las únicas cosas que impedirán que esta temporada de la NBA termine con un destino parecido al de Rusia. Por una vez, entonces, podemos estar unidos en nuestra esperanza de americanizar la NBA. Al menos este año.
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