Miedo a las alturas
El portero de Paraguay, Justo Villar, tiene problemas en las salidas, pero es muy seguro en el uno contra uno, según sus entrenadores
El portero de Paraguay y del Valladolid, Justo Villar (Cerrito; 1977), escribió el 5 de enero de 2009 en el estadio José Zorrilla el prólogo de su error frente a Italia. Le ocurrió contra el Racing. Aquel día, el entonces racinguista Iván Marcano, cogió el balón en la banda, avanzó y, cuando estaba a punto de llegar a la línea de fondo, centró. La pelota apareció en el área del Valladolid suave, descendiendo poco a poco desde las alturas. Era un balón fácil para Villar, que ya saltaba para anticiparse a los rivales. Algo falló, sin embargo, en el último momento. Villar calculó mal la salida y dio un puñetazo al aire. El balón siguió su trayectoria y se encontró con el delantero Zigic (con Serbia en el Mundial), que solo tuvo que empujarlo al fondo de la portería.
Si en vez de Valladolid fuese Ciudad del Cabo y se cambiase a Marcano por Pepe y a Zigic por De Rossi, sería exactamente la misma jugada que dio el empate a Italia ante Paraguay el pasado 14 de junio. Justo Villar no es un portero alto (mide 1,80) y eso se nota en sus salidas. Un instante de duda significa para él llegar tarde al balón. Los aficionados del Valladolid lo han podido comprobar varias veces durante las dos temporadas que el paraguayo ha pasado en el club, y el mundo lo presenció en el partido contra Italia. "Es cierto que no es de los porteros con más presencia. Por su físico, donde más dificultades tiene, es en los balones aéreos", reconoce en una conversación telefónica Onésimo Sánchez, entrenador del Valladolid durante algo más de tres meses este año. José Luis Mendilibar, que dirigió al equipo blanquivioleta durante más de tres temporadas (2006-2009), apunta en esa misma dirección: "Hay que reconocer que es valiente en las salidas, aunque quizá es lo que más le cuesta debido a su altura". En cualquier caso, Mendilibar asegura que prefiere "a un portero que falla porque sale y no porque se queda en la portería".
A pesar de todo, Justo Villar no es un mal portero si se atiende a los números. Fue designado décimo mejor guardameta del mundo en 2008 por la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol. Ha sido internacional en 74 ocasiones y ha estado presente, además de en este, en los Mundiales de 2002, en el que fue el tercer portero, y en el de 2006, donde solo jugó 8 minutos porque se lesionó en el primer partido. Su papel en Paraguay no era fácil; tenía que hacer olvidar al mítico José Luis Chilavert, designado mejor guardameta del mundo en tres ocasiones y que consiguió marcar 62 goles durante su carrera gracias a su talento para lanzar faltas y penaltis. Pero que Justo Villar es un buen portero no lo dicen solo los datos. Onésimo destaca "su capacidad de mando, de hablar con la defensa. En las salidas es muy rápido, es bueno bajo palos y aguanta muy bien en el uno contra uno". Le califica, además, de "experimentado, jerarca y buen profesional". Mendilibar afirma que lo mejor de Villar es "su saber estar, su buen posicionamiento y la tranquilidad que da a la defensa".
El paraguayo, sin embargo, no ha tenido mucha suerte en su estancia en España. El Valladolid lo fichó en enero de 2008, cuando el club atravesaba una crisis en la portería. El teórico titular, el francés Ludovic Butelle, encadenó error tras error y perdió la confianza de Mendilibar. El otro portero era Alberto, que a sus casi 40 años tampoco parecía la mejor opción. A la vez que el Valladolid negociaba la contratación de Villar, el entonces canterano Sergio Asenjo debutó y se afianzó como titular. Cuando el paraguayo llegó al equipo, en septiembre de 2008, el guardameta rival ya era intocable, por lo que Villar se tuvo que conformar con ser suplente. Una lesión de Asenjo a mitad de la temporada le permitió jugar algunos partidos, en los que demostró sus reflejos y su gran capacidad en el uno contra uno. Pero su inseguridad en las salidas por alto acabó desesperando al público, que le llegó a silbar en algunos partidos. Con la marcha de Asenjo al Atlético de Madrid, parecía que las puertas de la titularidad se le iban a abrir, pero en los siete primeros partidos de la temporada pasada tampoco jugó. Después, fue titular en la mayor parte de los partidos, pero volvió al banquillo cuando Javier Clemente comenzó a dirigir al equipo. Jugó 23 partidos en la Liga.
Ahora, después del descenso de los pucelanos a Segunda División, el Valladolid busca darle una salida. Han preferido, sin embargo, empezar las negociaciones después del Mundial con la esperanza de poder sacar algo más de dinero, merced a sus buenas actuaciones en el campeonato. Su error frente a Italia puede haber provocado el efecto contrario. En cualquier caso, Villar tiene, al menos, otros dos partidos para dar la razón a Mendilibar y a Onésimo. Quiere demostrar que la altura no está reñida con las manoplas.
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