McIntyre corona la fiesta de Garbajosa
Unicaja firma, en la prórroga, la primera derrota del Madrid de Molin.- Tucker abandonó el partido en camilla y con collarín tras un fuerte golpe en la espalda
Hay circunstancias que convierten un partido convencional en una amalgama de sentimientos. Hasta el pasado lunes, el Unicaja-Real Madrid era simplemente uno de los choques destacados de la 26ª jornada de la ACB. Desde ese día, se convirtió en el partido de Garbajosa.
El ala-pívot internacional regresaba a Málaga tras mes y medio apartado en el Madrid. Desde la segunda fila del banquillo madridista vivió el tumultuoso final de la era Messina y, en apenas cinco días, cambió el blanco por el verde tras resolver su contrato y aterrizar en Málaga para abrazar nostalgias de triunfos y días felices. "Recibamos a Garbajosa con un lleno histórico", rezaba la campaña de bienvenida del conjunto malagueño. Y a fe que la caldera del Martín Carpena respondió al llamamiento con más de 11.000 gargantas animando a los suyos. La pasional hinchada cajista sostiene a un conjunto que ha hecho de la irregularidad una forma de vida y acogió como un regreso al futuro la llegada del hijo pródigo.
Cualquier tiempo pasado fue mejor. Jorge jugó en Unicaja dos temporadas entre los años 2004 y 2006 y el balance no pudo ser más positivo para ambos. En el primer curso, el equipo malagueño conquistó la Copa del Rey y un año después el éxito del conjunto dirigido por Sergio Scariolo fue aún mayor con la conquista de la Liga ACB. El play-off ante el TAU Vitoria se resolvió con un 3-0 a favor de Unicaja y Garbajosa fue nombrado el MVP de la final. Ese verano el de Torrejón emprendió viaje rumbo a Toronto.
Llegaba el Madrid como incómodo invitado a la fiesta de Garbajosa. El conjunto de Molin ha recogido las fichas y ha recompuesto el puzzle que destartaló el manotazo en la mesa de Messina. Desde la tranquilidad comienza a recuperar el pulso a pocos días de su desafío europeo en busca de una Final Four que se le resiste desde hace tres lustros. Aprovechando el vaivén emocional de los malagueños, el Madrid tomó la iniciativa con los puntos de sus hombres interiores y las pérdidas de los locales, pero un parcial de 12-4 mediado el segundo cuarto ciñó los guarismos hasta el empate con el que se llegó al descanso (32-32).
Mientras el público esperaba la primera canasta de Garbajosa para descorchar el champán, era Gerald Fitch el que sostenía a los suyos con una impecable actuación a pesar de la aplicada defensa de Vidal. En los blancos, Tomic martilleaba por dentro y Prigioni manejaba los tiempos. El duelo transcurría igualado cuando se empezaron a acumular las malas noticias para los blancos. Primero, una contractura en el gemelo dejó a Sergio Rodríguez en el banquillo por precaución. Después, un topetazo de Tucker contra Archibald en un bloqueo trajo el escalofrío al pabellón. El alero estadounidense abandonó el parquet conmocionado, en camilla y con un collarín ante la posible afectación de alguna vértebra por el fuerte golpe en la espalda.
Pasado el susto llegaron los dos primeros puntos de Garbajosa. Un tiro a tabla, que entró de chiripa a 3.37 del final del tercer cuarto, puso el 38-40 en el marcador y un suspiro de alivio en el protagonista de la tarde. Unicaja se veía cerca. Chus Mateo alternaba las defensas en su pizarra y Freeland, Sinanovic y Blakney cerraban el rebote defensivo. Pero la escasa productividad ofensiva y las constantes pérdidas de balón estropeaban cada arreón del conjunto malagueño.
En el Madrid, los otrora proscritos, Vidal y Velickovic asumían cuotas de protagonismo inéditas. Pero los porcentajes desde el perímetro (5 de 22 en los locales; 3 de 20 en los visitantes) evitaban el despegue de ambos y afeaban el marcador electrónico con unas cifras paupérrimas. El abismo del cronómetro afinó las muñecas. Dos triples consecutivos de Berni y Fitch situaron dos arriba a Unicaja a falta de dos minutos (53-51). Prigioni puso la réplica y McIntyre selló el empate a falta de 30 segundos (55-55). Dos tiros libres de Tomic y una decidida penetración de Freeland llevaron el encuentro a la prórroga sin que un tiro a la desesperada de Suárez pudiera evitarlo (57-57). Igual que el curso pasado.
La prórroga retrató los despropósitos de ambos equipos. Pérdidas, faltas, tiros erráticos... Desatino y descontrol hasta que Tomic y Fitch, los mejores de la tarde, desatascaron los aros. Un triple desde ocho metros de Prigioni y otro de Berni prolongaron el empate (62-62) a falta de un minuto. Pero Garbajosa se guardaba un triple en la manga, su momento de gloria. Algo que se empecinó en arrebatarle Prigioni; sin Llull en la pista, eliminado por cinco personales, el base argentino del Madrid se tomó los últimos segundos como un reto personal, con otro triple estratosférico que pareció cerrar el choque (66-68). Pero apareció McIntyre sobre la bocina para rematar la fiesta de Garbajosa, que se quedó con . "Merece la pena venir aquí solo por lo que he vivido hoy", cerró el protagonista de la tarde al concluir el choque.
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