Manda Messi, el Barça se pone serio

A la excitación de la hinchada azulgrana, festiva por la fiesta mayor de la ciudad y el aniversario del estadio, respondió el equipo con un señor partido, por bien diseñado, mejor madurado y excelentemente resuelto. Acabó el circo en el Camp Nou, y ya no se cuentan filigranas ni se explican fantasías. Incluso pareció por momentos que su actuación no merecía la pena por aburrida. Ocurre que el Barcelona se ha endurecido y anoche fue un equipo muy serio. Cuesta mucho que le metan un gol y a cambio cuenta con el gatillo de Messi. El fútbol de calle del argentino se impone al juego playero de Ronaldinho, extraviado y poco añorado por mejor jugador que sea, todavía fuera de forma.

Ausente el brasileño, la mejor noticia para la salud del jugador, jugó Iniesta, un fútbolista delicioso que igual funciona de 11 que de 10 o de 8 y hasta de 9 en un equipo que no tiene punto final por la lesión de Eto'o. Admitía el Barcelona, por lo demás, que el partido era de palabras mayores y, por tanto, exigía más cabeza que piernas, signo inequívoco de que Rijkaard asumía igualmente la jerarquía del Sevilla. Escarmentado de Londres, el plantel de Juande Ramos se desplegó con un punto de grandeza mientras el Barcelona armaba transiciones vertiginosas a campo abierto. La infantería contra la caballería. La delicadeza y ligereza de Iniesta, el juego de claqué de Henry y la gambeta de Messi frente al poderío de Poulsen y Keita, la capacidad de sorpresa de Renato y la exuberancia de Kanouté. Aunque falto de oportunidades, sobre todo porque ambos equipos se batían sin concesiones, muy concentrados y bien puestos en la cancha, el encuentro tenía interés, ritmo y color durante media hora. Iniesta quebraba a Alves y Renato buscaba la espalda de los centrales. Así una y otra vez sin que mediara prácticamente remate entre los tres palos, de manera que la contienda se fue apagando y la corriente pasó de 220 voltios a 110.

Ausente Ronaldinho, lesionado, la entrada de Giovani mejoró a Henry en un final precioso

Al Barcelona le faltaba sorpresa por el centro y agresividad en las bandas. A menudo, se estrangulaba en el balcón del área. Henry se movía poco, apenas se ofrecía y había pocas noticias de Messi. Falto de delanteros, la segunda línea se esmeró en el remate a media distancia ante un Sevilla que flotaba al rival en defensa y apenas apuntaba en ataque. La portería de Valdés le quedó siempre muy lejos. La hinchada agradeció la llegada del descanso por más empeño que le pusiera el Barça contra un Sevilla que ni disfrutaba ni sufría sino que pasaba el tiempo.

La contienda demandaba un cambio de marcha, y Juande movió pieza muy pronto con la entrada de Duda. Al parecer, el equipo ni se enteró, o por el contrario le desequilibró, falto como se quedó de Kanouté, al que le dio un ataque de absentismo. Reculó el Sevilla hasta dimitir de manera escandalosa y apretó el Barcelona, que tuvo más posesión y llegada. Perseveraron los medios azulgrana hasta que hicieron suyo el partido. Masticaron la jugada y maduraron al rival el tiempo suficiente para que Giovani saliera a escena con la intención de marcar las diferencias.

La explosividad del mexicano no alteró inicialmente el paisaje, y la ausencia de Ronaldinho dejó a la afición sin cháchara. Falsa impresión. El cambio activó a Henry, que espabiló con dos jugadas preciosas, una rematada al palo mientras que la otra acabó en la red. El francés se salió del área para enganchar con Messi, que entró de forma decidida al área para descargar con la zurda un disparo imposible para Palop. El gol coronó el esfuerzo del Barcelona en la misma medida que penalizó la desgana del Sevilla, rematado poco después con un penalti a la salida de un córner. Los árbitros ya tienen dicho que los agarrones en el área se castigan con la falta máxima, y Poulsen bloqueó a Giovani de forma tan escandalosa que apenas hubo quejas al colegiado. Messi repitió ante Palop y el encuentro se puso delicioso para el Barcelona, que se regaló un fin de fiesta estupendo, por más que el Sevilla se apuntara al final el gol del honor.

No anda bien el equipo andaluz, mientras el de Rijkaard se crece con el tiempo. Nada mejor que una victoria ante uno de los favoritos para refrescar el ambiente. Ronaldinho ya sabe que le espera en el Camp Nou. El Barça le necesita para marcar la diferencia y no de acompañamiento porque las cosas se han puesto muy serias en el campo. Hoy manda el fútbol de escuela de Iniesta y el de barrio de Messi.

Barcelona 2 - Sevilla 1