El Madrid sofoca Nervión
El equipo madridista, muy bien plantado, supera al Sevilla en un partido crudo, pasional y polémico
De un duelo de altas vibraciones sacó tajada el Madrid, que tuvo mando y más fútbol que el Sevilla, huesudo como se esperaba en los fogones, pero recortado de fútbol. Al grupo de Manzano no le alcanzó con el empeño, su rival administró mejor el juego y las emociones. No lo hizo el Sevilla, perturbado por su adversario antes y después de una jugada con dos finales cinematográficos posibles: un centímetro de gol para unos, ni un milímetro para otros. La poca contundencia de Luis Fabiano en un remate con la red despejada permitió a Albiol discutir lo que parecía iba a ser una diana cantada. Solo lo pareció, imposible para el ojo humano. Ya se sabe: con el gol no se duda.
Estuvo bravo el Madrid, que no se dejó afeitar por la caldera de Nervión, pasional, sin más, como corresponde a una semifinal copera entre dos equipos de tanto abolengo. No hubo el matonismo que algunos presagiaban, sí un partido crudo, de mucho colmillo, cerrado por un indeseable que cazó a Casillas desde la grada con un objeto tras el pitido final. El capitán, rumbo al vestuario, elegante y señorial, no atizó la hoguera y subrayó la excepcionalidad de un par de vándalos.
Sevilla 0 - Real Madrid 1
Sevilla: Palop; Sergio Sánchez (M. Cáceres, m. 15), Alexis, Escudé, Fernando Navarro; Navas, Romaric (Renato, m. 51), Zokora, Perotti; Kanoutè y Luis Fabiano (Negredo, m. 75). No utilizados: Javi Varas; Dabo, Fazio, Capel y Alfaro.
Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Albiol, Carvalho, Arbeloa; Khedira, Lass (Marcelo, m. 55), Xabi Alonso; Özil (Granero, m. 85), Benzema (Di María, m. 68) y Cristiano Ronaldo. No utilizados: Adán; Kaká, Mejías y Garay.
Gol: 0-1. M. 16. Benzema.
Árbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Lass, Luis Fabiano, Arbeloa, Zokora, Alexis, Khedira, Cristiano Ronaldo, Fernando Navarro y Sergio Ramos.
Unos 45.000 espectadores en el Pizjuán.
El Madrid sofoca Nervión
El equipo madridista, muy bien plantado, supera al Sevilla en un partido crudo, pasional y polémico
Desde lo futbolístico, no fue un choque de trazo fino, sino muy exigente en lo grueso. En ese aspecto, el Madrid estuvo impecable, bien vertebrado de Casillas a Benzema. El Sevilla también jugó con la mirada del tigre, pero le faltó manual ante la meta visitante, fue un equipo demasiado rígido, poco chisposo. Es su guión habitual, insuficiente frente a un Madrid que en noches de grises juega muy tensionado, no necesita de pasarelas para sostener a sus contrarios y darles la puntilla.
Mourinho, como acostumbra en los torneos de ida y vuelta, jugó con la persiana descolgada. Como ya hiciera en Auxerre y ante el Valencia, Lass y Khedira fortalecieron el dique junto a Xabi Alonso, y Arbeloa, con menos vuelo que Marcelo, esposó a Navas. Pocas osadías, a la espera del asalto en Chamartín. Mou es un negociante. Con su cauteloso andamiaje, al Madrid le bastó para acaudillar el encuentro, al menos en la vía defensiva. Su mayor inquietud tuvo que ver con uno de los suyos. Lass, que no controla el gatillo, planchó un tobillo de Sergio Sánchez. El lateral se fue a la enfermería, el francés se quedó con la tarjeta amarilla y jugó a la ruleta en varias jugadas. Mou le envió al diván en el segundo tiempo.
El Sevilla tuvo chicha, no fútbol. No es un equipo creativo y, pese a su mejoría en las últimas semanas, Romaric no es un farero. Mucho menos, Zokora. Los dos quedaron sometidos por la superioridad adversaria en el macizo central. El equipo de Manzano arrancó como si quisiera jugar en dos tableros diferentes. Uno, con el contrario en posesión: todos a rebufo de la pelota. En el otro, con el balón imantado por los sevillistas, la idea ofensiva habitual de pivotar el juego ofensivo sobre Kanouté para que este descargue sobre los costados. Navas y Perotti perdieron sus asaltos ante Arbeloa y Ramos, y el conjunto andaluz quedó recortado.
En medio de la espesura irrumpió un disidente inesperado. Torturado desde muchos frentes, Benzema ha hecho suyo el mes más tormentoso de su carrera madridista. En la periferia de Kanouté cazó un mal taconazo del maliense, tiró la pared con Özil, llegó al área con el turbo. Alexis se pasó de frenada, Escudé entró al burladero de Benzema y este resolvió de maravilla con la zurda frente a Palop. Un tanto magnífico, una foto fija de lo que es este medio delantero: desmarque, pared, aceleración y, de vez en cuando, gol. Con Adebayor con anteojos en Madrid, Karim se hizo un par de carantoñas con Mou para festejar el tanto. En el Pizjuán, y no solo por la diana, Benzema tuvo el peso que se le pide, siempre estuvo en oferta para sus compañeros, no regateó esfuerzos. De hecho, el mejor Cristiano Ronaldo no dejó huellas hasta que el francés fue relevado.
Antes del cambio de Benzema, llegó la jugada de la noche, por compleja e indescifrable. Debate para la eternidad. Una de esas jugadas indefinidas hasta para los ojos de halcón de las muchas cámaras televisivas que hoy se despliegan en los estadios. Kanouté cazó la espalda de los centrales madridistas con un pase arquitectónico a Luis Fabiano, que rebasó a Casillas y remató, algo blando, a portería vacía. Llegó Albiol y barrió la pelota mientras caía de culo bajo el larguero. Desde el suelo, una uña, no más, evitó el gol, si es que fue. Fermín, este asistente de Undiano, sentenció que no. Hizo bien, en caso de duda...
La fantasmal acción coincidió con la estación del descanso, ideal para sofocar la polémica. Reanudado el juego, el Madrid aún estuvo otro peldaño por encima del Sevilla, que nunca encontró las vías del juego y mucho menos los senderos hacia Casillas. El partido no perdió un ápice de bravura, pero mientras el Sevilla se marchitaba con su coraje, el equipo de Mou dio un paso adelante. Si no puso más tierra de por medio para la vuelta fue porque CR y Özil fallaron un gol circense con Palop de espectador. No necesitó mucho más el Madrid. Por las nobles bravas también se impuso. Pero el Sevilla tiene una vuelta.
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