Juanfran deshace la pesadilla
Osasuna remonta a un triste Madrid, sufre y resiste al borde de la taquicardia
Tenía que ser él, el protagonista más decisivo de la temporada para Osasuna, el que rubricase la permanencia del conjunto navarro con un golazo que colocará a Juanfran en el salón de la fama del Reyno de Navarra. El destino le ha coronado como héroe de una gesta en la historia rojilla que ha situado por décimo año consecutivo al equipo de Camacho en la categoría más alta del futbol español. Una temporada de sobresaltos, desacostumbrada en los tranquilos despachos de Osasuna, tenía que acabar así: con una remontada, el miedo en el cuerpo y el cronómetro corriendo muy lentamente . La reflexión se antoja en Osasuna para recuperar el tiempo perdido.
Del otro lado queda un Real Madrid estéril, triste y pendiente de reforma que cierra por vacaciones un curso insípido. Sin otro objetivo que lavarse la cara y despertar del mal sueño de la temporada, el Madrid actuó como se esperaba. Desacompasado y novel, debido a las bajas, no tardó en demostrar que no existe memoria sentimental con los ex entrenadores. Higuaín no tardó en dejarlo claro. Con un Osasuna entumecido por la tensión de la cita, el argentino se sacó un zurdazo seco que congeló al Reyno.
OSASUNA 2 - REAL MADRID 1
Osasuna: Ricardo; Azpilicueta, Cruchaga, Miguel Flaño, Monreal; Puñal, Nekounam; Juanfran, Pandiani (Hidalgo, m.92), Plasil; y Masoud (Kike Sola, m.79).
Real Madrid: Casillas; Salgado, Gary (Tebar, m.58), Metzelder, Torres; Robben (Huntelaar, m.77), Lass, Van der Vaart, Marcelo; Raúl y Higuaín.
Goles: 0-1, m.11: Higuaín. 1-1, m.14: Plasil. 2-1, m.60: Juanfran.
Árbitro: Fernando Teixeira Vitienes (Comité Cántabro). Expulsó a los madridistas Salgado (m.55) y Huntelaar (m.89). Amonestó a Cruchaga (m.70) y Nekounam (m.85), de Osasuna, y a Lass (m.34), del Real Madrid.
Incidencias: Encuentro de la trigésima octava y última jornada de Liga disputado en el estadio Reyno de Navarra ante 19.239 espectadores. Hubo invasión pacífica del campo al final del partido para festejar la salvación.
Pero el escalofrío duró poco. Casillas se encargó de reactivar a los navarros. El meta madrileño no está en su mejor momento y volvió a demostrarlo al no atajar un disparo flojo de Plasil desde fuera del área. El equipo de Juande no supo reaccionar. Sin brújula sobre el campo, sólo Lass pareció querer despedirse con honor. Omnipresente en el centro del campo no encontraba socios por ninguna de las bandas. Robben se diluyó a placer como un azucarillo amargo mientras que Osasuna se centró en lo suyo. En acosar, incordiar, morder y pelear todo lo que desprenda olor a peligro.
En una de las miles de diagonales de Plasil llegó el detonante del partido. Cuando el checo enfilaba el borde del área, Salgado lo derribó y Teixeira le mostró la cartulina roja. Con la expulsión, el campo se inclinó para Osasuna. En un rechace al borde del área, Juanfran encontró venganza. Una volea llena de rabia, sudor y lágrimas se colaba en la meta de un Casillas que nada pudo hacer. Era la venganza de un jugador con cuentas pendientes.
Tal era la deuda que el fútbol contrajo con Osasuna que el guión de la primera parte sufrió un vuelco completo. No sólo Salgado sufrió al colegiado, Huntelaar que entró en el tramo más insustancial del partido, cuando apenas quedaban un par de minutos para la conclusión del encuentro, se encaminó hacia los vestuarios sin sudar al protestar una falta inexistente. Era el ejemplo claro de un equipo roto que lucha contra un enemigo sin uñas pero con alma.
Tras la expulsión, el partido murió por fin como quería Camacho. Sin rodar el balón más de cinco segundos. En el último partido de Liga descifró Osasuna la clave para cerrar los partidos. La machada terminó con invasión de campo y lágrimas y con la renovación de un José Antonio Camacho que ya ha reflejado su intención de renovar la plantilla. Siempre le pareció descompensada.
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