Fútbol sin trampas en Mestalla
Emery logra un armonioso trabajo táctico del Valencia, que pone en aprietos a un Barcelona sin su fluidez habitual
Fútbol sin trampas, de poder a poder . Respetuoso con la tradición de este maravilloso clásico, el Valencia hurgó en las costuras del Barça, tan poco acostumbrado a que se las encuentren. Emery logró un armonioso trabajo táctico de su equipo, lo que le permitió discutir la pelota al conjunto de Guardiola, que llegó a sustituir a Xavi en un síntoma de desesperación. Con la referencia del empate a dos en Mestalla del curso pasado, Emery llegó a la conclusión de que sólo hay una manera de jugarle al Barça. Con velocidad. De cuerpo y de mente. El técnico vasco prescindió del sustituto natural para el descartado Villa, Zigic, para que Mata ocupara la posición del nueve, lo que supuso la entrada de Mathieu como interior izquierdo. Y la apuesta funcionó, pues ahogó las salidas del Barça, que, de manera insólita, fue superado en el centro del campo, ese territorio en el que avasalla normalmente.
VALENCIA 0 - BARÇA 0
Valencia: César, Miguel, David Navarro, Dealbert, Bruno, Pablo, Albelda (Maduro, m.89), Banega, Mathieu (Miku, m.71), Silva (Baraja, m.90+) y Mata.
Barcelona: Valdés, Dani Alves, Puyol, Piqué, Abidal, Touré Yayá, Keita, Xavi (Busquets, m.80), Iniesta, Pedro (Bojan, m.78) y Messi.
Árbitro: Pérez Burrull (comité cántabro). Amonestó por el Valencia a Silva, David Navarro, Albelda y Banega y por el Barcelona a Piqué y Alves.
Incidencias: partido disputado en el campo de Mestalla ante 50.000 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones. Los jugadores saltaron al terreno de juego con una pancarta en la que se leía "Pobreza cero. Rebélate contra la pobreza".
Como en sus mejores tiempos, Albelda dictó dónde y cuándo marcar la presión. A lo que obedeció Banega, quien demostró que, en cuestión de toque y protección del balón, puede estar a la altura de sus rivales azulgrana. En ocasiones hasta les retó: ¿a ver quién es capaz de quitármela?, les susurró rodeado de un pelotón de camisetas azulgrana.
El Valencia lo hizo todo bien, menos lo fundamental: rematar a gol. Falló Pablo Hernández en un uno contra uno con Víctor Valdés y, posteriormente, Piqué impidió que más de un pase letal llegara a los pies de Mata, que lo esperaba con delectación. La apuesta de Emery, en fin, salió perfecta en el juego, pero no tanto en el resultado: echó de menos un goleador.
No por esperado, el Barça supo encontrar la respuesta al planteamiento de Emery. Careció de fluidez en el desplazamiento del balón y sólo tuvo profundidad cuando Alves encontró a Iniesta en un pase cruzado que salvó con los pies César. Una posterior espuela de Iniesta por encima de la cabeza de David Navarro obligó al defensa valenciano a placar al fino volante azulgrana, que retrató el gesto técnico de la noche.
Al igual que Mata, Messi también actuó de primer delantero, pero sin la misma determinación. Como si todavía siguiera afectado por el síndrome postmaradoniano, esa extraña transformación por la que el mejor futbolista del momento se convierte en una vulgaridad tras pasar por los consejos del seleccionador argentino.
El Barça recuperó el toque tras el descanso. También porque el Valencia disminuyó su presión. O la retrasó una decena de metros, lo que permitió que Xavi e Iniesta empezaran a sentirse más cómodos. Llegaron los primeros disparos del Barça. Y Xavi frotó la lámpara. Se dio la vuelta dentro del área y dio un toquecito con la izquierda para dejar solo a Pedro ante la portería. Su disparo lo desvió Miguel con el cuerpo ya vencido en el suelo. El Barça había cambiado el guión. Fundido el Valencia, Pablo lo intentó desde el centro del campo y obligó a Valdés a emplearse a fondo para despejar por arriba del larguero.
El choque se abrió en canal cuando Alves se quejó de un manotazo de Banega, el árbitro ordenó seguir y Valdés le atrapó un remate a Silva a apenas un metro de distancia. Para el último cuarto, Emery recurrió, ahora sí, a un delantero, Miku, mientras que Guardiola pensó en Bojan, el niño que triunfó en Mestalla en la noche de la Copa frente al Athletic. Ninguno de los dos tuvo ya protagonismo, el que sí se había ganado Albelda, despedido por Mestalla con una devoción enorme. Pese a ser el primer empate sin goles en 40 años, el clásico estuvo a la altura de su historia.
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