Esperpento hasta Pamplona
El Barça, que creyó que el partido se aplazaba, vive una odisea para llegar tarde al Reyno de Navarra
"¡Corre Pedrito!". Y Pedro, a la carrera, se subió en el AVE que salió a las 16.01 horas de Sans cuando Guardiola, nervioso, en la puerta de un vagón, maldecía su suerte. Pedro se subió al tren y, al igual que la expedición azulgrana, se bajó en Zaragoza, para sorpresa de los jugadores de Aguirre, que esperaban tren rumbo a Madrid porque hoy juegan en Almería.
Y Messi, a la carrera, protegido por dos guardaespaldas, se reía de la inaudita situación. Y su hermano Rodrigo, uno de los 20 seguidores que acompañaron al equipo, también se reía. Y Xavi, por supuesto, que camino del autocar que había de llevarles hasta Pamplona, al fin, gritaba: "¡Que no llegamos, máquina!". Pero llegaron. El viaje, que había empezado a las nueve de la mañana, citados por Guardiola en el Camp Nou, terminó en el Reyno de Navarra a las 19.40 horas, solo 20 minutos antes de la hora fijada para el partido, donde la afición osasunista les recibió al grito de "¡tooontos, tooontos!".
"Hemos llegado de milagro", admitía el responsable del improvisado operativo montado por el Racc, la agencia de viajes del Barça, que ayer se comió un enorme marrón en el que puede ser su último viaje con el equipo. De acuerdo al comunicado del Barça, la culpa de todo la tiene la federación, y la federación se lava las manos. Una vez sabidos los problemas aéreos, el club asegura que el viernes por la tarde el presidente, Sandro Rosell, contactó "personalmente con la federación para exponerle la situación". El comunicado añade que, tras diferentes contactos con responsables federativos, y atendiendo a las recomendaciones de AENA, Rosell decidió mantener el plan de viaje en avión previsto para la mañana de ayer. La federación niega que el viernes asegurara al Barça que el partido se suspendería si el espacio aéreo seguía cerrado.
Como siempre que el Barcelona juega domicilio, Guardiola citó al equipo a las nueve en el Camp Nou, con la idea de desplazarse al aeropuerto del Prat. Después de comer, el técnico mandó a los jugadores a casa, una vez el club le comunicó que el viaje se iniciaría a las cinco y media de la tarde porque el partido se había aplazado hasta el domingo. El programa de viaje, siempre según la versión del Barça, se suspendió a expensas de los consejos de AENA, que hora tras a hora fue posponiendo la posibilidad de volar, pero garantizando que el vuelo podría salir a lo largo de la mañana. La nota del club insiste en que la federación, "en base a la excepcionalidad de los hechos, informó al FC Barcelona que el partido se aplazaba al domingo a las 17 horas". La decisión fue aceptada por el club, "a pesar de que afectaba negativamente a los intereses del equipo", que el martes juega con el Rubin.
Llegados a ese punto, la agencia del club preparó una alternativa que preveía ir hoy a las 17 horas en AVE hacia Zaragoza, con posterior traslado en autocar a Pamplona. Pero a las tres de la tarde, la federación volvió a contactar con el Barça para comunicar que, "en contra de lo anunciado al mediodía", se reafirmaba en que el partido debía jugarse ayer con el riesgo de perder los tres puntos si el equipo no comparecía, comunicación firmada también por la Liga Profesional.
A las tres, el Barça supo que no tenía otra salida que estar a las ocho en Pamplona, por más que el secretario general de la federación, Jorge Pérez, admitiera que había sido iniciativa de la federación aplazar el partido a hoy. Osasuna se negó al cambio de fecha. A cambio, aceptó esperar al Barça, aun cuando llegara más tarde de las 20.30, como exige el reglamento. Jordi Cardioner, vicepresidente del Barça, admitió que el club había pecado de un exceso de confianza: "Lamentamos los perjuicios ocasionados a nuestros aficionados y a Osasuna". "El Barça se equivocó al fiarse de AENA", terció Patxi Izco, presidente del club rojillo. El partido empezó a las 20.49.
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