Descreídos y con pocas expectativas
"Me gusta el deporte, y me haría ilusión que los Juegos Olímpicos fueran aquí. Pero lo veo difícil", comenta Shin, universitario de 23 años, a las puertas de la estación de Shinjuku. A pocos metros, varios carteles promocionan la candidatura de Tokio 2016. Sin embargo, no es fácil reparar en ellos debido a la apabullante cantidad de señales que inunda la estación. Lo mismo sucede en las calles y trenes de la ciudad, atestados de publicidad. Un perfecto ejemplo de lo que la candidatura parece representar para los tokiotas; apenas un murmullo entre el griterío de esta macrourbe. El propio Shin desconoce, por ejemplo, qué eventos se van a organizar para seguir en directo la decisión final del COI, que tendrá lugar a las 2.00, hora local. "Los japoneses no somos muy de juntarnos en la calle para celebrar algo, y menos a esas horas", añade. El gobierno metropolitano no necesitará instalar monitores gigantes: ya los hay, siempre, en el primer nivel de la torre de Tokio, en su sede y en las calles de Shinjuku, Roppongi y Shibuya. Se trata de tres distritos que concentran el ocio nocturno de la ciudad, pero no se espera una asistencia masiva, debido en parte a que a esas horas el transporte público ya no funciona.
Pese al enorme esfuerzo por convencer a la ciudadanía, la candidatura de Tokio es además la que ostenta menor apoyo popular, según el último informe del COI: sólo el 55% de sus habitantes está a favor, y un 23% en contra. El comité organizador ha insistido en que sus encuestas del último mes reflejan un mayor entusiasmo (más del 70% la sustenta). Aún así, es complicado detectar tamaña exaltación. Y no sólo por el habitual hermetismo nipón; en la prensa o la televisión se pasa de puntillas por la candidatura y la atención deportiva se centra en la temporada otoñal de sumo, en el campeonato nacional de béisbol o en las hazañas del bateador Ichiro Suzuki, que juega en la Liga estadounidense.
Suzuki es el deportista nipón más destacado y popular en la actualidad, pero ni siquiera estará en Copenhague con la delegación, que sí cuenta con el gobernador de la ciudad, Shintaro Ishihara, y con 13 medallistas olímpicos (en su mayoría ya retirados). Sin embargo, el que más interés despierta es el recién elegido primer ministro, Yukio Hatoyama, que a última hora ha decidido defender la candidatura en Copenhague. "Es bueno que esté Hatoyama. Pero creo que a la gente ahora le preocupa mucho más qué va a hacer su nuevo gobierno aquí en Japón", señala Takayuki Hiraishi, un estudiante de económicas de 22 años.
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