Andanada matinal

El partido volvió a desmentir la teoría, tan repetida en el vestuario del Madrid la temporada pasada, de que posesión no es sinónimo de contundencia ni de entretenimiento. Frente a Osasuna el equipo de Mourinho tuvo la pelota un 75% del tiempo de acción, confirmando que ahora gestiona los partidos con más recursos. La consecuencia fue la expulsión de Satrústegui y la goleada más abultada de la temporada. El partido mezcló en Chamartín a los feligreses de los Sagrados Corazones con los adeptos del Bernabéu en una mañana agitada en la calle y en el césped. La jornada produjo tantos goles como incidencias.

- Homenaje a Cassano. Los jugadores del Madrid entraron al campo embutidos en camisetas con el dorsal 19 y una leyenda estampada: Forza Cassano. Así honraron a su excompañero Antonio Cassano, jugador madridista entre 2005 y 2007, recientemente operado del corazón.

Di María dio su décima asistencia y sufrió luego una lesión muscular

- Homenaje a Cristiano. El goleador del Madrid ofreció la Bota de Oro a la afición. El título, concedido al máximo goleador de las principales Ligas europeas del año pasado, permitió a Cristiano Ronaldo gozar de una de las pocas ovaciones generales que le ha dedicado la hinchada en dos años y medio. Fue el reconocimiento a tres temporadas explosivas: 79 goles en Liga, 16 en Champions, y 7 en Copa. Contra Osasuna se hizo un homenaje a sí mismo a base de sumar: hizo su duodécimo triplete como madridista.

- Cara y cruz de Di María. El extremo zurdo argentino fue, con Xabi Alonso, el jugador más activo. Si a su equipo le faltó velocidad en la circulación él lo resolvió con dos centros desde la derecha y un pase interior. Fueron tres asistencias: una para Cristiano, otra para Pepe, y la tercera para Higuaín. Esto convertía a Di María, con 10 entregas, en el jugador que más pases de gol da en el campeonato. No pudo continuar porque se derrumbó antes del 4-1, víctima, al parecer, de una lesión muscular. El Bernabéu le dedicó otra ovación cerrada mientras se lo llevaban en camilla.

- La rabia de Pepe. Justo a la media hora, con el 1-0 en el marcador, el partido hizo crisis. Raúl García pisó a Pepe, el central fue retirado del campo para recibir atención médica, y, mientras el Madrid estaba con 10, Osasuna provocó una falta al borde del área de Casillas. En la banda, Mourinho y Rui Faria agitaban los brazos para llamar la atención del árbitro y de sus ayudantes, porque Pepe ya estaba listo. Álvarez Izquierdo los ignoró porque estaba discutiendo con los jugadores del Madrid, que a su vez le hacían reclamos. Mientras los rivales hablaban, Raúl García aprovechó que nadie se preocupaba de la pelota para sacar rápido y sin pedir barrera. Abrió cortito para Ibrahima y el nueve metió el 1-1. Entonces permitió el árbitro la entrada de Pepe. Parecía fuera de sí. Inflamado, lo primero que hizo el central fue trasladar el balón hacia el arco de Fernández. Avanzaba con espíritu de revancha, como una locomotora. Satrústegui lo descarriló a costa de recibir una tarjeta. El Madrid no abandonó el terreno de Osasuna hasta que el propio Pepe hizo el 2-1, un minuto después, cabeceando una falta botada por Di María. A Osasuna, el empate le duró lo que tardó en vengarse Pepe: tres minutos.

- Pareja reunida. Mourinho sustituyó a Di María por Benzema. Con el 3-1 a favor, el técnico se animó a mezclar a sus dos nueves. La decisión fue extraordinaria. Higuaín y Benzema ya habían coincidido algunos minutos en el mismo partido, pero contra Osasuna jugaron juntos casi medio partido. No se sabe hasta qué punto funcionó el experimento porque Osasuna se quedó con 10. Pero Benzema se encontró espléndido. Sus acciones dentro del área resultaron brillantes y anotó dos buenos goles. El último, el 7-1, partiendo de espaldas a los centrales y desmarcándose con un giro para rematar de puntera, a un toque. Magnífico.

- Intermitente Özil. El mediapunta alemán da síntomas de tristeza. Dicen en el vestuario que le gustaría tener los mismos derechos exclusivos de que goza Cristiano. Dicen que se siente dotado para ser la principal figura del Madrid y que no le gusta hacer determinadas labores defensivas. El caso es que Özil, a falta del tratamiento que cree merecer, se muestra tímido, inhibido, hasta inseguro. Ayer desapareció del partido hasta el 3-1. Entonces participó de la gestación de tres goles. Antes del 4-1 dirigió el primer contragolpe del Madrid en el partido, trianguló con Higuaín y se anticipó a Satrústegui en el área, tocando el balón antes de ser derribado. La expulsión y el sucesivo penalti quebraron a Osasuna definitivamente.

- Loco por un gol. La ausencia de Marcelo en la banda izquierda se evidenció cuando el Madrid no conseguía hacer circular el balón. Ayer, en el lateral izquierdo jugó Coentrão, jugador más limitado, menos creativo que el brasileño. Cuando el Madrid buscaba el modo de llegar al remate, antes del 1-0, Coentrão resolvió sus intervenciones simplificando: tirando centros. Con el partido encaminado, dedicó sus esfuerzos a trazar diagonales para intentar meter un gol. Parecía obsesionado por marcar y, como él dice, probar que vale 30 millones. Le dio la asistencia a Benzema en el 6-1 tras tirarle un caño a Damià.

- Los chinos. Fue el primer partido del Madrid a las 12.00 horas en el Bernabéu en su historia. Todo por el dinero que promete el mercado asiático. Sobre todo, el chino. Según los cálculos del canal emisor, Pekín TV, que lo retransmitió en abierto, unos 60 millones de chinos vieron el partido.

Real Madrid 7 - Osasuna 1